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Columna
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Moody's echa una mano a Hollande

François Hollande ha recibido una pequeña ayuda de un amigo inusual. La agencia Moody's ha retirado a Francia su preciada triple A, como hizo su rival Standard & Poor's (S&P) en enero. Los mercados bostezaron ante una noticia tan esperada, con los intereses del bono galo a diez años aumentando en apenas cuatro puntos básicos. La decisión viene con la amenaza de futuras rebajas, por lo que presiona a Francia para que agilice sus reformas. Pero el presidente francés debería dar la bienvenida al anuncio, que le ayudará a convencer a sus compatriotas de que se necesitan más cambios, y de que el tiempo es escaso.

Como suele suceder, el gobierno socialista de Hollande no reaccionó ante el movimiento de Moody's con la furia mostrada por Nicolas Sarkozy tras el de S&P. El Ejecutivo actual no puede sorprenderse: la carencia de competitividad económica y la rigidez del mercado laboral son problemas estructurales que dice querer solucionar. Una vez más, una agencia de rating muestra que tiene poco que añadir al concluir lo que es obvio para todos.

Hollande debería haber diagnosticado correctamente los problemas de la economía francesa. Pero no ha disipado las dudas sobre dos cuestiones. La primera, el calendario. Aún se comporta como si pudiera ir a su propio ritmo, negándose a admitir que es la crisis la que dicta el tiempo de los cambios. La segunda es si podrá resistir los vientos políticos que sus reformas crearán. Los franceses siguen poco convencidos de la necesidad de más cambios, y los sindicatos del sector público pueden tener la confianza de luchar contra los intentos de reforma laboral, o de reducir el tamaño del gobierno.

Ahí es donde puede ayudar Moody's. Hollande puede usar la advertencia como una herramienta educativa. Debe explicar que la caída del bono a diez años de en este año no es una señal de que las calificaciones no importan. Y debe tomar la benevolencia del mercado como una oportunidad para actuar, no como una excusa para retrasarse.

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