Alemania marca los tiempos y el coste de la factura
La delicada situación en la que la crisis soberana coloca al sistema financiero europeo provoca, a su vez, una desconfianza en los mercados que impide a las entidades acceder a capital privado. Algo que les permitiría recapitalizarse y asegurar su situación, recuperando la confianza de los inversores. Este círculo vicioso hará muy difícil a las firmas bancarias afrontar por sí solas un proceso de depreciación de los títulos soberanos, no digamos ya el de un escenario de quita del 80% sobre las emisiones públicas. La conclusión es que serán los Estados quienes deban hacer frente al desafío con fondos públicos.
Un reciente informe de UBS señala, no obstante, que solo un empeoramiento de la crisis de la deuda soberana europea convencerá a los Estados de que deben iniciar la operación y, sobre todo, correr con el importe de la factura. "A Alemania, la crisis soberana no le había perjudicado hasta ahora, y para que esto se arregle, Alemania tiene que sufrir", resume de forma más prosaica el economista de un banco londinense. "Al tener sus bancos tanta deuda griega, cuando se vean en peligro, todo se va a activar. Al final se pactará un día para que Grecia anuncie el impago parcial, y para esa fecha las entidades que lo necesiten habrán recibido el capital necesario como para no verse afectadas", vaticina. Quién pondrá el dinero sobre la mesa está por definir. "Todo dependerá de si hablamos de recapitalizar solo la banca alemana, o la francesa, o si estamos hablando de un proceso a nivel europeo", matiza Francisco Uría, socio responsable del sector financiero en KPMG. En este segundo escenario, que algunos analistas consideran preferible porque ayudaría a despejar definitivamente las dudas sobre el sector, entrarían en acción las competencias del nuevo fondo de rescate europeo (EFSF). El problema es que este proyecto, que convertiría al fondo en una herramienta permanente de la UE capacitado para ayudar a países o entidades en problemas, tan solo existe sobre papel, de momento, y exige que los países de la UE terminen de ponerlo en marcha.
Sin embargo, en los círculos patronales de los bancos y las cajas españolas defienden que el sector financiero nacional ya ha hecho sus deberes -o se encuentra terminándolos- y apuestan por la intervención selectiva en las entidades más expuestas a la deuda griega. Eso excluiría a la banca española, que solo tiene 400 millones. Otra cosa sería asumir la depreciación de la deuda lusa, de la que tienen 5.400 millones.