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Disonancia cognitiva, el BCE y el juego de las sillas

Si leo algo en inglés, lo más probable es que hable del inminente estallido de algún tipo de burbuja financiera formada por la ingente cantidad de dinero que reparten los bancos centrales. Si leo algo en castellano leeré, por el contrario, que estamos en el fondo del pozo, ya sea excavando hacia abajo o tocando fondo, pero en el pozo. Y, según un consenso sorprendentemente amplio, la falta de crédito es uno de los motivos principales por los que ahí estamos.

La disonancia cognitiva se define como la tensión generada por una persona que mantiene dos ideas incompatibles entre sí. Es decir, podemos pensar que estamos en una burbuja o que la economía está quebrada, pero no las dos cosas a la vez.

Claro que, atendiendo a los números, la disonancia es real. La Bolsa de Estados Unidos ha batido sus máximos históricos; la española a la mitad. En Estados Unidos el crecimiento fue del 2,5%; en Europa se quedará en el -0,2% (mejor no hablar de España). El motivo es, como ya adivinarán, la política monetaria: expansiva y comprometida con el crecimiento en Estados Unidos y restrictiva en el caso europeo, lo que para España se traduce en una sequía de crédito sin precedentes. Sobre los motivos ya hemos hablado lo suficiente pero, si quieren, lean la respuesta a la quinta pregunta (formulada por él mismo) en esta entrevista a Jens Weidmann.

Ahora, a lo útil, ¿cuáles son las implicaciones para España? La disonancia hace que las mejoras de los mercados internacionales lleguen aquí mitigadas: no convendría despreciar la caída en los costes de financiación del Tesoro, pero apenas son las migajas del pastel; hoy por hoy países como Bolivia se financian a tipos similares a los de España. Ahora bien, si las cosas se tuercen sí puede llegar el efecto contagio; lo normal en los mercados es que los activos percibidos como de mayor riesgo sufran más, y eso es España.

Yo no espero el inminente estallido de una burbuja de activos, por más que últimamente esté de moda ser agorero. Pero es un hecho que el dinero del Banco de Japón y de la Reserva Federal han impulsado los precios y reducido la aversión al riesgo. Cuando este dinero fácil deje de fluir, lo notarán los mercados y la economía real. Y no espero que la racanería del BCE vaya a librar a Europa de la inestabilidad; los inversores simplemente verán que las cosas se complican, y que hay un área económica en recesión y otra que crece al 3%.

La política restrictiva ya sería dañina en una economía cerrada. Hacerlo en una economía globalizada y en contra del resto de bancos centrales es tomar lo peor de cada casa: la moneda resulta sobrevalorada, falta crédito y la potencial recuperación nunca llega, pero las turbulencias sí lo harán. Cuando se juega al juego de las sillas (y los mercados financieros son exactamente eso), no querer escuchar la música solo sirve para ser el peor colocado cuando deje de sonar.

Música contra la crisis. The Cure. Disintegration

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