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Minijobs, Felipe González y José Luis Feito

La propuesta defendida por la CEOE de un nuevo contrato a tiempo parcial de 15 horas semanales y sólo 400 euros es la cuantificación de un instrumento recurrente en el debate laboral en España. La esencia del invento ya funcionó en 1984, defendido por Felipe González, con una situación económica crítica, aunque en absoluto tan dramática como la actual.

Ahora se han llamado "minijobs", y entonces se llamaron contratos temporales, aunque por el camino se han ensayado contratos de aprendizaje bien diferentes que han tenido un éxito relativo, tanto en los ochenta como en los noventa del siglo pasado. Pero la esencia del contrato temporal cuando se planteó, en los ochenta, y los minijobs de ahora, es bastante simétrica: altas tasas de paro juvenil, crisis económica muy severa y necesidad de recurrir a fórmulas devaluativas del coste laboral, ya sea por los salarios, las cotizaciones o el despido.

Los contratos temporales no causales se pusieron en marcha en 1984, en el Acuerdo Económco y Social que firmaron el Gobierno de Felipe González, la CEOE cuya cabeza acababa de tomar José María Cuevas, y la UGT que lideraba Nicolás Redondo. El acuerdo estaba almidonado con un pacto de control salarial bastante relativo que a la larga, aunque ayudó a controlar la inflación, también supuso ganancias de la renta real disponible de los trabajadores.

El contrato de fomento de empleo, temporal sin otra limitación que los 36 meses de duración, realizado por periodos más cortos prorrogables y sin necesidad de demostrar causalidad, fue el instrumento laboral que sacó al colectivo de jóvenes del desempleo masivo y los puso a trabajar, desencadenando un fuerte crecimiento económico que a su vez generaba más empleo. Contaba, hasta que se atajó tal posibilidad, con cotización para generar seguro de paro, y fue siempre defendido por Felipe González: "Los jóvenes deben decidir si quieren tener un contrato, aunque sea temporal, o no tener contrato, no tener empleo".

Ese razonamiento es el mismo que ahora ha hecho el responsable de Política Económica y Financiera de la CEOE, José Luis Feito: "Es preferible 'minijobs' a maxiparo", dando a entender que existen pocas alternativas reales para dar empleo a cantidades tan ingentes de parados que mayoritariamente tienen edades juveniles. A su juicio, sin ensayos de este tipo que reduzcan el coste del factor trabajo con un contrato a tiempo parcial como el diseñado por la CEOE, habrá un "paro eterno, maximo y descomunal".

Las cifros de desempleo juvenil en 1984 y ahora son bastante parecidas, quizás más elevadas hoy por la masiva incorporación de jóvenes y mujeres al mercado de trabajo y al proceso formativo. Pero también es cierto que las condiciones de la actividad económica son hoy más adversas que entonces desde todos los puntos de vista.

Ante la falta de instrumento de reducción del coste de producción en España, salvo por un convencimiento general de que hay que buscar los efectos de una devaluación en una rebaja de todos los costes de producción (el salarial es ni más ni menos que la mitad del PIB), habrá que idear instrumentos alternativos para solucionar franjas de problemas. Pero seguramente la CEOE haría mejor en tratar de solucionar todo el problema, en estudiar el contrato fijo único, con escala indemnizatoria en función de la duración del contrato, porque despejaría una de las dudas fundamentales de los empleadores: el temor a un coste del despido excesivo.

La CEOE debería explicar porqué este tipo de contrato, que respeta las consdiciones para quienes ya estén contratados, no le parece adecuado.

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