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Columna
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Chipre debe alejarse de la influencia rusa

Qué hay de bueno en tener a Rusia contenta? El Gobierno chipriota debe responder a la pregunta mientras duda de los detalles del impuesto a los depósitos establecido por la eurozona, que el Parlamento de Nicosia aún tiene que aprobar. Se supone que las vacaciones indefinidas de la banca permitirán a los políticos de la isla un acuerdo sobre la medida. Pero el Gobierno parece seguir intentando golpear a los pequeños depositantes, porque quiere limitar el impacto sobre los ricos, la mayoría ahorradores rusos, empresas o bancos. Vladimir Putin ha hecho saber su enfado.

En los dos últimos días, los ministros de Finanzas de la eurozona y el Banco Central Europeo han reculado hasta la zona de las negaciones cobardes, quejándose de que no tienen nada que ver con la decisión de gravar los depósitos asegurados. No vieron, escucharon ni dijeron nada. Solo querían 5.800 millones de euros, la parte del rescate que quieren que soporte Chipre. El cómo Chipre lograra esa cantidad no era su problema. La cuenta es simple. Tasar los depósitos superiores a 100.000 euros a una media del 15%, en lugar del 9,9% original, liberaría a los que tienen ahorros por debajo de esa cifra. Eso es lo que está obstaculizando el presidente de Chipre.

Por supuesto, si Putin se enfada con un 10%, se volvería loco con un 15%. Los 24.000 millones de euros que las entidades rusas tienen en depósitos en el sistema bancario chipriota se reducirían en 3.600 millones, más del 60% de la contribución de Chipre a su rescate. También podría haber complicaciones en la circulación de dinero entre Rusia y la isla, sobre todo si se impone algún tipo de control de capitales cuando abran los bancos. Las entidades rusas han dado unos 40.000 millones en créditos a empresas de Chipre.

La isla puede optar por apostar que una fuga de capital ruso no sucederá de un día para otro. No hay muchos otros paraísos para ese tipo de dinero. Al final, la desrusificación se hará de todos modos bajo los términos del rescate que obligan al país a reducir su sector bancario al tamaño medio de la eurozona.

Si Putin se enfada con un impuesto del 10%, se volvería loco con uno

del 15%

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