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Columna
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Salvar o no salvar al inversor minorista

Los inversores de preferentes de los bancos españoles rescatados podrían sufrir una quita, pero los altos cupones compensarían después sus pérdidas. El gobierno se ahorraría los efectos colaterales políticos de quemar los ahorros de los inversores de la banca minorista, pero puede no satisfacer a los puristas del reparto de pérdidas.

Con el fin de aligerar el costo de rescate bancario del país, la Comisión Europea ha pedido que los accionistas de las entidades y los poseedores de bonos subordinados compartan pérdidas. El modelo es Irlanda, donde los acreedores subordinados tuvieron que asumir pérdidas de hasta el 80%. El problema en España es que una gran parte de las acciones preferentes o de los bonos subordinados fueron vendidos a clientes minoristas, a menudo desconocedores del riesgo. Hacer una quita a estos inversores no ahorraría mucho dinero, pero tendría un coste político y sería injusto. Podría incluso desestabilizar los bancos si sus irritados clientes llevan sus cuentas corrientes a otros sitios.

La solución propuesta por el Gobierno español, según el Financial Times, es que los poseedores de valores ligados a las acciones preferentes tengan una quita de entre el 50% y el 70%, y recuperar las pérdidas entre los próximos cuatro y seis años a través de sustanciales pagos de intereses. No se sabe qué instrumentos que recibirían. La pregunta es si lo aceptarán los arquitectos de la ayuda a los bancos españoles, que pidieron que se asumieran todas las cargas posibles. Un acuerdo que permita a los accionistas recuperar sus inversiones en el tiempo, pero con el coste de cargar a los bancos con más costes en intereses estaría mal visto. Además, dar a los inversores minoristas un acuerdo beneficioso haría más difícil hacer lo contrario con los inversores institucionales. El dilema español recuerda que los productos de riesgo y los clientes minoristas no casan. También muestra las dificultades de repartir las pérdidas entre una base de inversores tan diversa. La eurozona debe resolver el problema si quiere crear un mecanismo para los bancos recapitalizados.

Por Neil Unmack.

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