El autoconsumo, tabla de salvación de la fotovoltaica
El sector espera que el Gobierno dé en breve luz verde a la medida que permitirá al consumidor generar su propia energía y vender la que no use a la red.
Quedan pocas semanas, según ha trascendido desde el Gobierno, para que se ponga en marcha una auténtica revolución en la forma de generar y de consumir energía eléctrica en España. La fórmula mágica se llama balance neto. Dicho de otra forma, es la posibilidad que tendrán los consumidores de generar su propia electricidad, volcar a la red el excedente de aquella que no utilicen y descontarse la que no han consumido de su factura de la luz. Es el autoconsumo que ya se va instalando en el vocabulario del sector energético, sobre todo de la solar fotovoltaica, atenazada aún más por la reciente moratoria que el Ejecutivo ha impuesto a las primas que recibe esta industria.
Esta medida destruirá 10.000 empleos en cuestión de meses, según alerta la Unión Española Fotovoltaica (Unef), federación que agrupa a las cuatro patronales del sector, e impondrá el cierre de plantas, una sangría que ya dura dos años, desde el recorte a estas primas que dictó el Gobierno de Rodríguez Zapatero.
"El sector, que está parado, se podría dinamizar con el autoconsumo", explicó esta semana Jorge Morales, miembro de la junta directiva de Unef. Este colectivo ha presentado sus propuestas al Gobierno para afinar las condiciones que regirán la relación entre el usuario que se acoja a este sistema y la compañía eléctrica.
Sin primas, el balance neto se antoja una salida de emergencia para la solar fotovoltaica, tanto que esta industria reclama "que se imponga ya". "Esperar seis meses sería demasiado tiempo, porque la moratoria afecta directamente a los pequeños instaladores y el autoconsumo podría relanzar su actividad", insistió Morales. Por el momento, la posibilidad de generar y consumir la energía eléctrica producida por uno mismo a partir de paneles solares o de minieólica es solo un borrador del real decreto que espera
ser analizado en la Comisión Nacional de Energía (CNE) desde noviembre pasado. Lo preparó el anterior Gobierno y abre la puerta a que los consumidores puedan independizarse de las compañías eléctricas, ya que una vivienda podría generar hasta el 60% de la electricidad que consume y ahorrar en la factura de la luz.
Con una inversión de 3.500 euros, una familia podría disponer de una pequeña instalación fotovoltaica y consumir electricidad en el mismo lugar donde la genera. En este detalle reside una de las claves de las ventajas del autoconsumo, porque ahorra costes a la red de transporte de electricidad, que se evita así viajar desde una central nuclear o una hidráulica hasta el punto de consumo. En la hipótesis de que el autoconsumo generara el 60% de la demanda, el usuario ahorraría hasta un 3% inicial en el recibo de la luz.
Desde Unef se insiste en que el peaje que deberá abonar el consumidor a la compañía eléctrica por utilizar la red debería tener en cuenta ese ahorro, así como la merma de las primas a las renovables, que actualmente están incluidas en el peaje que pagan los consumidores al sistema.
En cualquier caso, siguen abiertas muchas interrogantes, como si el usuario deberá pagar por las pérdidas de electricidad o por la capacidad que ocupe. Dentro del sector se insiste en que este balance neto sería equitativo si la energía que el consumidor produce se valorase al mismo precio que la que consume y no al precio de mercado, como está ahora previsto en el borrador, lo cual es tanto como decir que una central nuclear compite en iguales condiciones que una pequeña instalación de tres kilovatios. Añaden desde esta industria que el autoconsumo reduciría en un 10% las pérdidas en el transporte de electricidad, que cuestan 2.000 millones de euros al Estado.
Tal y como está diseñada por el momento la norma, el autoabastecimiento energético se limita a instalaciones de 100 kilovatios, pero el sector ve insuficiente esta capacidad porque impide de facto a comunidades de vecinos o polígonos industriales contratar una sola instalación en régimen de autoconsumo. De hecho, el actual borrador solo prevé el balance neto para usuarios particulares. Por ello, desde Unef se pide "liberar el tamaño máximo de las instalaciones" hasta un megavatio. De esta forma, arguyen, se lograrían ahorros en la construcción y en el mantenimiento de la planta. De hacerse compartido, podrían incluso imaginarse cubiertas de edificios públicos con placas, lo cual supondría ingresos nuevos para las maltrechas Administraciones locales y autonómicas.
El avance de la tecnología solar fotovoltaica avala la petición del sector, como defiende Unef, de pedir incentivos fiscales para su desarrollo. La industria se apoya en que es la tecnología renovable que más ha logrado reducir sus costes, hasta un 70% desde 2008, cuando las primas alcanzaron su cenit y la burbuja empezó a pincharse.
"Como a la fotovoltaica le quedan cuatro años para ser competitiva, parece lógico que hasta 2016 el Gobierno devuelva parte de las inversiones a través de incentivos fiscales", reclama Morales.
El objetivo de la ayuda es que se puedan crear nuevos empleos, para compensar los que se están destruyendo por la moratoria a las primas, y de paso desarrollar industria local. Precisamente, otra de las peticiones de Unef es que las instalaciones se acojan a un sistema de certificación que acredite que se han fabricado en Europa. "Francia e Italia anunciaron la semana pasada medidas en esta dirección", añadieron desde esta federación.
El principal escollo para el consumidor doméstico es que el retorno de la inversión es de aproximadamente unos 16 años, un periodo demasiado largo en plena crisis.
Aunque el avance de la tecnología ha alargado la vida de las instalaciones hasta 25 años, lo cual hace del autoconsumo una inversión segura, "la coyuntura económica dificulta el acceso a la financiación, por eso será difícil que el usuario invierta con un retorno tan a largo plazo", explican desde la patronal, que espera una pronta respuesta del Gobierno.
Objetivos europeos. Vital para lograr el 20% de renovables en 2020
Sigue pendiendo sobre la Unión Europea su exigente proclama de que el 20% del suministro de electricidad en los Veintisiete sea de origen renovable en el año 2020. España no podrá cumplir su aportación a este objetivo común de no contar con el autoconsumo, como indican desde la patronal de las patronales solares fotovoltaicas.Con la regulación parada y sin horizonte más allá de 2013, la eólica, por ejemplo, mermará su aportación al sistema eléctrico, que hoy supera el 30% del total de fuentes de energía. Si los consumidores pudieran instalar minieólicas en sus viviendas, no solo ahorrarían en su factura eléctrica, sino que además inyectarían energías renovables en la red.La tecnología del viento y la solar fotovoltaica son las que más se beneficiarían de la introducción de esta fórmula en España, porque esta permitiría el desarrollo de pequeñas instalaciones de poca potencia. Con una inversión de 3.500 millones de euros, una familia tendría acceso a una instalación de 1,5 kilovatios de potencia, lo que le proporcionaría el 60% de su consumo. El sector industrial podría abastecerse hasta en un 80% de su demanda.
Otras experiencias. Una revolución que se expande
Estados Unidos, Japón e Italia figuran entre los países que han incluido el sistema de balance neto, con matices, en su sistema de generación eléctrica. Hasta 43 estados de la unión americana contemplan este esquema, que en algunos casos ha empujado a los consumidores a rechazar las primas porque les son menos rentables.Italia es probablemente el país más generoso por el momento, porque el usuario que inyecta un kilovatio a la red deja de pagar uno equivalente que consume del sistema eléctrico.En Japón, el mercado energético se apoyaba hasta el accidente de la central de Fukushima en la energía nuclear, muy cara, así que el Gobierno promovió la autogeneración de electricidad para reducir costes. En 2009, este país registró una potencia de 500 megavatios de solar fotovoltaica.Alemania sí concede primas por cada kilovatio/hora de consumo propio para privilegiar esta vía a la venta de energía. En este modelo, el productor recibe una subvención de 25 céntimos de euro por cada kilovatio de electricidad fotovoltaica autoconsumida. Los ingresos por consumo superan aquellos por la venta de energía eléctrica.