El impacto dañino del rating en subastas y prima de riesgo
El Tesoro colocó el máximo previsto ayer, pero con menos demanda.
La financiación del Estado se complica día a día. La rebajas de rating recientes que han sufrido tanto el Reino de España (la calificación de Moody's está a un paso del bono basura) como el sector bancario (mayoritariamente por debajo del grado de inversión) suponen otro obstáculo en la carrera por captar recursos del mercado al reducir la bolsa de inversores potenciales. El Tesoro superó con éxito la subasta de letras a tres y seis meses ayer y, aunque la demanda resultó sólida, empiezan a percibirse síntomas de agotamiento.
"El Tesoro ha colocado el máximo pero con ciertos síntomas de debilidad. Los tipos que ha pagado son muy caros y la demanda ya no es tan sólida", recuerda Javier Ferrer, responsable de deuda pública de Ahorro Corporación. "El efecto de la bajada de rating a España se ve en la caída del ratio de cobertura de las últimas subastas", añade Miguel Ángel Bernal, profesor del IEB.
El Tesoro emitió 3.080 millones de euros ayer, más del máximo previsto -el Estado se había fijado un objetivo entre los 2.000 y los 3.000 millones-, y a pesar de los elevados tipos que tuvo que pagar la demanda resultó bastante inferior a la de las subastas recientes. En la referencia a tres meses las peticiones superaron en 2,6 veces la oferta, mientras que en la de 6 meses alcanzaron las 2,8 veces cuando hace solo un mes en la subasta al mismo plazo las peticiones fueron casi el doble. En concreto de 3,95 veces a tres meses y de 4,3 a seis.
Un menor interés por la deuda española que ha ido aumentando mes a mes desde principios de año, a pesar de los elevados tipos de interés que exige el mercado a tan corto plazo. El Tesoro tuvo que pagar un marginal del 2,5% a tres meses y del 3,369% a seis, un nivel que no se veía desde noviembre de 2011 cuando tuvo que desembolsar más del 5% en ambas referencias. Tipos también muy superiores a los de mayo cuando pagó un marginal del 0,879% a tres meses y del 1,793% a seis, un claro reflejo de la escalada de tensión reciente.
"Ahora hay que preguntarse quién está dispuesto a financiar al Estado", añade Bernal. En los cuatro primeros meses del año la huida de inversores extranjeros se ha visto compensada por la compra de las entidades nacionales pero su margen de maniobra se agota, más aún para una entidad como Santander con un rating superior al del Estado. Los departamentos de riesgos de las entidades establecen unos límites para los activos que pueden comprar. Eso sin mencionar el peligroso vínculo que existe en la actualidad entre la banca y el Estado, lo que impacta en los ratings de las propias entidades financieras complicando también su propio acceso a la financiación, fundamental para que puedan continuar comprando deuda del Tesoro. De hecho, la rebaja masiva de rating que sufrió la banca española el lunes de manos de Moody's es consecuencia del recorte al soberano y se debe entre otros motivos a su exposición al Estado y a otras contrapartidas que dependen del Gobierno, según explicó la agencia de calificación.
Las rebajas de rating, por tanto, encarecen y complican la financiación del Tesoro, con el consiguiente impacto en la prima de riesgo. El diferencial con el bono alemán a 10 años quedó ayer en 536 puntos básicos y el aumento se debió en parte a rumores sobre una nueva rebaja de rating al Estado.
"El mercado se rompe cuando no hay compradores. El rating de España está un escalón de bono basura. Es difícil saber dónde puede llegar la rentabilidad del bono sin compradores. Nosotros tenemos Sicav conservadores en las que no te dejan invertir en rating inferiores a bono basura. A vencimientos de más de un año te la estás jugando y por eso no hay compradores de perfil que no sea muy arriesgado", explica Miguel Paz, director de gestión de Unicorp Patrimonio.
El recorte de rating al Estado, por tanto, al quedar a un escalón del bono basura aleja a muchos compradores potenciales por miedo a que España sufra nuevas rebajas que sitúen su calificación por debajo del grado de inversión, algo que muchos expertos no descartan si finalmente las ayudas europeas al sector bancario se articulan a través del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). Las ayudas impactarían en el déficit pero también en el orden de prelación. Y es que el fondo de rescate permanente en su concepción actual se situaría como acreedor preferente, lo que provocaría que en caso de quiebra tuviera preferencia de cobro respecto a los tenedores de la deuda.