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Tribuna
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Necesidad de consenso en tiempos de grave crisis

Los Presupuestos aprobados por el Gobierno español el pasado viernes aparecen en una situación crítica de la economía española. Tras la crisis mundial que empezó en 2008, la economía española ha vuelto a entrar en recesión, aunque la confirmación oficial no llegará hasta que el INE publique los datos del PIB del primer trimestre de 2012. Estas crisis sucesivas se están dando junto con una deuda total de las Administraciones públicas, familias y empresas no financieras que en porcentaje sobre el PIB ha pasado del 256,0% en 2007 al 290,6% en el tercer trimestre de 2011; porcentaje que es superior al de países como Portugal, Italia y Grecia. Junto a esto, se están consolidando expectativas de que será necesario un rescate del sistema financiero español y de que el mismo Estado, al igual que Grecia, Irlanda y Portugal, necesitará acudir a los fondos públicos europeos. En los recientes acuerdos entre España y la Comisión Europea se ha convenido reducir el déficit público desde el 8,5% del PIB en 2011 al 5,3% en 2012 y al 3% en 2013.

En este marco económico, la Bolsa española no ha recogido la recuperación producida en otros países y el diferencial de la rentabilidad de la deuda española en títulos a 10 años en relación con la alemana viene situándose sobre los 3,5 puntos porcentuales. Esto ocurre a pesar de la gran cantidad de dinero que el BCE ha facilitado a los bancos, con la que las entidades financieras españolas están comprando fuertes cantidades de deuda pública. Todo lo anterior pone de manifiesto la poca credibilidad que nuestros acreedores y los países del área euro, que son los que han de aportar el dinero para el fondo de rescate europeo, tienen sobre la economía española.

La situación es de nueva recesión económica -que de acuerdo con las predicciones del Boletín de Inflación y Análisis Macroeconómico (BIAM) de la Universidad Carlos III, durará todo el año 2012-, gran endeudamiento y de falta de confianza internacional en la economía española. Esta situación, a su vez, genera un bucle muy nefasto. La recesión y la falta de crédito internacional a los tipos que obtienen los países considerados muy solventes retrasa la recuperación económica y, ante la falta de expectativas de crecimiento sobre la economía española, se acentúa la recesión y la desconfianza externa sobre nuestra economía. La salida de esta mala situación que se retroalimenta requiere una doble acción conjunta, corregir los desajustes en el endeudamiento de la economía y avanzar en la línea de una producción que sea competitiva a nivel internacional.

La situación descrita es grave, pero no debe generar pánico o resignación, que ayudan muy poco o incluso dificultan la salida de la crisis. Debe llevar al desarrollo de una conciencia realista que propicie la reflexión en todo el espectro social para acordar las medidas más idóneas que impliquen el menor mal social posible e induzcan al consenso y cooperación político-social para ponerlas en práctica.

Las restricciones presupuestarias van a suponer una caída sin precedentes en el consumo público -sueldos de los empleados y compras de bienes y servicios del sector público- en 2012, que el Gobierno estimaba en euros constantes (corregida de inflación) en un 11,5%, cuando contemplaba una reducción del déficit hasta el 5,8%. Con ello, la caída del PIB no será inferior a la del 1,7% estimado por el Gobierno. Dada la situación económica descrita anteriormente, la reducción presupuestaria no está en cuestión, lo que puede ser objeto de análisis y de debate es su composición en el recorte de gastos y aumento de impuestos. Junto a las restricciones presupuestarias, la situación económica y su proyección futura requieren reformas en determinadas estructuras sociopolítico-económicas que se han revelado como ineficientes e incluso como obstáculos para el crecimiento económico. El debate sobre las reformas estructurales y la reducción presupuestaria es complejo y debe ser profundo y orientado por estudios de expertos. Este debate es muy conveniente, pues realizado en el ambiente comentado, podrá generar medidas más eficientes y equitativas, máxime cuando los recortes de gastos y subidas de impuestos del actual presupuesto pueden ser insuficientes.

Al mismo tiempo, es urgente, pero solo la conciencia social de encontrarnos en una situación económica grave es la que puede llevar a exigir a los responsables políticos, económicos y sociales que se desarrolle un ambiente de discusión fundamentada que conduzca a los pactos que esta economía necesita para generar credibilidad y poder salir con menos dificultades de la crisis. La necesidad de estos pactos posiblemente no se aprecia en estos momentos, sin embargo cuanto antes se comience a trabajar por ellos mayores serán sus resultados.

Antoni Espasa. 'Boletín de Inflación y Análisis Macroeconómico' de la Universidad Carlos III

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