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Columna
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Un apoyo limitado a la deuda española

Las operaciones de carry-trade están vivas y bien en España e Italia. Los bancos están adquiriendo deuda soberana gracias a la ola de liquidez de los préstamos baratos a tres años del BCE. Pero los bancos locales no pueden financiar a Madrid y Roma indefinidamente, y con los mercados todavía alterados, el dinero podría disiparse antes de lo esperado.

Los bancos españoles e italianos han pedido prestados 220.000 millones y 140.000 millones de euros del nuevo dinero, respectivamente, bajo las facilidades del BCE. Hasta ahora, han utilizado principalmente el dinero en efectivo para reemplazar los bonos en manos privadas que vencen o para comprar deuda del Gobierno. Eso ha permitido a los dos países continuar prestando cuando los inversores internacionales son escasos. En teoría, esto podría mantenerse por un rato. RBC estima que los bancos españoles tienen un remanente de 82.000 millones de liquidez del BCE, el doble de los 41.000 millones que Madrid necesita todavía obtener este año. Como algunos inversores, especialmente los domésticos, son propensos a cambiar los bonos del Gobierno con vencimiento por otros nuevos, España solo podría necesitar 20.000 millones de dinero nuevo.

Por otra parte, a pesar del reciente derroche, los bancos tienen margen para aumentar sus participaciones. Los bonos soberanos solo representan el 7% del total de activos del balance en España y un 7,8% en Italia. En 1999, la participación en ambos países estaba por encima del 10%. En Japón, es el 23%. Sin embargo, es poco probable que grandes bancos como Santander, BBVA y Unicredit aumenten su exposición a la deuda soberana. Los bancos más pequeños se enfrentan menos al escrutinio de los mercados, pero también tienen menos liquidez de sobra. Además, los bancos tienen más necesidades apremiantes: los prestamistas españoles deben refinanciar cerca de 65.000 millones este año y hay pocas perspectivas de que sean capaces de recurrir a los mercados al por mayor.

El carry-trade no es sostenible para bancos o Gobiernos. A menos que los inversores extranjeros regresen, los nuevos compradores como el BCE o el fondo de rescate de la eurozona tendrán que intervenir.

Por Neil Unmack y Fiona Maharg-Bravo

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