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Las bases para evitar un agosto negro

Las 72 horas que apagaron el incendio del euro

Las intensas negociaciones entre Madrid, Roma, Berlín, París y Fráncfort evitan un 'agosto negro' en los mercados de deuda.

El lunes 23 de julio de 2012 un veredicto recorría las principales capitales europeas: España no llega a final de mes e Italia no pasa de agosto. La perspectiva de otro verano azul oscuro casi negro parecía inevitable. Y al día siguiente, martes, un "incendio español" real (por el Ampurdán) y figurado (en los mercados de deuda) abrasaba las portadas de los principales medios de comunicación europeos. En juego, una vez más, la propia integridad de la Unión Monetaria y la supervivencia del euro.

La alarma puso en guardia a las brigadas encargadas de enfriar las primas de riesgo y establecer un cortafuegos para proteger a los Gobiernos de Mario Monti y Mariano Rajoy mientras llevan a cabo las reformas y ajustes exigidos. Y, tras 72 horas de continuos contactos entre Madrid, Roma, Berlín, París y Fráncfort, el viernes día 27 todas las fuerzas estaban listas para intentar garantizar un agosto tranquilo.

En los próximos días se comprobará la efectividad o no de los planes diseñados. Pero, al menos, la zona euro se marcha de vacaciones con varias unidades de intervención preparadas. La más inmediata, el primer tramo del rescate de la banca, 30.000 millones de euros a disposición de España por si se produjera una emergencia bancaria en las próximas semanas.

La segunda, la autorización al fondo de rescate (FEEF o Facilidad Europea de Estabilidad Financiera) para acudir en ayuda de Roma o Madrid si necesitan cubrir la demanda de una subasta de bonos o relajar los tipos de interés en el mercado secundario. Y en última línea de retaguardia, la imponente presencia de un Banco Central Europeo que puede actuar de palabra y obra para espantar cualquier movimiento especulativo.

Madrid y Roma, que no han pedido oficialmente ayuda para el mercado de deuda, como el resto de capitales, confían en que el mero despliegue de esas fuerzas calme los mercados. Pero la experiencia del pasado verano, cuando el BCE tuvo que intervenir para relajar la prima de riesgo de España e Italia, indica que las brasas pueden convertirse en llamas en cualquier momento.

Esta vez, sin embargo, se ha remojado el terreno de manera preventiva. El primer manguerazo potente llegó el jueves 26 y a solo unos metros de la City londinense, el mayor centro financiero del mundo.

En la capital británica, durante una conferencia para inversores internacionales celebrada como antesala a las Olimpiadas 2012, el presidente del BCE, Mario Draghi, advertía que su institución "hará lo necesario para salvar al euro. Y créanme: eso será suficiente".

Al día siguiente, la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, François Hollande, ratificaban en un comunicado conjunto la iniciativa de Draghi. "Alemania y Francia están decididas a hacer todo lo necesario para proteger la integridad de la zona euro (...) y las instituciones europeas, según sus respectivas prerrogativas, deben cumplir sus obligaciones a tal fin".

Se invertía así el orden seguido en agosto de 2011, cuando el comunicado franco-alemán anticipó la intervención del BCE. Y no es el único cambio en la secuencia de factores.

A diferencia de entonces, esta vez se ha exigido por adelantado a España e Italia un compromiso inquebrantable con la estabilidad presupuestaria, financiera y política. Rajoy, en concreto, además de aceptar el rescate de la banca, ha intervenido a varias comunidades autónomas (Valencia, Murcia y Cataluña, de momento) y el próximo martes tiene previsto presentar los ajustes de gasto e impuestos para los próximos dos años.

Monti, por su parte, ha logrado el apoyo de los principales partidos para agotar la legislatura y se ha comprometido también a ajustar el gasto de la administración central y regional.

Los planes de ambos recibieron el viernes el visto bueno del ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, que se ha erigido en la autoridad comunitaria de facto ante el silencio del comisario europeo de Economía, Olli Rehn, en las últimas horas del rescate del euro.

Los preparativos de esa operación arrancaron con bastante secretismo a mediados de junio, tras constatar la mala acogida en los mercados del rescate de la banca española. El plan se aceleró tras el plantón de Monti y Rajoy en la última cumbre europea, lo que obligó a autorizar la intervención de los fondos de rescate en los mercados de deuda para rebajar los tipos de interés de los países "cumplidores".

Y entró en su recta final el pasado martes (24 de julio), cuando en medio de las llamaradas bursátiles, el ministro español de Economía, Luis de Guindos, se reunió con su colega alemán en Berlín y con el francés, Pierre Moscovici, en París. Solo 24 horas antes, en Bruselas, el comisario de Competencia, Joaquín Almunia, había acertado una vez más con la salida de emergencia: "España no necesita un rescate completo (...) sino que se apliquen los acuerdos de la última cumbre para relajar las tensiones". El viernes quedó claro que se hará.

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