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Miguel Ángel Torres, presidente de Bodegas Torres

"En 20 años quizá haya que ir a plantar las viñas a Siberia""

Ängel Torres, presidente de Bodegas Torres
Ängel Torres, presidente de Bodegas TorresCinco Días

Para Torres, el cambio climático es mucho más que un fenómeno abstracto del que a menudo se habla sin ponerle cara. Los dos grados centígrados de aumento de temperatura que los científicos auguran en los próximos años ya tienen efectos en el mundo del vino: la época de la vendimia se adelanta y el calor altera la textura, el color y el sabor de la uva. La compañía ha sido una de las primeras bodegas españolas en intentar atajar "un grave problema que cambiará el mapa del vino en Europa", sentencia Miguel Á. Torres, quien ha llevado su compromiso medioambiental a la política de inversiones de este gigante presente en 150 países, y a la pantalla. En noviembre de 2012 se estrenó el documental El vino y el clima. Una relación amenazada, patrocinado por Torres, durante el Festival Internacional del Vino y el Cava.

Pregunta. Ustedes han sido los primeros en el mundo del vino en reaccionar a los efectos del cambio climático. ¿Qué les empujó a tomar medidas?

Respuesta. Vi la película de Al Gore, Una verdad incómoda. Nos dimos cuenta de que en los últimos 40 años las temperaturas habían subido un grado y empecé a interesarme sobre el cambio climático, leí mucho sobre ello y en 2008 aprobamos una inversión de 10 millones de euros para cinco años.

P. ¿Vieron que afectaba directamente a las viñas?

R. Sabíamos que la vendimia se adelantaba, cada año se vendimia un poco antes, y cuanto más trabajas el tema te das cuenta de que lo peor está por venir. Una viña vive 40 años o más y no puedes dejar de pensar en los próximos 30 años.

P. ¿Se puede compensar de alguna forma el calentamiento en las viñas?

R. El próximo grado que pueda venir dentro de 15 o 20 años lo podemos compensar con prácticas vinícolas, mediante injertos y conducción de las viñas con la idea de retrasar los efectos. Antiguamente se trataba de retrasar la vendimia porque en septiembre llovía, ahora es al revés. No nos preocupa tanto la lluvia como que las uvas tengan noches frías, por eso tratamos de retrasar todo lo que podemos el ciclo vegetativo de las viñas. Lo hemos ido equilibrando, pero el gran interrogante será dentro de 30 años.

P. ¿Por eso están comprando tierras en lugares más altos?

R. Sí, hemos comprado 240 hectáreas de tierra en Tremp (Lérida), a 900 y 1.000 metros de altura, y hace dos meses también en Benabarre, en el prepirineo, una región hoy tan fría que la viña se congelaría y moriría, pero en 20 años será un buen sitio para plantar la variedad riesling. No podemos luchar de forma eficaz contra el cambio climático, tenemos que adaptarnos.

P. ¿Probaremos vinos diferentes por el efecto del calentamiento?

R. En Tremp ya estamos en plena producción de Riesling y es fantástico, es más fresco respecto a las viñas que están a 500 metros de altura. Ahora estamos buscando tierras al sur de Chile, aunque sea para dentro de 30 años; en el vino no te puedes permitir jugar al corto plazo.

P. ¿A Chile? ¿Se llevarán allí una parte importante de su producción?

R. Sí, aunque aún no sabemos cuánto. Si hablamos de cambio climático, Chile es una alternativa interesante porque puedes bajar hacia el sur, mientras que en el norte de Europa no puedes seguir subiendo.

P. ¿Tanto va a cambiar el mapa del vino en Europa?

R. En la Borgoña cultivan pinot noir, ¿dónde lo van a poner? Con dos grados más de temperatura, la pinot noir cambia porque la planta no requiere tanto calor. Y entonces qué pondrán, ¿tempranillo? El problema es muy grave. Quizá dentro de 20 años haya que irse a plantar a Siberia.

P. ¿Colaboran de alguna forma con Francia para atajar el problema de manera conjunta?

R. Allí no parece que se hayan enterado. Aquí queremos sacar adelante una nueva certificación de las bodegas que hagan las inversiones necesarias para atajar el cambio climático y se acojan a una serie de medidas. Nos hemos reunido con Francia y les hemos contado el proyecto, pero la reacción ha sido muy fría.

P. ¿En qué consiste esa nueva certificación?

R. Lo hemos llamado "protocolo de Barcelona", que lanzamos en junio de 2011 con una serie de diez puntos para homologar un tratamiento similar de las viñas por el cambio climático. Llevamos más de un año para homologar los criterios de las certificadoras para las bodegas que quieran acogerse al proyecto Wineries for Climate Protection. Queremos que España sea líder en la lucha para la adaptación de los vinos al cambio climático.

Cepas ancestrales como termómetro

Cada año, Torres publica anuncios en la prensa local en época de vendimia para que los viticultores se pongan en contacto con la bodega si conocen cepas que ellos no sepan identificar. Así es como la variedad garró se ha incorporado a uno de los caldos de la bodega. La compañía recupera así tipologías ancestrales que mejor se adaptan al territorio como forma de paliar los efectos del aumento de temperatura en las variedades que cultiva en España.Esta iniciativa es solo una más de las múltiples medidas que la compañía lleva a cabo para reducir su huella de carbono. La empresa cuenta con 44 vehículos híbridos en su flota, ha participado en la promoción de un parque eólico de 2,8 megavatios de potencia para suministrar con energía limpia el 60% del consumo energético de la bodega, ha instalado 12.000 metros cuadrados de placas solares fijas y el agua caliente que limpia el proceso de embotellado también se obtiene a partir de energía solar.Torres también figura entre las 26 bodegas españolas que participan en el proyecto de investigación Cenit-Deméter, cofinanciado por el CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial), dependiente del Ministerio de Economía, para estudiar la influencia del cambio climático en la maduración de la uva y alumbrar medidas de adaptación de la viña a la mayor temperatura. El proyecto arrancó en 2008 con un presupuesto de 27 millones de euros para un periodo de cuatro años.

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