El plan B británico, solo para urgencias
El plan B del FMI para Reino Unido es como un kit de primeros auxilios. Debe guardarse en un lugar adecuado, pero no abrir a menos que Grecia se tope con la puerta de salida del euro. Entonces, por desgracia, Londres necesitaría más estímulos monetarios y fiscales para prevenirse de una espiral económica descendente.
El FMI reclama una mayor flexibilidad cuantitativa (FC) y quizá un mayor recorte de los tipos de interés, en el 0,5%. Esto último es aconsejable. No hay motivo para no recortarlos hasta cero. Pero el Banco de Inglaterra (BoE) no debe apresurarse a seguir el consejo del FMI sobre la FC. La recuperación del Reino Unido es débil en parte debido a los precios, que han crecido más rápido que los salarios. Los bancos centrales deben considerar el riesgo de que una FC adicional contribuiría más a una inflación global que a la recuperación.
Pero la FC será necesaria, cuales sean los riesgos, si Grecia deja el euro y desata el pánico. El FMI también sugiere "facilidades de financiación a largo plazo", un equivalente a las operaciones de refinanciación del BCE. Es mejor evitar esta política excepcional, excepto en una emergencia en la que pudiera servir para mantener bajos los intereses en préstamos a largo plazo como las hipotecas. Aunque la flexibilización de la política monetaria británica estaría justificada en una crisis griega, existe el riesgo de que tenga que empujar la cuerda. La política fiscal puede ser más efectiva para ayudar a Reino Unido a salir de la recesión. El FMI acierta al sugerir recortes temporales de impuestos, que deben animar a los menos pudientes y al gasto del Gobierno en infraestructura. Esto significaría que el Gobierno podría y debería persistir con sus esfuerzos para recortar el gasto. Pero no hay duda de que los estímulos harían que la situación fiscal fuese a peor.
Hay otra razón por la que por ahora las políticas de emergencia están mejor guardadas en el kit de primeros auxilios. Reino Unido se levantará siempre que la eurozona no explote.
Por Ian Campbell