Cuatro presidentes condenados a entenderse
La banca española no sale de su asombro. Pese a que oficialmente apoyan las nuevas exigencias impuestas por el Gobierno en materia de provisiones, en privado no pueden evitar criticarlas. "Parece que están continuamente poniendo parches. Improvisando y donde dije digo, digo Diego", señalaba el viernes un ejecutivo de un destacado banco. "Nos han pasado a todos al purgatorio. Estamos todos bajo sospecha. No puede ser que nos obliguen a crear bancos malos si no lo necesitamos, aunque para ello podamos utilizar nuestras propias inmobiliarias", subraya otro directivo financiero.
"Es muy duro y humillante que te obliguen a hacer algo que no necesitas, que se meta a todas las entidades financieras en el mismo saco. Es lógico así que el mercado y todos los bancos de inversión piensen que tenían razón y que el conjunto de la banca española, sin distinción, tenía mal valorados sus activos inmobiliarios y, por lo tanto, sus provisiones. Se volverá a formar una espiral y así nunca saldremos del laberinto", recalcaba muy enfadado otra fuente de una gran entidad.
Varios directivos coinciden en afirmar que con esta norma, en la que el Banco de España ha quedado bastante al margen, "el Gobierno parece reconocer que el supervisor no ha sido tan estricto como debiera en las valoraciones que ha realizado, ya que se necesitan valoradores independientes para realizar una especie de test de solvencia para determinar el valor de los inmuebles".
Las primeras reacciones al nuevo real decreto se conocieron ya ayer por la tarde y se complementarán a primeras horas de hoy. El resto de entidades financieras que no comunicaron ayer sus previsiones, presentarán a las 8.30 horas en la CNMV el impacto que producirá la aplicación de la nueva norma en sus cuentas. La reacción del mercado será determinante.
Uno de los objetivos de esta medida, según el ministro de Economía, Luis de Guindos, es el mismo que argumentó en febrero cuando se aprobó el primer real decreto de la reforma financiera. Que finalicen las dudas sobre la salud de la banca, que fluya el crédito y que solo queden entidades fuertes y solventes. La banca es escéptica, cree que la demanda de crédito solo se producirá cuando mejore la situación económica, y al aumentar las provisiones se deteriorará más una ya débil cuenta de resultados. Pero al margen de estas críticas, todas las fuentes financieras coinciden. En una primera lectura "la nueva norma desincentiva las fusiones. Justo el efecto contrario que pretende el Gobierno".
Un ejecutivo de una entidad que tiene sobre la mesa una operación corporativa argumenta que con la nueva vuelta de tuerca a las provisiones "lo que se produce es una penalización en el capital. Si te fusionas con una firma peor, con una baja cobertura y con fuerte impacto en sus recursos propios tras aplicar la nueva norma el resultado es un efecto negativo, desincentivador, al producirse una mayor merma en tu capital". Otro ejecutivo que también tiene en sus manos otro proceso de fusión incluye otra variable. "Ahora se han hecho unos cálculos sobre el impacto de las nuevas provisiones, pero la experiencia dice que al final el efecto siempre es superior".
BMN, Liberbank, Unicaja e Ibercaja habían paralizado cualquier posible proceso de fusión entre ellas a la espera de analizar el efecto del real decreto publicado el sábado. Hoy lunes tienen una nueva cita con Economía para explicarle sus planes. Pero parece que el Gobierno está totalmente decidido a que estos cuatro bancos medianos se unan en una sola firma.
Hasta ahora las cuatro entidades han ido sorteando las pretensiones de Economía. Consideran inviable una fusión a cuatro bandas cuando aún no han finalizado sus primeras integraciones. La unión de Ibercaja y Caja 3 está prácticamente en sus inicios, y la de Unicaja y Caja Duero España sigue sin terminar de concretarse. Solo BMN y Liberbank han dado el paso y tienen un borrador con un potencial acuerdo de unión.
Pero la presión de Economía aumenta de grados según pasa el tiempo. La salida de Rodrigo Rato de la presidencia de Bankia, forzada por el Gobierno, ha puesto un punto de inflexión en este proceso. "Si han empujado a Rato a dejar Bankia, Economía puede hacer lo mismo con el presidente que se resista a sus planes", reconocía el jueves un directivo de una de estas entidades.
Y puede que esté en lo cierto. El ministro de Economía, Luis de Guindos, lo mismo que su mano derecha, el secretario de Estado Fernando Jiménez Latorre, quieren eliminar cualquier atisbo de personalismo que impida cumplir con una medida que consideran fundamental para devolver la confianza del mercado en el sector financiero.
Si han nacionalizado Bankia, han aprobado crear bancos malos y han cedido a las presiones del BCE y del Fondo Monetario Internacional (FMI), "cómo no van a cumplir con sus objetivos y terminar de una vez con los personalismos de unos directivos que puedan frenar una fusión como pretenden", afirma un experto financiero.
Los presidente de estos cuatro grupos: Carlos Egea (BMN), Amado Franco (Ibercaja), Manuel Menéndez (Liberbank) y Braulio Medel (Unicaja) han jugado tanto juntos a las cartas, conocen tan bien las debilidades y fortalezas de cada uno de ellos, y las tripas del cuarteto de estas entidades, que solo accederán a firmar una fusión "por fuerza mayor", reconoce un directivo de una de estas firmas. Si Economía logra su objetivo, estas entidades crearán el quinto banco español.