Los hospitales no se hablan entre sí
Desde 2006 está pendiente la historia clínica digital común, que se esperaesté implantada finalmente en 2014
Un ciudadano es atendido de urgencias en un gran hospital de una ciudad. Cuando llega a a la consulta de atención primaria, su médico no puede acceder al informe de alta ni a las pruebas diagnósticas realizadas, ya que se le atendió en un centro que no pertenece a su área sanitaria aunque sea de su misma ciudad o de su misma provincia. Es un caso real. Y es que la digitalización que favorece compartir las historias clínicas todavía está en fase de desarrollo, a pesar de que los pacientes lleven muchos años oyendo sobre el tema.
En 2006, el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas decidieron poner en marcha el proyecto Historia Clínica Digital del Sistema Nacional de Salud. El objetivo era que hubiese unos datos comunes que tanto pacientes como profesionales de cualquier parte del país pudiesen consultar.
Para la fase I se incorporaron Andalucía, Baleares, Cantabria, Castilla y León, Cataluña, La Rioja, Murcia y Valencia, a las que se sumaron más tarde Castilla-La Mancha y Extremadura. El resto de comunidades se quedaron como observadores. Siete años después, las cifras son modestas: “Más de 16 millones de personas tienen documentos clínicos interoperables”, señala un portavoz de Sanidad.
“La importancia de la historia clínica digital se debe a que evita duplicidades en las pruebas diagnósticas, algo que ocurre con bastante frecuencia cuando un paciente visita dos centros sanitarios distintos, ya que evita errores médicos”, explica Carlos Sisternas, director de la patronal Fenin (de tecnología sanitaria) en Cataluña.
Alrededor del 10% de los ciudadanos son atendidos en otra comunidad autónoma diferente a la de su residencia, según el Barómetro Sanitario, la mayoría en atención primaria, por lo que es fácil entender la utilidad para muchas personas.
El proyecto contó con un presupuesto de 252 millones (entre ministerio y regiones) para el periodo de 2006 a 2008 y de 101 millones hasta 2012. Pero los recursos ya no fluyen tan rápidamente.
La necesidad de control del gasto ha provocado que las regiones, que tienen transferidas las competencias sanitarias, limiten cualquier inversión. En este caso, indican desde Fenin, los equipos y el software son considerados bienes inventariables, un capítulo que ha tenido unas enormes restricciones en los tres últimos años. “Podemos acelerar la implantación, porque ya hay una masa crítica proveniente de la experiencia de estos últimos años, pero me temo que hasta que no pase la crisis no concluirá el proceso”, apunta Sisternas. “Llevamos años, pero el avance está siendo más lento de lo esperado por los expertos. No se está cumpliendo ni en tiempo ni en dinero invertido”, añade.
Coincide con esta opinión Luis Martínez del Pino, director de la división de sanidad en la consultora Everis, quien explica que los proyectos no se han paralizado, aunque sí se están dilatando en el tiempo: “Las comunidades invierten menos y con licitaciones muy basadas en el precio, lo que acota los proyectos. Todo irá más lento”. Además, la complejidad ha retrasado los planes. “Cada comunidad autónoma dispone de una tecnología diferente. Aunque en muchos casos, cada hospital de una región también tiene tecnología distinta”, comenta Martínez del Pino.
El proyecto buscaba lo que se denominó “la interoperabilidad” de los sistemas informáticos. Eso incluye soluciones técnicas (con lenguajes de programación diferentes), de organización e incluso en el campo semántico. Se dan casos como que en cada lugar a un resultado sobre un factor en sangre se le denomine de una forma distinta, bien puede ser, por ejemplo, “urea” en algunos centros o “blood urea nitrogen” (en inglés) en otros.
La solución tecnológica ha pasado por crear una capa superior común para todos los hospitales de cada región. El médico puede acceder a esa parte común que comparte con el resto de hospitales. En cualquier caso, el historial común entre regiones no pretende aportar todos los datos del paciente, ni siquiera las pruebas diagnósticas. Lo básico será una historia clínica resumida, una especie de foto estática sobre la situación del enfermo. A eso habría que sumarle informes de alta, de consultas externas, de urgencias, de atención primaria, resultados de pruebas de imagen y de laboratorio, que sí se podrían compartir pero que no forman parte del paquete común resumido.
Según Sanidad, “la implantación generalizada está previsto que finalice en 2014” y ya está establecida en “Baleares, Comunidad Valenciana, La Rioja, Canarias, Castilla-La Mancha, Madrid, Extremadura, Murcia, Castilla y León, Asturias y Galicia, con mayor o menor grado de extensión y funcionalidades”.
Desde TicSalut de Cataluña avanzan que el 87% de sus centros ya tienen instalada la capa que integra la atención primaria y los hospitales. “El 10% restante estará listo antes de que finalice el año”, asegura Francesc García Cuyas, director de TicSalut, organismo que pertenece al Departamento de Salud catalán. Y ya han comenzado una prueba piloto para compartir la información con el resto de España.
En el caso de Madrid “está implantada en 20 de los 36 hospitales”, señalan fuentes de la Consejería de Sanidad, aunque faltan grandes hospitales como el Gregorio Marañón o el Ramón y Cajal.
“Ninguna región tiene totalmente resuelta la historia clínica digital en sus propios centros”, lamenta el responsable de la patronal Fenin. Y es que la iniciativa ha ido más lenta de lo deseado. “Pero peor está el proyecto de que las comunidades autónomas compartan la información entre sí. Y va a tardar un tiempo en estar listo”, aclara Sisternas.
Integración también con Europa
El proyecto Historia Clínica Digital del Sistema Nacional de Salud (SNS) también se concibió como un derecho para el paciente, que puede acceder mediante internet a sus informes clínicos. En 2003, la Ley de Cohesión de la sanidad pública otorgaba el mandato al ministerio de coordinar el intercambio electrónico de información clínica. En 2006 sería el Plan de Calidad del SNS el que recogiese la necesidad del uso de las tecnologías dentro de un proyecto denominado Sanidad en Línea.
Estos impulsos iniciales dejaron al país en una situación inicial privilegiada que ha ido perdiendo fuelle “España está lejos del ideal, pero sí es cierto que estamos mejor que muchos países de nuestro entorno”, señala el director de Fenin en Cataluña, Carlos Sisternas. “Hemos sido un país pionero en Europa”, añade.
Pero la integración no se queda en lo nacional. La Comisión Europea puso en marcha el proyecto epSOS, de “servicios abiertos e inteligentes para pacientes europeos”. La Comisión cofinancia con 19 millones de euros este plan, en el que participan 20 países de la UE.
La experiencia piloto busca permitir a cualquier profesional y a cualquier paciente consultar sus informes médicos desde fuera de su país. Se incluirá la historia clínica resumida y la receta electrónica y se están testando otros servicios, como la integración de los servicios de emergencia y de la tarjeta sanitaria europea.
El programa se inició en 2008 y está previsto que se concluya en diciembre de este año.