Renfe, el gran salto a la modernidad
De una red obsoleta a la alta velocidad; de una organización decimonónica a la libre competencia
Renfe ha experimentado una transformación de gran calado, tanto en su organización como en los servicios que presta. En 1978 su cuota en el transporte de mercancías y viajeros apenas alcanzaba el 7% y la compañía se planteó la rentabilidad económica de la red. En poco tiempo se clausuraron líneas y estaciones y se aprobó el Plan de Transporte Ferroviario (PTF), donde la empresa definía el concepto de cercanías, impulsaba los trenes de mercancías puros y los intermodales y eliminaba los puntos conflictivos de la red, como el acceso a Andalucía, que se acabaría convirtiendo en el inicio de una nueva era para el ferrocarril. Fue el comienzo de la alta velocidad española (AVE).
La transformación del ferrocarril se inició a partir de la adhesión de España a la UE
"Renfe ha contado con los beneficios del atraso relativo. Es decir, las compañías ferroviarias europeas realizaron sus inversiones tras la Segunda Guerra Mundial; en nuestro caso, la inversión llegó tras la adhesión de España a la UE. Esto nos permitió incorporar la tecnología más vanguardista del momento. Hoy quizá disponemos de los mejores ferrocarriles de Europa", indica Miguel Muñoz, director del Museo del Ferrocarril. A la vez, la organización corporativa decimonónica de Renfe desapareció y se sustituyó por unidades de negocio. La compañía se preparaba así para el siguiente paso: la liberalización del sector. Renfe dejó de existir como empresa estatal de ferrocarriles en 2005. La nueva Renfe Operadora es una entidad explotadora más de la red, mientras que el Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) gestiona las vías. "El avance hacia el escenario de libre competencia es tímido, pero pronto asistiremos a fusiones de empresas ferroviarias europeas y a la creación de redes de carácter europeo", concluye Muñoz.