El dorado emergente
Estos mercados podrían moderar sus tasas de crecimiento en la próxima década
Una de las grandes decisiones de inversión estratégicas que se le han venido planteando a los inversores en los últimos años (desde grandes inversores institucionales como fondos de pensiones a carteras de inversores privados) es la exposición o asignación que deben tomar a activos (de renta variable y renta fija) emergentes.
La cuestión sigue de plena actualidad porque si echamos la vista atrás, en la última década las diferencias de rentabilidad han sido extraordinarias. En el gráfico grande central pueden observar por ejemplo cómo se comparan los índices Lipper (que representan las medias de comportamiento de los fondos en una categoría) de Bolsa emergente global y Bolsa emergente latinoamericana frente al índice de Bolsa europea. Así, mientras que un inversor en un fondo o cesta de fondos de renta variable emergente latinoamericana de comportamiento medio habría acumulado en los últimos 10 años una plusvalía en euros de más del 180%, estaría sufriendo una minusvalía de casi el 12% en el caso de los fondos de Bolsa europea. La comparativa negativa para los mercados desarrollados no es muy diferente si tomamos en consideración el índice para la Bolsa norteamericana.
No obstante, si entramos a analizar un poco más en detalle el recorrido o evolución de este comportamiento se observa un hecho muy significativo. Durante la última gran crisis, que llevó a los países desarrollados a la mayor recesión desde los años treinta del siglo pasado pero que en una buena parte de países emergentes solo supuso desaceleraciones desde un nivel de fortísimo crecimiento o en el peor de los casos contracciones leves, las Bolsas emergentes sufrieron incluso mayores caídas que las desarrolladas. Así, las pérdidas de los fondos de renta variable emergente en bastantes casos superaron el 60% desde los máximos anteriores de 2007 mientras que en el caso de los fondos de Bolsas de países desarrollados solo superaron el 50%.
El contra argumento utilizado por los defensores de los emergentes es que la mayor volatilidad del activo queda más que compensada por su superior potencial de rentabilidad, que puede llevarle a recuperar la totalidad de las pérdidas sufridas en un corto periodo de tiempo, en contraposición a la Bolsa de los "lentos" países desarrollados. Sin embargo, el análisis del comportamiento de nuevo pone de manifiesto que a día de hoy, casi cuatro años después de que tocaran máximos al final del ciclo alcista anterior, la Bolsa emergente no ha sido capaz de consolidar un nivel superior. Por el contrario, tras la corrección de la primera parte de este año se encuentra sensible mente por debajo y (pese al manido argumento del largo plazo) cuatro años son muchos años para mucha gente.
Hechas estas puntualizaciones no se puede negar el hecho del muy superior comportamiento de los emergentes frente a los de los países desarrollados. No son pocos los analistas y gestores que defienden que es poco menos que un crimen no aumentar de manera estratégica la asignación a Bolsa (y deuda) emergente en los próximos años o incluso década. Por ello, una de las cuestiones que se plantean en el mundo de la asignación de activos es si los emergentes lograrán repetir el exceso de rentabilidad que han disfrutado en la pasada década. La respuesta se encuentra en gran medida en la macroeconomía... Y en la política.
Para analizar esta cuestión procede centrar la mirada en China por su peso y papel decisivo en el devenir de muchas economías emergentes. La gran pregunta doble es si es sostenible el actual modelo de crecimiento de la economía china y si puede realizar una transición relativamente suave hacia un modelo y nuevas fases de su desarrollo económico. En este respecto les llamo la atención tanto sobre un reciente informe de Euroasia Group, titulado China's Great Rebalancing Act, como sobre qué nos dice la historia de los países en desarrollo (algunos de ellos ahora desarrollados). Lo que se puede concluir es que el actual modelo de crecimiento basado en la exportación de productos básicos y en las disparatas tasas de inversión no es sostenible y que el necesario rebalanceo hacia otro modelo más basado en el consumo se presenta lleno de dificultades. Estas son de índole económica pero en el caso chino existe un agravante político que viene dado por un gobierno autoritario no democrático que puede llevar a que las dificultades económicas temporales devengan en espirales de agudas crisis políticas.
Los promotores de la bondad de la continuación en la próxima década de las altísimas tasas de crecimiento del PIB chino -y ante la evidencia histórica de que las economías emergentes no son capaces de sostener tasas de crecimiento de ese calibre durante varias décadas ininterrumpidas- suelen invariablemente derivar de una manera u otra en sus argumentos hacia la peligrosa creencia del this time is different o esta vez es diferente. La realidad es que nunca lo es.
Juan Manuel Vicente Casadevall, EAFI Kessler & Casadevall Asesoramiento Financiero
Puntos clave
Algunos de los principales países emergentes, con China a la cabeza, y a pesar del mensaje de prudencia proporcionado en el artículo, han sentado unas bases fuertes que a pesar de las turbulencias les permitan seguir creciendo y desarrollando a un ritmo superior que los países desarrollados.Dicho esto, en la próxima década es probable que registren una tasa de crecimiento media sensiblemente inferior a la disfrutada en la pasada.Además de los problemas internos, si se cumple el escenario de un largo ciclo de bajo crecimiento en los países desarrollados que vengo apuntando desde hace tiempo, estos países soportarán un lastre adicional vía demanda externa.