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Columna
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Chipre, un mal precedente

El dinero que evite el colapso del sistema financiero chipriota debe encontrarse. Pero imponer un impuesto a los depósitos del 6,75%, o incluso del 3% como se discutía ayer, es una especie de legalizar el robo de un banco. Chipre debería imponer subir el impuesto a los depósitos sin asegurar y no tocar a los pequeños ahorradores.

Confiscar su dinero golpearía la confianza en los bancos. También en el gobierno, aunque Nicosia haya garantizado en teoría todos los depósitos superiores a 100.000 euros. Los pequeños ahorradores deberían ser alentados, no penalizados. Son los héroes silenciosos del sistema financiero, quienes acumulan sus ahorros, no los que los arruinan metiéndolos en atracones de endeudamiento.

Nicosia no ha roto técnicamente su promesa de garantizar los pequeños depósitos. Eso es porque no son los bancos los que no pueden devolver su dinero a los ahorradores. Es el propio gobierno el que está tomando parte de los depósitos. Esto se está endulzando dando acciones de los bancos a los ahorradores, y parte de los ingresos esperados de una posible bonanza del gas natural como compensación. Dicho esto, el mecanismo sigue siendo una violación efectiva de la promesa.

No hay duda de que Chipre necesitaba una solución. La pequeña isla mediterránea estaba en el abismo. Su sistema bancario, que creció hasta ser ocho veces mayor que el PIB, estaba en quiebra. Su exposición a la economía griega, a la deuda soberana griega y a la propia burbuja inmobiliaria griega han llevado a ello.

Los socios de la eurozona dejaron claro que no había tiempo que perder. Eligieron la fecha de la reunión de los ministros de finanzas el viernes sabiendo que la banca de Chipre no abriría ayer. El presidente del país dice que el Banco Central Europeo amenazaba con cortar la liquidez hoy si no había acuerdo. El sistema bancario hubiera colapsado. En total, Chipre necesita 17.000 millones de euros, casi el 100% del PIB, para rescatar sus bancos y afrontar las facturas del gobierno.

Los socios de la eurozona y el FMI decidieron, acertadamente, no prestar tanto dinero, limitando el rescate a 10.000 millones. Esto significa que Nicosia debería tener una deuda del 100% sobre el PIB para 2020. El problema era dónde encontrar los 7.000 millones que faltaban. Dado que Alemania y otros países del norte de Europa no estaban preparados para dar limosna, había dos opciones: hacer una quita a los tenedores de bonos soberanos, o castigar a los depositantes bancarios.

El rescate es en sí una violación de la promesa de proteger al pequeño ahorrador

La primera opción fue rechazada. Muchos bonos están en manos de los bancos chipriotas, por lo que una quita hubiese incrementado el tamaño del agujero de sus balances. Así, había que aprovecharse de los depositantes. Lo ideal era que los bonistas de los bancos se hubiesen llevado el castigo. Pero los bancos chipriotas casi no tienen bonos, por lo que no había mucho dinero en juego. Esto recuerda la importancia de que los bancos tengan amplios colchones de capital. Dado que en Chipre no existen esos colchones, la opción era golpear a los depositantes. Había incluso algo de justicia en ello. La mitad de los 68.000 millones en depósitos están en manos rusas y ucranianas, y parte de ellos son dinero negro lavado en Chipre. Además, los bancos han estado pagando altos intereses, de hasta el 7% por los depósitos en los últimos meses. Los clientes debían haber sabido los riesgos.

Si el impuesto a los depósitos hubiera sido a los depósitos no asegurados, que afrontan una tasa del 9,9%, estos argumentos hubiesen tenido sentido. Pero el plan también golpea a los ahorros seguros. Hubiese sido mejor tomar todo el dinero de los 38.000 millones de depositantes sin asegurar. La última idea es gravar con un 3%_a los depósitos asegurados, y cargar los superiores a 100.000 euros con una tasa de entre el 10 y el 15%. Una mejora de la idea original, pero, ¿por qué no excluirlos del todo? El gobierno no quiere porque los depósitos no asegurados son mayoritariamente extranjeros, y una tasa elevada mancharía su imagen de centro financiero. Incluso si hubiese lógica en proteger a la mafia rusa a costa de las viudas chipriotas, una política así es mala para toda la eurozona.

El amplio tamaño del sector bancario chipriota le hace ser un caso especial. Pero, a menos que solo se graven los depósitos sin asegurar, los ahorradores europeos ya saben que, si no hay otra opción, sus ahorros también podrán ser arrebatados.

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