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El primer fracaso de la botica Draghi

Por primera vez desde que asumió el cargo de presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi se enfrenta al fracaso de una de sus fórmulas mágicas para reactivar el crédito en la zona euro.

Draghi se estrenó en Fráncfort a finales de 2011 con una revolucionaria propuesta que rompía con los pasitos cortos y precavidos de su predecesor Jean-Claude Trichet: inyectar un billón de euros en la banca europea con el objetivo de que esos fondos remontasen hasta la economía real para alimentar las necesidades de financiación de empresas y familias.

Todo muy capilar, como si fuera un anuncio de champú raíces y puntas. Pero el famoso billón se quedó estancado. Y solo ha servido para que algunas entidades comprasen deuda pública o aparcasen los fondos por la noche en las cajas fuertes del propio BCE.

Al final, sin saber qué hacer con el dinero, la banca europea se lo está devolviendo a Draghi dos años antes de lo previsto, lo que señala el fracaso del plan. El primer fracaso de Draghi.

El presidente del BCE se resiste a reconocerlo y prefiere presentar como dato positivo la devolución de la mitad del famoso billón. Un argumento que esgrime contra quienes pusieron el grito (en alemán) en el cielo cuando anunció su idea.

"No puedo olvidar la preocupación de muchos que se dirigieron al BCE para advertirnos que estábamos asumiendo un gigantesco riesgo con el LTRO [inyección de liquidez]. Pues bien, ¿dónde están esos riesgos?", señaló el martes (16 de abril9 un exasperado Draghi durante su comparecencia ante el pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo.

Pero nadie estaba hablando de los riesgos del LTRO sino de su dudosa utilidad. El presidente del BCE acababa de escuchar las repetidas quejas de parlamentarios de varios países y de todos los colores políticos sobre la fragmentación de la zona euro y las diferencias de tipos de interés que pagan las empresas y los ciudadanos europeos en función de su país de residencia.

"El euro parece más una currency board [tipos de cambio fijos] que una unión monetaria", resumió certero el eurodiputado catalán (CiU), Ramón Tremosa, en una dura intervención sobre ese problema.

Draghi, como un vendedor de crecepelo sorprendido en un renuncio, se reafirmó en la calidad de su productos y prometió que darán resultado. Pero el italiano es un buhonero experimentado y sabe que su pócima no ha funcionado. Y que está condenado a rebuscar en la trastienda hasta que encuentre una alternativa.

Lleva meses haciendo mezclas en secreto y dándoselas a probar al Consejo de Gobierno del BCE. Pero muchos de sus miembros dudan de la eficacia. Y uno, el alemán Jens Weidmann, no quiere tomar ni una sola cucharada.

Mientras llega su nuevo producto al mercado (quizá en mayo o junio), Draghi se ve cercado por una inflación (1,7% en marzo) que sigue alejándose de su objetivo; por la impaciencia de los países del sur, que ven hundirse sus empresas; y por la negativa del Bundesbank a hacer nuevos experimentos. Un callejón de difícil salida que inlcuso parece hacer mella en el gesto siempre templado del italiano. Un nerviosismo peligroso para cualquier hechicero, porque puede generar desconfianza entre la clientela.

Foto: reproducción de una botica en el museo de Teruel (B. dM., abril 2010).

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