España mantiene la batalla para renegociar el rescate a la banca
Alemania apremió ayer a España a solicitar cuanto antes el rescate de la banca anunciado el pasado 9 de junio. El Gobierno de Mariano Rajoy, que accedió a pedirlo esta semana, pelea para que se le garanticen unas condiciones adecuadas que eviten el contagio a la deuda soberana. El comunicado final del G-20, incluso, se propone romper el "bucle" entre deuda soberana y privada.
La canciller alemana, Angela Merkel, no ocultó ayer, durante la reunión del G-20 en Los Cabos (México), sus prisas para que España "aclare rápidamente" su petición de ayuda para el sector financiero. Fuentes del Gobierno indicaron en la misma localidad de Baja California su intención de presentar la solicitud formal en la reunión que el Eurogrupo (Consejo de Ministros de Economía de la zona euro) celebrará mañana en Luxemburgo
Pero las negociaciones sobre la letra pequeña del nonato rescate de la banca española continúan a ritmo frenético y en medio de una creciente tensión entre Madrid y Berlín.
Las fuentes consultadas por este diario indican que la operación de salvamento de la banca española podría fracasar aun antes de ponerse en marcha. O que podría desembocar en un rescate completo de la economía española. Lo único que parece darse por descontado es que España, con unos tipos de interés instalados en el 7% desde el lunes, no dispone de demasiado margen para resistir la presión de sus socios comunitarios.
A pesar de esa aparente posición de debilidad, Madrid continúa dando la batalla para arrancar unas condiciones que no lastren aún más la deuda del Tesoro y acaben impidiendo al país la refinanciación de su deuda pública. Pero las facilidades que ofrece el fondo de rescate actual son limitadas, pues el tipo de interés lo fija el mercado y el plazo de reembolso debe oscilar entre 15 y 30 años. Otra posibilidad, más remota por ahora, sería iniciar el rescate a través del fondo actual (más rígido) y continuarlo con el nuevo fondo (MEDE), que podría llegar a permitir inyecciones directas.
Pero a falta de las condiciones precisas, lo único evidente es el disgusto de España con un tipo de rescate que nunca quiso pedir y cuya utilidad parece dudosa. Madrid y otras muchas capitales parecen convencidas de que la fórmula utilizada forma parte del problema, no de la solución. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, calificó anteayer en Los Cabos como "tremendamente dañino" el vínculo que establece el rescate entre la deuda del sector bancario y la pública. Daño que se ha traducido en un incremento enorme de la prima de riesgo de la deuda española desde el anuncio del rescate de la banca.
Fuentes del Eurogrupo rechazaron ayer esa interpretación y creen que la prima española no se debe a la intervención de Bruselas. "No se puede decir que algo no funciona cuando todavía no se ha utilizado", se defendían esas fuentes. Pero también reconocían que el rescate de la banca, si llega a aprobarse, "no resolverá los problemas de España de un día para otro, llevará tiempo".
Conclusiones del G-20
Precisamente, las conclusiones finales del G-20 hacen referencia a la necesidad de "romper el bucle que se retroalimenta entre los soberanos y la banca". Y tiene palabras de aliento para España: "En este contexto, damos la bienvenida al plan español de recapitalizar su sistema bancario y el anuncio del Eurogrupo de apoyar a la autoridad de reestructuración financiera [Frob]".
El diario Financial Times asegura hoy que el G-20 discutió además la necesidad de rebajar las rentabilidades de la deuda de la periferia europea (fundamentalmente la italia y la española). El primer ministro italiano, Mario Monti, propuso incluso usar los 440.000 millones de euros del fondo de rescate para comprar bonos, si bien (como era de esperar) la canciller alemana Angela Merkel se ha opuesto.
En marcha la reforma del fondo de rescate
Nadie parece satisfecho con la fórmula utilizada para el rescate de la banca española anunciado el pasado 9 de junio, que obliga al Estado a asumir la factura de la operación. Ni el Gobierno español, supuesto beneficiario del plan de ayuda, ni las tres instituciones (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional) que deberán velar por su aplicación. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, buscaba ayer en Los Cabos incluso el apoyo del G-20 para romper el vínculo que el rescate establece entre deuda pública y privada. En su agenda de contactos figuraba ayer en lugar prominente un encuentro con el presidente de EE UU, Barack Obama, cuyo disgusto con la gestión de la crisis de la zona euro es conocido.El enemigo común a batir sigue siendo la canciller alemana, Angela Merkel, que se niega a la recapitalización directa de la banca a través del fondo de rescate. El asedio a su numantina posición parece generalizado. Y el presidente del Consejo de la UE, Herman Van Rompuy, anunció ya en México que en la cumbre europea del 28 y 29 de junio se tratará la reforma del fondo de rescate para "mejorar su eficacia". El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, también dejó claro durante el G-20 su preferencia por permitir que ese fondo inyecte capital en las entidades.Alemania, por tanto, llegará bastante acorralada a una cumbre en la que también se planteará la renegociación del rescate de Grecia. Parece probable que Berlín deba ceder algo de terreno en ambos capítulos. La cesión beneficiará sin duda al nuevo Gobierno de Atenas. Pero parece improbable que la reforma del fondo llegue a tiempo para librar a España del rescate bancario tal y como se ha anunciado.