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Actualidad

La nanotecnología en la comida, ¿afecta a la salud?

La agencia FDA de EE UU abre el debate sobre una regulación para alimentación y cosméticos

Es bastante improbable que un consumidor sepa que algunos envases de alimentos frescos que compra en el supermercado llevan nanopartículas de plata, que tienen un efecto bactericida. ¿Puede pasar ese material al alimento? ¿Cómo afectaría su acumulación en el cuerpo humano? Son preguntas que las autoridades empiezan a hacerse sobre el uso de la nanotecnología en la alimentación, cosmética o fármacos.

El mes pasado, la FDA (Agencia de Alimentación y Medicamento de EE UU, en sus siglas en inglés), lanzaba un borrador con una guía para la industria alimentaria y cosmética que utilice la nanotecnología. Este organismo, del que dependen las autorizaciones de venta y la supervisión de la inocuidad de los productos, aconseja que, a partir de ahora, las empresas que utilicen la nanotecnología en los aditivos alimentarios o en los envases de alimentos consulten caso por caso con la agencia y demuestren que los cambios son seguros antes de vender sus artículos. "Lo que la FDA está diciendo esencialmente a las empresas es que no creen que puedan tomar su propia decisión sobre si un nanomaterial es seguro sin antes hablar con ellos", según la opinión recogida por Reuters de un portavoz de Pew Health Group, un grupo de derechos de los consumidores.

La nanotecnología trabaja sobre partículas inferiores a una millonésima parte de un metro. Es un sector en auge para la industria alimentaria, que lo empieza a usar en ingredientes alimentarios, como espesantes, en embalajes inteligentes o para nanoencapsulados de sustancias como el Omega 3. Los laboratorios farmacéuticos trabajan en este campo para la liberación con retardo de fármacos dentro del cuerpo. Y las empresas de cosmética lo usan en productos que llevan brillo, por ejemplo, o para la liberación de colágeno.

Las nanopartículas de plata se utilizan en los envases para inhibir el crecimiento de microorganismos, las de dióxido de titanio actúan como agentes microbianos y las de aluminio sirven como barrera frente a la humedad. "Los nanomateriales cambian sus propiedades convencionales al reducir su tamaño. Y no tenemos datos suficientes ahora mismo sobre cómo afectará a la salud su acumulación en el organismo", reflexiona Pedro Serena, investigador del CSIC. "Hasta la fecha, no se ha tenido en cuenta el matiz nano o micro a la hora de realizar las evaluaciones, estas se realizaban teniendo en cuenta el conjunto del alimento. El principal campo de aplicación futura es el de los aditivos, pudiendo su uso dar lugar a una reducción de los niveles de exposición", apunta.

"En la actualidad, en la UE no tenemos una regulación específica", confirma José María Ferrer, jefe del departamento de legislación del centro tecnológico Ainia, donde trabajan con nanomateriales. "En EE UU parece que se apuesta por analizar caso por caso. En Europa hemos comenzado por llegar a un consenso sobre lo que es un nanomaterial sin entrar en más detalles", explica. Es necesario "establecer una legislación específica que proteja al consumidor de los riesgos tóxicos derivados de la exposición" a la sustancia, señala un informe interno del comité científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan). "Es probable que una regulación llegue en tres o cinco años", cree Ferrer.

Una nueva batalla entre industria y grupos ecologistas

"Me da miedo que ocurra con la nanotecnología lo mismo que sucedió con los transgénicos", manifiesta Pedro Serena, del CSIC, "que haya una batalla entre los grupos ecologistas y la industria sin una base científica". De hecho, explica que el debate ante la opinión pública ya ha tenido un par de vaivenes. Primero fue una iniciativa del presidente Bill Clinton para apoyar este nuevo campo que podría traer grandes adelantos a la sociedad. Eran principios de los años 2000. Un año más tarde, los ecologistas comenzaron a plantear dudas sobre la seguridad alimenticia. "Ahora es la FDA la que contraataca para decir que cuando salgan los productos van a ser seguros".En la actualidad no son muchos los alimentos o productos que incorporan estas tecnologías. Pero se espera que llegue un boom en los próximos años. "Estamos en plena transición", apunta Serena. Y los mecanismos de control son muy escasos. "Si una compañía utiliza nuevos productos y no lo comunica, las autoridades no lo pueden comprobar. Puede ser que los fabricantes lo oculten en vez de confesarlo. No hay dispositivos a nivel comercial que lo detecten", alerta. "Si eres parte de la industria y preguntas a las autoridades, no van a saber contestarte porque es una tecnología emergente", coincide José María Ferrer, de Ainia. La falta de información sobre los efectos en las personas y en la salud pública "dificulta una correcta evaluación del riesgo, necesaria para establecer una legislación específica que proteja al consumidor frente a los riesgos tóxicos", señalan desde Aesan.

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