Las hipotecas se pagan. Lo demás, depende
“En España las hipotecas se pagan”. La cita, repetida letra por letra por el ministro de Economía y los más distinguidos banqueros, contiene una fantástica elipsis. Es decir, dice algo al evitar decirlo. Al decir que las hipotecas se pagan siempre, nuestros líderes están diciendo que los hipotecados somos los únicos que pagamos en este país. Y, claro, para una cosa que hacemos bien, cómo vamos a cambiarla.
Comenté hace bastante tiempo y hace no tanto que la ley hipotecaria, amén de calificativos sobre equidad o justicia, me parecía poco eficaz, al haber contribuido a la burbuja inmobiliaria española. La morosidad está en el 10,7%, supimos ayer, y acabará cerca de 200.000 millones este año. De esta cantidad, algo más del 10% (19.000 millones a cierre de junio) es mora hipotecaria, que estaba en el 3,17%. Pues eso, que las hipotecas se pagan. Lo demás, no tanto.
Evidentemente, cuanto mayores sean los incentivos a pagar, menor es la tasa de morosidad. Quiero decir, probablemente la mora de un grupo mafioso dedicado a la usura sea relativamente baja. Y cobrará antes que otros proveedores. Es una cuestión de coste y beneficio. Pero que el banco pueda partir las piernas a quien no paga la letra de la hipoteca probablemente fuese mal visto socialmente.
Por otro lado, el argumento de que si se cambia la ley habrá menos crédito hipotecario es también curioso. ¿Qué significa, que si se cambia la ley no volveremos a ver aumentos del crédito del 20% interanual? ¿Ni a la gente comprar tres pisos de una promoción inmobiliaria nada más ver el plano? ¿No podremos los españoles disfrutar de otra burbuja inmobiliaria? Ah, bueno, entonces nada. Mejor dejémoslo todo como está y a esperar a la siguiente.
Evidentemente, la ley hipotecaria no se puede modificar alegremente. Cualquier medida que tome el Gobierno, este o el otro, debe ser meditada, y es normal que el Ejecutivo prefiera pasar por un trámite parlamentario. Lo malo es que esto es algo que debe hacer tanto si quisiera modificar la norma como si quiere esperar a que amaine la tormenta. Como no conozco sus intenciones, me limitaré a apuntar un par de cuestiones
- Hasta donde yo sé, ninguna ley, ni siquiera esa Constitución que vimos modificada en agosto del año pasado para sacar pecho ante Berlín, está libre de ser enmendada. Y la ley hipotecaria no es una excepción.
- Hasta donde yo sé, enmendar una ley para aliviar algunos de sus efectos más perniciosos económica y socialmente no implica necesariamente cambiar todo el marco normativo.
- No creo, por ejemplo, que dejar de aplicar unos intereses de demora de más del 20% que se aplican sobre la totalidad de la hipoteca vaya a llevar a la banca española a la quiebra. O que permitir que los pisos embargados se comercialicen efectivamente en el mercado (en vez de quedárselos la entidad por el 70% 60% de su valor) vaya a ser causa de otro rescate bancario. O que modificar el papel de esos avalistas que echaron “una firmita de nada” y ahora están amenazados de embargo porque su cuñado dejó pagar la letra vaya a traer a España siete plagas bíblicas.
- Los países más afectados, junto con España, por burbujas inmobiliarias han tomado iniciativas serias para proteger a las personas en riesgo de perder su casa. Estados Unidos, donde ya tienen dación en pago (esto es, dejar las llaves en el banco y buscarse la vida) la administración Obama aprobó en 2009 la “Helping Families Save Their Homes Act”, si bien su punto más polémico, permitir al juez decretar una quita parcial de la deuda, fue parado por los legisladores. Este año lanzó otra iniciativa para que los bancos acusados de malas prácticas a la hora de comercializar hipotecas redujesen la deuda a un millón de familias. Irlanda aprobó hace poco una norma para facilitar el concurso de acreedores personal, incentivo donde los haya para la renegociación de hipotecas. En Islandia una de las medidas aprobadas permitía limitar la hipoteca al 110% del valor de la casa bajo ciertas condiciones. El FMI lo explica en la página 120 de este informe.
- Una cédula hipotecaria está respaldada por la totalidad de los créditos hipotecarios de una entidad, es el primer acreedor en el orden de prelación de dichos créditos. Es el instrumento financiero más protegido jurídicamente en España, y solo un cambio radical en la normativa afectaría a sus condiciones económicas. Es más, una cédula solo contiene los préstamos de mayor calidad de una cartera hipotecaria, por lo que las hipotecas que no estén al corriente de pago (o sean susceptibles de ello) están dentro de las cédulas, y tiene la garantía de la hipoteca, del hipotecado y de la entidad que la emita. Vamos, que para que el titular de una cédula deje de cobrar tendría que darse un impago masivo en todas las hipotecas emitidas. Ni siquiera en Grecia se ha producido un impago de una cédula. De todos modos, el mercado de las cédulas murió en 2008. Desde entonces los bancos las emiten, en la mayoría de los casos, para depositarlas como garantía cuando piden dinero al BCE. El miedo, azuzado por la banca, a algún tipo de catástrofe relacionada con las cédulas si se toca una coma de la normativa es un simple fruto del desconocimiento.
- Por si a alguien se le ha olvidado, alrededor de una tercera parte del sector financiero español es de propiedad pública, y las otras dos terceras partes han ido sobreviviendo gracias al apoyo del BCE, a las garantías de depósitos y a emisiones de deuda avalada, instrumentos sin los que no sabemos cuál sería su situación. España ha pedido a Europa hasta 100.000 millones para recapitalizar la banca (usará menos de 40.000) y el Estado financiará un banco malo para sacar de los balances bancarios los restos de la orgía hipotecaria de otros tiempos.
En fin, que vamos a ver qué sale del trámite parlamentario. Yo, una vez más, soy bastante escéptico. Espero equivocarme.
Música contra la crisis. The Kinks Sunny Afternoon
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