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Tribuna
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El expolio de la democracia

Ha sido cuestión de horas. Mariano Rajoy aludía a la posibilidad de inyectar fondos públicos para sanear el sector financiero y, poco después, Rodrigo Rato dejaba Bankia. No ha hecho falta más información para que vuelva la pesadilla protagonizada por el siniestro dueto, la banca y los políticos, que no escarmientan ni nos dejan tranquilos. ¿Es posible que esta historia no acabe nunca? Vamos a refrescar la memoria.

En el año 2008 España ya estaba en crisis. El estallido de la burbuja subprime contribuye, aún más, a alimentar la sensación general de incertidumbre y alarma social frente a la que, naturalmente, hacía falta explicar qué se podía esperar. Ante esta situación excepcional, en la que convenía ser prudente, el sector financiero español no duda en insistir sobre su solvencia y solidez, y asegura que no había necesidad de ampliaciones de capital o de fusiones. El Gobierno de Zapatero, instalado en su permanente estado freudiano de negación de la evidencia, opta por apoyar el mito, escoltándolo con sus frecuentes vaticinios casi mesiánicos. En abril de 2009 el expresidente aseguraba que "es probable que lo peor de la crisis económica haya pasado ya".

Sin embargo, como es natural, la verdad tiene la mala costumbre de salir a la luz, y cuando lo hace suele tener peor aspecto que lo deseado. La sensación general era que tanta solidez y solvencia sonaban, por lo menos, sospechoso.

Sin embargo, la exministra Elena Salgado ofrecía a principios de junio de 2009 unas noticias asombrosas: "No hay ninguna caja que necesite ser intervenida. Problemas no tiene ninguna. Si la situación económica se prolongara durante algún tiempo, alguna podría llegar a tenerlos. Pero no hay ninguna identificada". Apenas tres semanas más tarde se creaba el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB); los bomberos del sector financiero, que tenía como fin peritar los daños y fomentar la reestructuración de las entidades de crédito con problemas.

Durante 2010 y 2011 se interviene el sector financiero. Es durante este periodo en el que se advierte la verdadera dimensión del desastre: la larga connivencia entre la banca y la política había tenido unas consecuencias dramáticas desde el punto de vista económico, pero aún peores desde un punto de vista moral. Esto se constataba a diario. El deterioro progresivo del país, la preocupación y el malestar iban acompañados de una escalada de mentiras, en las que se aseguraba la solvencia del sistema financiero español, su fortaleza para hacer frente a las pérdidas causadas por la crisis, la gran confianza existente en la economía española y el convencimiento de que no estaba en riesgo a pesar de las turbulencias financieras.

La situación hacía inevitable un cambio de Gobierno, y así ocurrió. Los nuevos tiempos venían coreados de promesas de eficacia y transparencia. Pero la euforia dura siempre poco y hasta los más incondicionales terminan aceptando que, al final, todos mienten. La semana pasada, siendo todavía presidente de Bankia, Rodrigo Rato aseguraba en un acto del día de la Comunidad de Madrid que la entidad se encuentra "en una situación de mucha robustez desde el punto de vista de solvencia y también desde el punto de vista de liquidez".

Tan solo dos días antes el vicepresidente de CEOE y consejero de Bankia, Arturo Fernández, era invitado al programa de Ana Pastor, en TVE. Al menos fue sincero en algo: "Mire usted, yo no soy experto en banca, pero estoy en un banco, precisamente… soy consejero de un banco". Tras ello aseguró que el banco que preside Rodrigo Rato está saneado y que no necesita ni dinero público ni fusionarse con otras entidades para salir adelante.

Sí, son los mismos y es la misma historia repetida. No me cansaré de decirlo, nos están expoliando la democracia. La situación que vivimos hace tiempo que ha trascendido una mala coyuntura económica. Es, antes que nada, el reflejo de nuestra debilidad ante esa especie de dictadura de la mentira, la incompetencia y el abuso.

Este es el verdadero cáncer de nuestro país y, mientras eso no cambie, es muy improbable que nos empiecen a ir mejor las cosas.

Carlos Buhigas Schubert. Analista político y especialista en asuntos europeos

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