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Columna
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Barriles de ahorro

El fracking podría producir aproximadamente el combustible equivalente a 15 millones de barriles de petróleo al día hacia el 2050 en Estados Unidos, más que la producción de crudo de Arabia Saudí. Pero las inversiones en las tecnologías ya disponibles para impulsar la eficiencia energética podrían ahorrar 23 millones de barriles diarios al país, según un grupo de presión. La mala información y unos incentivos sesgados contienen su expansión.

Los beneficios potenciales, calculados por el Consejo Americano para una Economía de Energía Eficiente, multiplican por 10 los de los 2,2 millones de barriles al día que el presidente Barack Obama promete conseguir con unas normas de economía de combustible de automóviles más estrictas.

La agenda de eficiencia energética es más prosaica que gloriosa. El aislamiento de edificios y unos motores más eficientes para los electrodomésticos desempeñan papeles importantes. Varios retoques pueden generar grandes ahorros energéticos.

Se ha avanzado, pero la eficiencia sigue siendo algo parecido a una ocurrencia de último momento en el imaginario colectivo. La reducción de unos cuantos puntos porcentuales a largo plazo en la factura de la luz no entusiasma. Propietarios y constructores se esfuerzan por convertir las inversiones en eficiencia energética en rentas más altas y mayores precios.

Es poco probable que las elecciones se ganen con un eslogan como: “Mis ajustes regulatorios redujeron el uso de electricidad en un 1,8%”, pero el trabajo diligente de los políticos puede, en última instancia, producir enormes beneficios económicos. Un pequeño empujón –unas etiquetas más claras– y unos cambios fiscales de mayor calado podrían impulsar la eficiencia en la agenda industrial y de consumo, que mejoró mucho tras la primera crisis del petróleo. Otro esfuerzo masivo sería mejor que océanos de petróleo y decenas de nuevas centrales eléctricas.

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