Europa trata de evitar otro Lehman Brothers
La UE se prepara para encajar la suspensión de pagos de Grecia y para tener lista otra oleada de capital en la banca que evite el colapso.
Tres años se acaban de cumplir desde que la quiebra del banco de inversión norteamericano Lehman Brothers marcara el inicio de la peor crisis financiera y económica desde hace casi un siglo. Sin haber terminado de encajar el golpe, entidades y estados contemplan ahora cómo la historia puede estar a punto de repetirse. La suspensión de pagos de Grecia, que de forma más o menos controlada todos dan ya por sentada, podría provocar una reacción en cadena -desde el primer banco acreedor al último ciudadano europeo- que justificaría, por sí sola, el temor del Fondo Monetario Internacional a que el planeta se vea abocado a una segunda recesión. "Las presiones soberanas amenazan con reactivar un círculo vicioso entre el sistema bancario y la economía real", ha advertido el organismo. Una segunda tormenta perfecta que Europa está dispuesta a capear inyectando más capital a la banca.
Dejar caer a Lehman en septiembre de 2008 desencadenó un colapso financiero que llevó a los Gobiernos a recapitalizar masivamente al sistema financiero. EE UU puso en marcha inmediatamente un plan de rescate de 700.000 millones de dólares. Reino Unido hizo lo propio. En el resto de Europa cada país valoró daños y estableció ayudas selectivas en función de las necesidades de cada entidad. La factura para el Viejo Continente ascendió a 184.000 millones de euros, según Credit Suisse. El coste del actual terremoto soberano está aún por definir y es hoy por hoy la gran incógnita para el mercado, pero los ministros de Economía de la UE ya han asumido que, 36 meses después de Lehman, es momento de volver a inyectar capital al sector.
Garantizar con dinero público la estabilidad del sistema bancario requerirá volver a elevar el ya cuantioso endeudamiento de los países europeos, inmersos en una dura batalla por controlar el déficit. Solo Francia ya gastó unos 20.000 millones en sanear la exposición de su banca al descalabro de Lehman, calcula BNP Paribas. Si la factura actual está en dicha línea, es de prever que el nuevo esfuerzo a costa del contribuyente obligue a los Gobiernos a aumentar los sacrificios de austeridad que ya sufre la población. Un modelo, defendido a hierro desde Bruselas, que el Nobel de Economía Paul Krugman equiparaba esta semana en el International Herald Tribune a las purgas de sangre que se aplicaban a los enfermos en el medievo. Nuevos recortes dificultarían aún más la recuperación del crecimiento, y colocarían a Europa al borde de una segunda recesión, cuando aún pelea por salir de la primera. He ahí, el círculo vicioso del FMI.
"Grecia se puede acabar convirtiendo en otro Lehman", asegura Ignacio Moreno, analista de Citi. "Sin embargo, los bancos están ahora mejor, están menos apalancados...", explica el experto, convencido de que la experiencia de la crisis subprime ayudará en algo a solventar esta. "En cualquier caso", concluye, "cualquier solución tendría que estar totalmente coordinada". La clave, coincide Daniel López Argumedo, de Finagentes, es que recapitalización de la banca se haga en paralelo a la aplicación de un rescate definitivo de Grecia. Si el futuro griego continúa en el aire, la amenaza podría extenderse a países de mayor peso en la zona euro, elevando el coste para la banca y exigiendo nuevas recapitalizaciones.
Para los analistas de Credit Suisse, la quiebra de Lehman y la crisis soberana son parte de un mismo proceso que obliga a reinventar el sector. Solo la factura de la crisis soberana, calculan, costará 213.000 millones. Pero si se le suma el coste de cumplir los exigentes requisitos de solvencia de Basilea III, y se le añade un blindaje ante futuras dudas y sobresaltos soberanos, la inyección de capital necesaria ascendería a 400.000 millones de euros. A EE UU, el rescate post Lehman le costó 500.000 millones de euros.
Desde la patronal de banca española, la AEB, instan a Europa a acelerar todo el proceso, pues mientras la desconfianza reine en el Viejo Continente, argumentan, el mercado interbancario seguirá cerrado, impidiendo la recuperación del sector y, por ende, de la economía real. Sin embargo, Europa dista de tener los deberes hechos. Dejando de lado su incapacidad para solucionar el descalabro griego, establecer las necesidades reales de capital que soportará la banca en el proceso exigirá, asume el FMI, un análisis exhaustivo de cada entidad.
El primer problema radica en saber cuánto valen realmente los 83.000 millones de euros de deuda helena que albergan los balances de la banca europea. Día a día, según crece el perfil de insolvencia del país, el papel impreso en Atenas pierde valor. Según los cálculos del FMI, esta depreciación supone ya un riesgo para el sistema financiero europeo de 60.000 millones de euros. Un problema que afectaría principalmente a la banca francesa y a la alemana, con unos 9.900 y 7.300 millones de euros en emisiones helenas, según Goldman Sachs.
Si el cálculo tiene en cuenta la pérdida de valor de las emisiones de los tres países rescatados -Grecia, Irlanda y Portugal- el deterioro en las carteras de la banca alcanzaría 80.000 millones, y hasta 200.000 millones si se incluyen los títulos españoles e italianos, los últimos en sufrir el ataque de los mercados. Por si fuera poco, se estima en otros 100.000 millones adicionales la pérdida de valor de la deuda emitida por los bancos de la Europa periférica. Unas pérdidas latentes que, según el FMI, la banca no está reflejando de forma fidedigna.
El portafolio de deuda soberana de las entidades europeas se divide en tres partidas. La cartera de negociación (un 12% del total según cálculos del FMI a partir de los datos del test de estrés) se valora a precio de mercado diariamente. Debería ocurrir lo mismo con el montante que se clasifica de disponible para la venta (49%), pero el Consejo Internacional de Estándares Contables (IASB) ha denunciado que algunas entidades europeas utilizan mecanismos internos de valoración, más optimistas que los del mercado. Las firmas españolas, por su parte, aseguran que el Banco de España sí les obliga a tasar esta partida conforme al dictamen del mercado. Por último, la parte que se conserva hasta vencimiento (39%) se apunta en los libros a valor nominal, una práctica que el FMI invita a replantear.
De hecho, uno de los factores más criticados de los test de estrés a los que se sometió la banca europea en julio es que las pruebas apenas contemplaban la depreciación en las carteras de deuda, pese al duro ajuste que han sufrido las emisiones periféricas en el mercado. El comisario de Mercado Interior y Servicios, el francés Michel Barnier, reclamó el jueves que se recapitalice no solo a los bancos que suspendieron los test de estrés, sino también a los 16 aprobados más débiles -incluyendo siete firmas españolas- lo que fue rechazado por Banco de España, que aduce que él ya ha cumplido. La banca española, a su vez, asume que con solo 400 millones de deuda helena, son otros quienes deben sanearse.
Finalmente, el impacto que soporte el sistema financiero europeo dependerá de la quita que se aplique sobre el montante que adeuda Grecia. Esta vía fue aprobada por Bruselas el 21 de julio cuando la UE decidió implicar al sector privado en un nuevo rescate, que aspira a ser definitivo. Ante la imposibilidad de Atenas de hacer frente a sus pagos, se optó por reducir un 21% el montante adeudado, a través de un canje de los bonos actuales por otros de larga duración y menor cuantía. Pero la parálisis de Europa para lanzar el salvavidas a Grecia, unida a la saña demostrada por los mercados durante agosto, ha dejado obsoleta esta cifra. Los expertos, que la consideran a todas luces ya insuficiente, hablan ahora de quitas de entre el 50% y el 80%, cuando el 21% adoptado ni siquiera contaba aún con el apoyo de todas las entidades, que debían dar su consentimiento una a una. El peligro más grave, que algunos analistas llegan a cifrar en pérdidas de 300.000 millones, radica en que Europa fracase en el cortafuegos heleno y la aplicación de quitas se generalice sobre la deuda de todos los países de la periferia europea. Muchos expertos rechazan por "apocalípticos" estos estudios, que llegan a barajar quitas del 50% en la deuda de todos los países periféricos, pero mientras Europa echa cuentas, las peores hipótesis asustan al mercado.
Las cifras
83.000 millones de euros es el valor nominal de la cartera de deuda griega que tiene la banca.50% o hasta el 80%, es el porcentaje de quita que se prevé que se termine aplicando sobre los títulos helenos.