Hay dinero suficiente
La directora gerente del FMI valoró hace unas semanas como ilimitado el margen de maniobra de los bancos centrales. Totalmente de acuerdo sobre esta afirmación en teoría. Los principales bancos centrales han multiplicado su balance en la crisis (la pasada, la actual la misma) entre dos y tres veces. ¿Por qué no pensar en volverlo a aumentar otro tanto en un futuro cercano? Al final, lo que sea necesario para crear mercado. Para dar liquidez, al mismo tiempo que vencer la aversión actual al riesgo de los inversores internacionales.
Ante la paradoja de un mundo, el financiero, sin liquidez cuando la abundancia de liquidez es lo que caracteriza en estos momentos a las carteras de los inversores, la prioridad de los bancos centrales es evidente: luchar contra el riesgo de una contracción de crédito. El temor, compartido aparentemente por el FMI, es que la desconfianza ante la crisis de deuda europea se convierta en un factor recesivo a nivel mundial. El peligro, advertido por el secretario del Tesoro norteamericano, es que la combinación de desconfianza sobre la solvencia de muchos países, la debilidad de su banca, la interconexión entre las entidades financieras a nivel mundial y una rápida desaceleración económica a nivel internacional, conlleve una profundización de la gran crisis financiera de tres años atrás. En este caso, deberíamos cambiar el título de esta nota por este otro: ¿hay suficiente dinero?
En los últimos días he intervenido en muchos debates tratando de buscar soluciones a la crisis soberana en Europa. Identificado el problema, la solución parece clara. O lo que es lo mismo, todos conocemos al enfermo, cuando su diagnóstico parece evidente. En teoría lo es. Pero lo complicado es ponerlo en la práctica (y que nuestro enfermo no fallezca por un accidente). Lo que falla es el propio euro. Es preciso crear nuevas infraestructuras que nos lleven a una mayor coordinación fiscal. No es fácil y mucho menos rápido, desde una perspectiva política nacional. Demasiados los países que deben aprobarlo, renegociándolo más tarde por los Gobiernos en sus respectivos Parlamentos. Meses, frente a semanas. Años si hablamos de una integración fiscal plena.
¿Son un atajo los eurobonos? Claro que sí. Pero, lamentablemente, tampoco parece una solución factible plena. Aunque bien diseñados pueden ser utilizados para temas concretos y por un importe delimitado. En definitiva, el ajuste fiscal es una parte del problema actual; la necesidad de aumentar el crecimiento potencial, recuperando tasas de crecimiento sostenibles, puede llegar a ser un reto mayor en un contexto como el actual. Inversión, productividad y demografía, al mismo tiempo que se reduce el apalancamiento. No es fácil. Pero imprescindible para recuperar la confianza de los mercados.
Entre tanto, será el BCE el que debe proporcionar toda la liquidez necesaria a la banca europea. Y debería ser el EFSF el que la diera a aquellos Estados que presentan limitaciones para financiarse, en términos de cantidad y precio. O que precisan recapitalizar a su banca. Me temo que en este caso los 442 billones de euros no serán suficientes. ¿Y una cifra superior a los 2 trillones de euros? La mera especulación sobre esta posibilidad fue un balón de oxígeno para los mercados ayer. Ya estamos hablando de mucho dinero. La combinación de tiempo, dinero y reformas sería la solución a medio plazo de la crisis de deuda europea. Pero el problema es cómo repartir el importe anterior. Estamos hablando del 20% del PIB europeo, del 70% del PIB alemán y más del 100% del PIB francés. Aunque es cierto que a nivel europeo no habría aumento bruto de la deuda pública, muchos países deberían asumir un deterioro considerable de sus cifras de deuda. ¿Están preparados sus Gobiernos para hacerlo?, ¿su población para aceptarlo?
Por otro lado, lo que también es evidente es que el coste de la crisis no reconducida aumenta con el tiempo. Como decía al principio, la restricción del crédito puede llevar a una vuelta a la recesión a buena parte de los países europeos en los próximos meses. La intensidad y profundidad de esta recaída dependerá de las medidas que tomen por las autoridades europeas. Pero, como una bola de nieve cada vez mayor, ya podemos hablar de un riesgo evidente para el crecimiento mundial. Y de una crisis financiera internacional, también de confianza, que corre el riesgo de convertirse en incontrolada. No estoy seguro de que hubiera suficiente dinero en este caso.
José Luis Martínez Campuzano. Estratega de Citi en España