El CSN remite a la UE los primeros test de resistencia de las nucleares españolas
El Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) tiene de plazo hasta hoy para analizar y enviar a la UE los informes requeridos a las centrales españolas, a raíz de la catástrofe de Fukushima, para medir la resistencia ante un accidente severo. Aunque el resultado es aún preliminar y la última palabra la tendrá este organismo, las eléctricas certifican la seguridad de las instalaciones.
Las grandes compañías eléctricas propietarias del parque nuclear español entregaron a mediados de agosto al CSN el resultado de las pruebas de resistencia que han realizado sobre las centrales que gestionan, y que fueron aprobadas por la Unión Europea (UE) y organismos como la asociación de reguladores de Europa Occidental (Wenra, en sus siglas en inglés). La decisión se tomó tras la catástrofe ocurrida en el complejo atómico de Fukushima, en Japón, el 11 de marzo.
El CSN dispone hasta hoy para analizar y remitir a la Comisión Europea estas primeras evaluaciones preliminares realizadas por las empresas, según la instrucción técnica complementaria que este organismo remitió el pasado mes de junio a las titulares de las instalaciones: Endesa, Iberdrola, Gas Natural Fenosa y HC Energía, y más concretamente, a las dos primeras, que son las que gestionan las ocho plantas en funcionamiento.
Distintas fuentes empresariales aseguran que la pruebas "no muestran debilidad alguna en el parque nuclear español y que el nivel de seguridad se adecua a las exigencias" de los llamados test de estrés. En cualquier caso, todas las fuentes consultadas insisten en que debe ser el regulador el que certifique este extremo. Con todo, añaden en una de las afectadas, la experiencia servirá con toda probabilidad para "ampliar los márgenes de seguridad y para aplicar mejoras" y que de ella se derivarán "inversiones específicas".
Probablemente, de las pruebas de estrés se deriven nuevas inversiones en las instalaciones
Por el momento se trata de informes preliminares de cada una de las centrales, que deben convertirse en definitivos antes del 31 de octubre con la información que el organismo que preside Carmen Martínez Ten les reclame, si lo considera necesario. A partir de esa fecha, y hasta finales de año, el organismo regulador podrá hacer sus revisiones "de un modo completamente independiente", según la instrucción técnica. Posteriormente, las conclusiones deberán ser analizadas por los supervisores nucleares europeos, que disponen de otros tres meses para publicar el resultado sobre el grado de seguridad del parque europeo.
Las eléctricas españolas consideran que han hecho un gran esfuerzo para responder a los requerimientos del CSN. Se trata de "revaluaciones" a las que se someterán todas las nucleares del ámbito de la UE, que consisten en comprobar la respuesta o resistencia de una central nuclear frente a situaciones extremas.
Más exactamente, ante sucesos "creíbles" en el emplazamiento (terremotos, inundaciones y otros fenómenos naturales); pérdidas de las funciones de seguridad (quedarse sin refrigeración o calor, o ambas cosas a la vez), así como aspectos relacionados con la gestión de la seguridad (que el reactor o las piscinas de almacenamiento del combustible gastado se queden sin refrigeración o que se rompa la vasija de contención del núcleo).
Para el caso de pérdida de energía eléctrica, las pruebas de resistencia en marcha tendrán en cuenta también otros sucesos que puedan desencadenar un accidente, por ejemplo, las grandes perturbaciones de la red eléctrica o incendios forestales. Precisamente, la falta de energía fue la que determinó la gravedad del accidente de las centrales de Fukushima, ya que, aunque inicialmente superaron el maremoto, el tsunami que le siguió las dejó sin suministro impidiendo la refrigeración de los reactores, la mayoría de los cuales acabaron fundiéndose.
Entre la desconfianza y el objetivo de agotar los márgenes de seguridad
El accidente de Fukushima del pasado 11 de marzo llevó a los organismos encargados de la seguridad nuclear, y a la Unión Europea, a poner en marcha una serie de pruebas de resistencia con el fin de tranquilizar a la opinión pública. La decisión, sin embargo, puede tener la lectura contraria: ¿por qué analizar la seguridad del parque nuclear europeo tras Fukushima, cuando se presuponía que las normas de supervisión ya lo hacían seguro?Sea como fuere, los test de estrés se pusieron en marcha a comienzos de verano para agotar, según sus promotores, cualquier resquicio de accidente, mientras los más críticos consideran que las exigencias se han edulcorado y que todo quedará en un simple simulacro.Las pruebas tienen como fin revaluar los márgenes de seguridad de los sistemas de protección existentes e identificar mejoras adicionales para mitigar accidentes por encima de las bases establecidas en el diseño inicial de las plantas. Especialmente, las referidas a inundaciones (por avenidas o rotura de presas cercanas), terremotos, accidentes severos o pérdida de la refrigeración de las centrales nucleares.El alcance técnico de las pruebas se definió teniendo en cuenta los escenarios que se produjeron en el caso de Fukushima y en los que coincidieron varios sucesos que desencadenaron la catástrofe y los fallos múltiples.La revisión resultante de cada organismo regulador será puesta en común por los reguladores europeos en los primeros meses de 2012. Para garantizar la independencia, equipos de expertos de varios países revisarán los informes nacionales, pudiendo, en caso necesario, realizar inspecciones sobre el terreno.
Las cifras
8 son las centrales nucleares que componen el parque español, tras el cierre de Vandellós I por un accidente grave, y de Zorita, después de cumplir su vida de diseño.20% es la electricidad generada por estas plantas respecto al total de la producción eléctrica en 2010. En total, 62.000 GWh.