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Tribuna

Educar para aprender

La educación, en sentido amplio, sufre en España una profunda crisis de identidad. A los viejos problemas de financiación se une ahora la problemática de la equidad, la valoración y la calidad, así como el encaje en una sociedad individualista y poco participativa. El resultado a día se hoy se plasma en una comunidad educativa docente cada vez más desmotivada, un alumnado sin apenas arraigo dentro de dicha comunidad, un sector familiar desconectado de la dinámica escolar y una valoración social bajo mínimos. En esencia, se pueden distinguir cuatro categorías de problemas: a) financiación, b) equidad e igualdad de oportunidades, c) modelo de escuela y d) valoración social e implicación familiar.

España logró, bajo el mandato de los sucesivos Gobiernos socialistas, la universalización y aparente gratuidad de la educación primaria y secundaria, y una muy generosa cofinanciación de la universitaria. Sin embargo, la financiación de la educación por habitante en España siempre ha estado muy por debajo de la media de la OCDE. Por ejemplo, España es uno de los países que menos fondos públicos dedica al tramo 0-3 años, esencial para un buen modelo de conciliación de la vida profesional y familiar y que lastra el acceso de la mujer al mercado laboral.

Primaria y secundaria

En el tramo de educación primaria y secundaria, el déficit de financiación es muy abultado, pues apenas llega al 4% del PIB, frente a inversiones que llegan al 8% o incluso al 10%, como en Noruega o Francia. Por último, el tramo universitario es donde, en términos relativos, se ha invertido más, al menos en el continente, con la proliferación de multitud de universidades nuevas, y sin que el coste de la matrícula haya experimentado una subida suficiente para acercar más el coste real al coste efectivo por alumno.

En el campo de la equidad e igualdad de oportunidades, el drama es aún mayor. El modelo establecido, híbrido de educación pública, concertada y privada, fue una clara concesión a la Iglesia católica y está produciendo una segmentación clara de alumnos, por renta, lugar de nacimiento o problemas incluso físicos y psíquicos. La dejación de funciones de la alta inspección educativa del ministerio es flagrante ante la violación sistemática de la ley por parte de los colegios concertados en materia de cobro ilegal de cantidades a las familias y proceso de selección del alumnado.

En lo que respecta al modelo de escuela, estamos convirtiendo a la escuela en un centro de repetición de contenidos, productivista y sin dar la oportunidad a que salga a flote la creatividad de los alumnos y su sentido crítico. Aquí se podía coger el ejemplo de la Institución Libre de Enseñanza que educaba, más que instruía, y fomentaba, sin libros de texto dirigistas, la lectura, la educación física, la participación, la creatividad y el sentido crítico.

Docentes solitarios

Por último, la sociedad ha dejado solos a los docentes en su tarea, en parte por la desidia de las familias, que consideran la escuela como un parking de niños/as. Su escasa valoración y remuneración está haciendo que la escuela en general, pero la pública en particular, se esté despoblando de las mejores mentes y capacidades.

En resumen, la solución implica una revolución en el modelo educativo, rompiendo los conciertos y transformando la escuela española en una escuela pública laica o privada pura, al estilo francés, con una suficiencia de fondos en su parte obligatoria, detrayendo fondos de la universitaria, y con un modelo educativo que genere ciudadanos libres, críticos, maduros y bien formados, y donde el conjunto de la sociedad valore a la comunidad educativa como se merece y las familias participen.

Alejandro Inurrieta. Economista y director de Inurrieta Consultoría

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