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Sapere aude [1] o la razón no se impone por la fuerza (Parte 1).

El famoso cuadro de “Los fusilamientos del 3 de mayo” narra uno de los sucesos más dramáticos ocurridos en Madrid tras el levantamiento del pueblo madrileño contra los invasores franceses en el año 1808. El famoso cuadro de Goya (visita obligada en el Museo del Prado y situado junto a su pareja: “El levantamiento del 2 de mayo”) describe la ejecución de unos patriotas españoles a manos de un pelotón de soldados franceses.

http://www.museodelprado.es/coleccion/galeria-on-line/galeria-on-line/obra/el-3-de-mayo-de-1808-en-madrid-los-fusilamientos-en-la-montana-del-principe-pio/

El fusilamiento es un cuadro con una simbología muy potente: la utilización de la fuerza (o la violencia a través de cualquiera de sus manifestaciones como la guerra) por parte de la razón carece de justificación y no solo es inútil sino, lo que es peor, contraproducente. La Ilustración (representada claramente por los soldados franceses) no puede imponerse por la fuerza. La fuerza es lo contrario a la razón. De hecho, ésta traición a sus propios postulados produce en la otra parte una reacción visceral que acabará siendo contraproducente para ambos. Francia perdió la guerra y España fue condenada a más de 150 años de ostracismo en Europa.

La Ilustración fue un movimiento cultural caracterizado por la reafirmación del poder de la razón humana frente a la fe y la superstición. Los pensadores de la Ilustración sostenían que la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía, y construir un mundo mejor donde las antiguas estructuras sociales (basadas en el feudalismo y el vasallaje) serían sustituidas por hombres libres con capacidad para pensar por si mismos.

Éste cuadro es el testamento vital de un “afrancesado” decepcionado (de la misma manera que éste puede ser el texto de un germanófilo igualmente decepcionado). Que expresa su profunda decepción por la forma en la que los ciudadanos de la nación más avanzada del planeta en aquel momento, transmitía los ideales que para el propio Goya, constituían la salvación de una España anclada en lo más perverso del “Antiguo Régimen” europeo. Era lo máximo que podía decir.

Goya intentó con éste cuadro, ser readmitido en la sociedad española que se instauró tras la victoria española contra Francia. Sin embargo, ni él ni ninguno de los liberales que con él luchaban desde hacia tiempo por que España entrara de lleno en el “Siglo de las Luces” tuvieron cabida en la sociedad posterior(2). Mientras el débil y restaurado Antiguo Régimen español, tras ser salvado con la sangre de aquellos que no entendieron a tiempo saber cual era su verdadero enemigo, logró sobrevivir durante siglo y medio. La perversa actuación de las fuerzas modernizadoras, fue su coartada y balón de oxigeno.

Los verdaderos enemigos de los españoles en aquel momento no eran los franceses, eran las oligarquías inmovilistas españolas (representada por una monarquía absolutista que no aparece en ninguno de los dos cuadros de Goya) que apartaban a la nación de la influencia de los ideales que perfilaban el nuevo siglo. Ese error se pagó caro: lo que ellos defendían, y por lo que lucharon de manera tan heroica, no fue tenido en cuenta por las autoridades que llegaron simplemente para recoger los frutos de su lucha.

La estructura de la obra (una diagonal que parte el cuadro en dos partes) pone a oscuras a los representantes de la Ilustración e ilumina (curiosamente por un foco de luz artificial que emana de un farol situado entre los dos grupos pero que claramente ha sido puesto por el ejercito francés) a los que acabaron defendiendo (contra sus propios intereses) al Antiguo Régimen. La luz que éstos últimos tienen no es propia y es artificial (les es prestada por los únicos que realmente la poseen) y toda la escena se desarrolla de noche, como metáfora de la victoria final de la ignorancia, la superstición y la tiranía(3) a la que ambos debían haberse comprometido a vencer.

NOTAS:

  1. “Sapere aude” es una expresión latina que se puede entender como «tener el valor de usar tu habilidad para pensar» o como «atreverse a pensar».
  2. Las revueltas liberales posteriores y la corta vida de la Constitución que éste año cumple 200 años lo prueban.
  3. Para aquellos que quieran conocer más sobre la metáfora del día y la noche en la Ilustración recomiendo la ópera de inspiración masónica de Mozart “La flauta mágica” con libreto de su compañero de logia Schikaneder.

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