El G-20, la cumbre en la que el mundo acorraló a Europa
La Unión Europea (UE), acostumbrada a lidiar con sus problemas en solitario, se vio expuesta durante la cumbre del G20 a una presión inédita del resto de países para resolver la crisis de deuda soberana que padece, y que amenaza a todo el planeta.
"Lo más importante de esa cumbre, sin lugar a dudas, ha sido la enorme presión que han ejercido los países que no están en el euro para que los europeos refuercen las medidas anticrisis", dijo a EFE Mariana Magaldi de Sousa, profesora del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), en México.
El G20 es un grupo formado por las 20 mayores potencias del mundo, muchas de ellas naciones en desarrollo pero con economías de fuerte crecimiento que no quieren que las turbulencias que vive Europa se extienda dentro de sus fronteras.
Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, los llamados BRICS, son uno de los bloques económicos más preocupados por el asunto europeo, lo que les ha llevado durante esta cumbre a prometer más de 60.000 millones de dólares al "cortafuegos" que está armando el FMI para evitar situaciones de contagio.
También Estados Unidos, la mayor economía del planeta, aportó su grano de arena con las reuniones bilaterales que mantuvo el presidente Barack Obama con Angela Merkel, y posteriormente con todos los socios europeos del G20 (Alemania, Francia, Italia y Reino Unido, a los que se sumó España como invitado permanente).
Obama y Merkel representan dos estrategias diferentes para hacer frente a la crisis. El primero aboga por planes de estimulo para generar consumo, crecimiento y empleo, en tanto que la alemana profesa devoción a la austeridad fiscal.
La reunión sirvió, según la Casa Blanca, para que Obama trasladara a Merkel la "importancia de tomar medidas para promover la estabilidad financiera y aumentar la integración europea", en un momento en que países periféricos, como España o Italia, piden ayuda para frenar el elevado coste de su deuda pública.
La reunión se celebró a puerta cerrada y se desconocen los detalles, según la Casa Blanca, que reconoció, no obstante, que Obama salió del encuentro animado.
"Al día siguiente salieron informaciones que apuntaban a que Alemania, por primera vez, admitía la posibilidad de que el fondo de rescate europeo pueda comprar bonos de países periféricos, lo que permitirá disminuir el coste de la deuda de estos países", observa De Sousa.
Los líderes europeos, como el francés François Hollande, negaron en todo momento haber recibido consignas de EE.UU. sobre cómo abordar la crisis.
"Obama nunca lo haría, es muy respetuoso. Además, no le consentiríamos", apuntó el francés, que reconoció, no obstante, que habían informado al estadounidense sobre el paquete de medidas anticrisis que ha preparado la UE para salir de la crisis, y que serán presentadas oficialmente en el Consejo Europeo a finales de mes.
Pero las potencias del G20 no han permitido que la UE resuelva sus temas puertas adentro, y han querido que la Declaración Final de la cumbre deje por escrito, negro sobre blanco, los compromisos de Europa para salir de la crisis.
En la declaración, los europeos se comprometen a "tomar las medidas necesarias para salvaguardar la integridad y estabilidad en la zona, mejorar el funcionamiento de los mercados y romper la retroalimentación entre la deuda soberana y los bancos".
Además, el G20 le pone deberes para los próximos meses, como avanzar en la unión bancaria, abordar reformas estructuras que hagan más competitivos a los países deficitarios, y a invertir en creación de empleo y crecimiento.
Una tarea difícil para la que la UE tiene exactamente un año, antes de la próxima cumbre del G20, que se celebrará en San Peterburgo, bajo presidencia rusa.
"Si no hubiese sido por la influencia del G20, y en concreto de EE.UU., nunca hubiéramos visto estos compromisos -apunta la profesora del CIDE-. Es cierto que Europa ya tenía planes para acometer la unión bancaria, pero ahora la veremos en seis meses y no en cinco o diez años".