¿Cómo será el supervisor de los bancos europeos?
El acuerdo del pasado jueves sobre la creación de un supervisor financiero para la zona euro deja numerosas piezas sin encajar. Algunas incógnitas no se despejarán hasta bien entrado 2013. Pero otras, podemos intentar aclararlas con la información disponible hasta ahora.
¿Qué estaba en juego?
La creación de un Mecanismo Único de Supervisión (MUS) financiera que vigile los bancos de toda la zona euro.
¿Se llegó a un acuerdo?
Sí, en la madrugada del miércoles al jueves, pasadas las cuatro de la mañana.
¿Quién suscribió el acuerdo?
Los 27 ministros de economía de la Unión Europea, incluidos los de 10 países que mantienen su propia divisa.
¿Por qué no lo firmaron solo los 17 de la zona euro?
Porque el MUS formará parte del Banco Central Europeo y la base legal utilizada para hacerlo (art. 126 del Tratado de Lisboa) requiere la aprobación de todos los socios de la UE (que, por cierto, son accionistas del BCE, aunque no estén en el euro).
¿El acuerdo pone fin a la tramitación?
No. Falta que se pronuncie el Parlamento Europeo. Esta misma semana, empiezan las negociaciones para lograr su visto bueno.
¿Puede vetar el Parlamento?
El Reglamento sobre el BCE, no. Pero hay un segundo Reglamento, que reforma la Autoridad Bancaria Europea (ABE), y en ese la opinión del Parlamento es vinculante. De modo, que de facto, la Eurocámara tiene derecho de veto porque parece imposible que se pueda poner en marcha el Mecanismo único de Supervisión sin concluir la reforma de la ABE.
¿Cuándo empezará a funcionar el MUS?
No se sabe aún. Se espera que en marzo de 2014. Pero el acuerdo establece que será doce meses después de que entre en vigor el Reglamento, de modo que dependerá de cuando concluya la tramitación.
¿Quién mandará en el MUS?
Es una de las grandes incógnitas que se ha dejado sin despejar. En principio dispondrá de un Consejo de Supervisión (23 miembros), con un representante de cada país, y de un Comité de Dirección, cuya composición no se ha podido cerrar, pero que tendrá bastantes menos sillas.
¿Hay batalla para hacerse con esos puestos?
Enorme. Los países “grandes” quieren controlar el Comité de Dirección, porque será el que cocine las decisiones del día a día. Como no ha habido acuerdo, la configuración de ese Comité se ha dejado para el final, y previsiblemente provocará una enrome trifulca cuando llegue el momento de poner en marcha el nuevo supervisor.
¿El presidente del BCE también será presidente del MUS?
No. El presidente se elegirá entre “personas de reconocida experiencia” que no pertenezcan al Consejo de Gobierno del BCE.
Entonces, ¿el BCE no tendrá presencia en el MUS?
Sí, y muy generosa. El vicepresidente del MUS será uno de los seis miembros del Comité Ejecutivo del BCE (o sea, Draghi, Constancio, Asmussen, Couré, Praet o Mersch). Y el BCE, además, contará con cuatro miembros, con derecho de voto, en el Consejo de Supervisión del Mus.
Pero si el MUS pertenece al BCE, ¿por qué no mandan los mismos?
Porque se quiere mantener completamente separada la política monetaria propia del banco central de sus nuevas funciones de supervisión. Incluso se ha hablado de que el MUS se instale fuera de Fráncfort, sede del BCE, para acentuar esa independencia.
Y si trabajan por separado, ¿no pueden surgir conflictos entre los dos organismos?
Sí. La CE asegura que solo ocurrirá en casos excepcionales. Pero por si acaso se creará un foro de mediación, que resolvería las posibles diferencias entre el BCE y el MUS en materia de supervisión. Los poderes reales de ese foro, sin embargo, todavía están por definir, aunque en ningún caso su autoridad podría estar por encima del BCE.
¿El MUS supervisará a todos los bancos de la zona euro?
No, solo aquellos cuyos activos superen los 30.000 millones de euros o supongan un 20% del PIB de su país de origen, salvo en el caso de los Estados más pequeños (como Malta) que seguirán vigilando sus propios bancos.
Entonces, ¿cuántos bancos en total?
Aún no se sabe, pero la Comisión Europea calcula que unos 150-180 de 6.000.
¿Tan pocos?
Sí, pero en términos de activos suponen la inmensa mayoría del sector. En los países con mayor concentración, como España, Holanda o Francia, Bruselas cifra en casi el 100% la vigilancia desde el supervisor único. En el resto, la CE asegura que en todos los casos superará el 70%, aunque algunos analistas apuntan que en Alemania no llegará al 60%.
¿Quién vigilará al resto de bancos?
Las autoridades nacionales.
Entonces, ¿habrá dos tipos de supervisión?
Bruselas asegura que no, que se trata de una sola supervisión con reparto de competencias. Y la Comisión recuerda que, en cualquier momento, el BCE podrá asumir la supervisión de una entidad sin que las autoridades nacionales puedan impedírselo.
¿Tendrán ventaja unos bancos sobre otros, según el supervisor que les corresponda?
En principio, la regulación será la misma, solo varía la autoridad encargada de verificar su cumplimiento. Algunos analistas, sin embargo, auguran una fragmentación del mercado, aunque no está claro ni que vaya a ocurrir ni cuáles serían sus consecuencias. Hay quien prevé que las entidades perderán tamaño para librarse de la supervisión del BCE a través del MUS. Pero otros analistas advierten que si el mercado percibe que la supervisión nacional es más relajada, los inversores podrían huir de las entidades que no están bajo el paraguas del BCE. Así que habrá que esperar a ver cómo evoluciona.
¿Esa es la única duda sobre la futura supervisión?
Ojalá. Pero no. Hay muchas más.
¿Por ejemplo?
La más preocupante es si podrá funcionar un supervisor único sin capacidad financiera para intervenir en la reestructuración o liquidación de un banco. Los costes de esa operación seguirán corriendo por cuenta de cada Estado, así que, de momento, habrá una brecha entre el vigilante y el que paga los platos rotos si la vigilancia no funciona.
¿Cuándo se superará esa brecha?
Nadie lo sabe. Pero parece que se tardará varios años antes de disponer de un instrumento financiero poderoso y centralizado con capacidad de resolver cualquier crisis bancaria. De momento, solo se plantea la creación de un fondo, sufragado por las propias entidades, pero no parece suficiente. Y sobre garantía de depósitos, la perspectiva es aún peor y, por ahora, solo se plantea la coordinación entre los mecanismos nacionales.
Fotos: Mesas y sillas en la plaza mayor de Almagro. (B. dM., 22-8-12).