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Tribuna
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El incierto futuro del sector bancario español

Joaquin Maudos

Si bien la banca española afrontó la actual crisis desde una situación inicial de fortaleza, la intensidad y duración de la crisis ha pasado factura y ha obligado a tomar medidas de gran calado como la aprobación del FROB, el cambio en la ley de cajas de ahorros y la exigencia de mayores niveles de capital.

Sin embargo, a pesar de todas las medidas implementadas, los mercados siguen sin confiar plenamente en la solidez del sector bancario español como demuestra el hecho de que en los últimos meses ninguna entidad española haya podido colocar deuda en los mercados internacionales. Y en meses anteriores, solo las entidades de mayor tamaño lo consiguieron pero a tipos elevados.

Como constata un reciente informe de la Fundación BBVA y el IVIE, la falta de confianza en el sector bancario español no está basada en una menor rentabilidad y eficiencia ya que la información que aporta el Banco Central Europeo sitúa a la banca española en las primeras posiciones del ranking de la UE-15. El problema de fondo es la elevada exposición a las actividades inmobiliarias (casi el 60% del crédito al sector privado está concentrado en el ladrillo, a lo que hay que añadir unos 70.000 millones de activos inmobiliarios que hay en los balances de las entidades), a la menor capacidad futura de absorber pérdidas como consecuencia del reducido crecimiento de la economía, a la elevada tasa de paro, a las necesidades de recapitalización de algunas entidades y la elevada deuda externa de las entidades. Con una concentración tan elevada del negocio en el sector inmobiliario, caídas en el valor de esos activos y aumentos de su morosidad exigirán nuevos saneamientos que lastran aun más la cuenta de resultados.

Sin embargo, los problemas del sector bancario español no son generalizables a todas las entidades ya que existe un elevado grado de heterogeneidad dentro del sector.

En concreto, en términos de necesidades de capital, las exigencias del Banco de España se concentran en un reducido número de entidades que representan la tercera parte de los activos totales del sector. Algunas de ellas ya han cumplido con las exigencias apelando al mercado o a sus bancos matrices y al resto se les está agotando el plazo para conseguir el capital en el sector privado, por lo que no tendrán más remedio que aceptar el capital público del FROB.

Para que los mercados vuelvan a confiar en el sector bancario español es necesario continuar avanzando en la aplicación de las medidas aprobadas (como la reestructuración del sector de las cajas de ahorros y el consiguiente recorte de oficinas y empleo), ampliar el saneamiento ya realizado e inyectar cuanto antes el capital que necesitan algunas entidades. Además, es necesario incrementar aún más la transparencia informativa para que los inversores puedan identificar mejor las entidades con problemas, evitando que las debilidades de algunas contaminen la imagen del resto. Desgraciadamente, la imagen de España no está en sus mejores momentos por lo que hay que evitar a toda costa que paguen justos por pecadores en el acceso a la financiación internacional.

Conviene no olvidar que el elevado nivel de endeudamiento externo de la banca española (su deuda externa representa el 76% del PIB y en torno al 45% de toda la deuda externa de la economía española) plantea un problema de financiación en las actuales circunstancias que obliga a pagar tipos elevados y a apelar a la financiación del Banco Central Europeo, como demuestra en este último caso el aumento cercano al 10% que ha tenido lugar en julio.

Los retos a los que se enfrenta el sector bancario español para recuperar su normal funcionamiento son múltiples y deben ser abordados sin dilación. Solo de esa forma se podrá poner fin a las restricciones crediticias a las que están sometidas empresas y familias. Junto con las medidas ya comentadas, es necesario mejorar la gobernanza de las cajas de ahorros profesionalizando sus órganos de gobierno y reduciendo la presencia de consejeros con perfil político en los consejos de administración de algunos de los nuevos grupos bancarios creados por las cajas. Hasta la fecha, las tres entidades que han sido intervenidas son cajas de ahorros y en todas ellas la diligencia en la gestión ha brillado por su ausencia

Finalmente, la crisis ha demostrado la importancia de la diversificación geográfica del negocio bancario para amortiguar sus efectos. En el caso español, los dos principales grupos bancarios (Santander y BBVA) presentan unos ratios económico-financieros más sólidos en términos de rentabilidad, solvencia y morosidad, gracias al menor peso que el mercado nacional tiene en su negocio. Por ese motivo, el proceso de reestructuración en curso que ha generado entidades mucho más grandes, debe representar una oportunidad para que, una vez superados los problemas actuales, inicien en el futuro una estrategia de internacionalización, creciendo en distintos mercados y diversificando el riesgo.

Joaquín Maudos. Catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia e investigador del IVIE

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