AJUSTES INEVITABLES (y III), o Parsifal en el castillo mágico de Klingsor
Las anquilosadas economías del Sur de Europa, necesitan cambiar radicalmente de forma de trabajar. Muchas de ellas son democracias recientes, que salieron de dictaduras de corte autárquico (y su transformación no fue lo modélico que se nos cuenta), o democracias débiles en los que las sucesivas crisis institucionales han derivado en un populismo/caudillismo trasnochado. En realidad son sociedades propias de otras épocas vestidas de modernas, a base de diseño arquitectónico, fondos europeos y talonario sin fondos.
Nuestra elección es quizás más radical: dentro de la UME con ajustes fuertes (y modernización) o fuera de la UME con ajustes blandos (o viaje al pasado). El esfuerzo de la primera opción puede, si cabe, ser más duro en éstos países si EE.UU. (como parece inevitable) elige el ajuste blando con tipo de cambio débil. En ese momento, la UME vivirá su gran momento de la verdad: hacer una devaluación interna en el sur de Europa con un tipo de cambio al alza.
Cualquiera que sea la opción que se elija no será fácil ni indoloro, ni tiene garantías de éxito total. No obstante un cosa es cierta; hacer mal este trabajo (y hacerlo mal significa distribuir la carga de los ajuste dentro de la sociedad de manera desigual,no transparente e injusta) pondrá a las élites de cada uno de estos países en una situación de conflicto social no soportable y de resultado imprevisto para sus intereses.
De la misma manera, los acreedores, no pueden pensar que están a salvo, en su momento deberán aceptar un precio a pagar ya que ellos fueron cómplices necesarios en la fabulación que se viene viviendo desde hace años. Finalmente estará en sus manos que todo el sistema no explote violentamente.
Actuar sabiamente implica no solo pensar en los beneficios individuales y a corto sino en los intereses globales y a largo plazo. Es la famosa dicotomía entre tentación y compasión (que podrían ser utilizados como sinónimos de la visión a corto y largo plazo) que tan sabiamente describió Wagner en su obra final “Parsifal”.[4]
Como en la obra, la hermandad de caballeros del Grial (la sociedad en su conjunto) sufre las consecuencias de haber perdido la lanza mágica de la que eran custodios (sistema económico pervertido que no resuelve los problemas de la sociedad). La profecía, repetida constantemente durante el primer acto de la obra, anticipa que solo un “casto, loco” (casto porque sabrá controlar el impulso de la inmediato y loco porque no fue educado en la ortodoxia vigente y tendrá que plantearse reconstruir una nueva, desde la nada) es el único que será capaz de recuperar la lanza (arreglar el sistema económico) y, con ello, salvar a la hermandad. Será sabio por compasión porque su visión necesariamente será teniendo en cuenta a toda la sociedad. Su transformación radical comienza cuando no acepta los encantamientos y tentaciones de Kundry y comprueba, en visión de la herida sangrante de Anfortas, que la visión a corto plazo (e individualista) nos llevará irremediablemente a un callejón sin salida y al dolor de la sociedad en su conjunto.
Entre el segundo y tercer acto, Parsifal sufre la trasformación más radical, la que le lleva de nuevo a la sala del Grial, sintoma de que ha encontrado el verdadero camino después de múltiples fracasos.
No conocemos a nuestro Parsifal[5], pero ya se le ve entrar en el Jardín mágico de Klingsor o quizás incluso ya haya recuperado la lanza (segundo acto).