Bonos para particulares, otra arma de la banca para captar liquidez
Depósitos, pagarés y ahora bonos. Las herramientas de la banca para captar liquidez se multiplican. La penalización a los superdepósitos y el toque de atención de la CNMV por la comercialización de los pagarés han dejado vía libre a los bonos como medio para captar liquidez.
La guerra del pasivo tiene distintas caras. Hace ya muchos meses desde que el cierre de los mercados mayoristas aumentara considerablemente las necesidades de liquidez de los bancos. Ante esta situación, las entidades financieras no dudaron en ofrecer distintos productos a los clientes para conseguir la perseguida financiación.
En este contexto, los depósitos se alzaron como la herramienta estrella. Las entidades financieras volvieron a sacar la artillería pesada y comenzaron a ofrecer imposiciones a plazo fijo con suculentas rentabilidades que se iban incrementando a cada paso. Sin embargo, a principios de junio de 2011, el Gobierno decidió frenar la ofensiva con un Real Decreto que penalizaba a los depósitos de alta remuneración incrementando sus aportaciones al Fondo de Garantía de Depósitos (FGD).
Y en ese momento reaparecieron en escena los pagarés. La banca decidió volver a utilizar este instrumento para captar clientes. Según datos de AIAF, en septiembre del año pasado se emitieron 6.100 millones de euros en pagarés, una cifra que se incrementó de manera evidente el mes siguiente. En octubre, el volumen emitido ascendió a 14.500 millones. Unos meses después, en marzo de 2012, los pagarés vivieron su momento de auge (se emitieron más de 18.000 millones).
Sin embargo, parece que la banca está dando pasos para atrás. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se dispone a actualizar la guía de pagarés (al contrario que las imposiciones a plazo fijo, los pagarés no están cubiertos por el FDG). En el mes de abril, el volumen emitido en pagarés no llegó a los 12.000 millones de euros.
Es cierto que la liquidez del BCE, con sus dos megasubastas de deuda los pasados diciembre y febrero, ha aliviado las necesidades de liquidez en la banca europea en general y la española en particular. Pero por otro lado el aumento de la prima de riesgo soberana, que se perpetúa por encima de los 450 puntos básicos, bloquea totalmente el acceso de las entidades al mercado mayorista y además dificulta el empleo de las cámaras europeas de contrapartida. LCH.Clearnet y Eurex Repo habían funcionado hasta el momento como una suerte de mercado interbancario alternativo al clásico, pero las entidades han recortado su exposición a estas plataformas ante el riesgo de que vuelvan a exigir más garantías para conseguir más liquidez.
Con este telón de fondo, la banca ha decidido ampliar el abanico de productos con los que captar liquidez y ha optado por volver a usar los bonos como otra de sus armas. A finales de noviembre del año pasado, CaixaBank registró un programa de emisión de bonos simples con una rentabilidad del 5% TAE. Vendió 3.000 millones de euros. Unos días antes, había colocado 1.500 millones de euros en bonos subordinados a cinco años con una rentabilidad TAE del 7,71%.
La utilización de los bonos no ha sido exclusiva de La Caixa. Ya los habían empleado antes, entre otros, Popular (con deuda subordinada a una rentabilidad de hasta el 8,25%) y Sabadell (con bonos simples hasta el 4,5%). Ahora llega una nueva hornada de emisiones específicas para los pequeños inversores. El 17 de mayo Sabadell (que ya había apelado a sus clientes en marzo, enero y septiembre) decidió colocar 600 millones en bonos a cambio del 4,2%.
En el pasado, la banca española utilizó su poderosa red comercial para colocar diversos productos entre su clientela de toda la vida. En 2009, al mismo tiempo que obtenía liquidez, reforzaba su capital con una avalancha de preferentes por un importe de unos 12.000 millones de euros. La mala noticia es que el valor de mercado de esta deuda eterna ha ido cayendo y las entidades la han ido retirando del mercado, consiguiendo un doble objetivo: reforzar su capital de máxima calidad y dar liquidez a sus titulares. Así, el importe de preferentes en circulación se sitúa actualmente en unos 6.800 millones de euros, frente a los casi 30.000 millones que había en mayo de 2011. El Gobierno ha abierto la puerta, además, a obligar a las entidades a canjear este tipo de deuda perpetua.
Los bonos, en cualquier caso, son instrumentos totalmente diferentes a las participaciones preferentes, puesto que no son capital en ningún caso. Eso sí, conviene recordar que, al igual que los pagarés, no están cubiertos por el FGD.