Guardianes de los tesoros que compartimos
La sede del Instituto del Patrimonio Cultural asume las restauraciones más complejas y exigentes.
Un paseo de unas horas en un día cualquiera por el Instituto del Patrimonio Cultural, con salas de trabajo que combinan de manera curiosa el aire de un laboratorio de CSI y el de un taller artesano medieval, permite ver de cerca maravillas como las siguientes: un manuscrito de Quevedo, otro de Lope de Vega; cuadros de Zurbarán, Goya y Murillo; vestimentas coptas medievales, entre las mejor conservadas del mundo; modelos anatómicos del siglo XIX elaborados en papel maché; cerámica vetona del castro de Las Cogotas, en Ávila; tesoros eclesiásticos, fotografías centenarias, esculturas iberas y pergaminos medievales.
El Instituto, encargado de velar por el tesoro histórico español, tiene entre sus misiones la de ocuparse de restaurar obras en situaciones especialmente complicadas. Su director, Alfonso Muñoz, explica que entre las propuestas que cada año les llegan de museos, organismos de comunidades autónomas o incluso particulares, un comité selecciona actuar en unas 300, "bien por su importancia artística o bien porque la actuación tiene un importante factor de innovación, supone un esfuerzo interdisciplinar y nos va a aportar conocimiento".
Un sencillo ejemplo sirve para ilustrar su aseveración: los trabajos que actualmente coordinan, in situ, en el Museo del Aire de Cuatro Vientos, en un hidroavión Dornier de la Segunda Guerra Mundial. Para recuperar el interior original es necesario hablar con expertos del periodo, consultar el amplio archivo fotográfico del Instituto y poner en juego a expertos en materiales de la época.
"Uno de los principales retos es el de ser pioneros en la restauración de los nuevos objetos y materiales que se incorporan al patrimonio artístico. Otro buen ejemplo de estas complicaciones es el encargo que tenemos para el Alto Horno de Sestao", explica Muñoz. Como en otras obras que es necesario acometer fuera del Instituto, sea una naumaquia de la batalla de Lepanto de 9x6 metros del Museo Naval o el artesonado de una iglesia gótica, la tarea de los expertos del instituto es la de realizar un informe y supervisar posteriormente las labores.
En el caso de trabajos de corte arquitectónico, las obras se sacan a concurso y la empresa ganadora trabaja luego bajo la supervisión de los técnicos del organismo público. Según Muñoz, "tenemos la suerte de que en España hay empresas de nivel mundial con absolutas garantías para la ejecución de estas tareas".
Entre los 120 técnicos que trabajan para el Instituto -arquitectos, restauradores, arqueólogos...- también hay unos cuantos profesionales que son referente internacional en su campo. Un ejemplo de ellos es Antonio Sánchez Barriga, que se encarga de la restauración de grandes lienzos. Fue uno de los implicados en uno de los trabajos que Muñoz destaca como más impresionantes desde que está al mando: el salvamento de un zurbarán que se encontraba prácticamente comido por las termitas.
"En general, el mayor trabajo lo causan las restauraciones anteriores mal hechas. Claro, hay que ser comprensivo con las limitaciones técnicas de cada época, pero ahora nos encontramos que muchos de los problemas vienen por entelados posteriores de mala calidad, cuando el lino o cáñamo originales son fantásticos, o de repintes o barnices, o del empleo de colas que hoy no pueden desprenderse", explica Sánchez-Barriga, al que encontramos en la sala de grandes lienzos tomando las muestras de un Bayeu del claustro de la catedral de Toledo.
Un 'goya' en un rastrillo
Todavía sigue en la sala un goya que ha sido una de las últimas tareas de su equipo: un retrato de Francisco Saavedra, secretario de Estado con Carlos IV y Fernando VI. "Nos lo trajeron enrollado, porque había aparecido en un rastro tras ser robado de la iglesia de Sacromonte a la que pertenece", dice. En la limpieza se ha producido un fenómeno habitual: han aparecido una chimenea y unas decoraciones de fondo de las que no se tenía constancia.
Aún más sorprendentes son los descubrimientos que se llevan a cabo en la sala de radiografías. Precisamente un goya ha sido recientemente noticia: el Retrato de Jovellanos en el Arenal de San Lorenzo pasó por Patrimonio antes de la exposición del centenario del político en Gijón, y las radiografías descubrieron que fue pintado en una tela que Goya ya había empleado previamente para un retrato de mujer que, a lo que se ve, no vendió.
"Los pintores hacían esto con alguna frecuencia porque estos lienzos eran caros", explica Tomás Antelo, el responsable de las radiografías del Instituto, que muestra la de un retrato femenino que ocultaba, esta vez, todo un grupo de guerreros, que por sus cascos podrían ser cartagineses. Esta herramienta resulta decisiva para descubrir los daños internos de los cuadros y determinar cuál era la composición original, la que impregnó a fondo el lienzo, aunque a veces muestran estas sorpresas.
Policromía
Uno de los trabajos del Instituto que dará más que hablar es la restauración de la policromía del Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago: "Los expertos han quedado sorprendidos de la riqueza de colores que se oculta bajo el polvo y la suciedad", explica Alfonso Muñoz. Estará terminado en 2013.
El terremoto de Lorca supuso el debut de la Unidad de Emergencias
Pocas horas después del terremoto que asoló Lorca el pasado mayo, partía de Madrid la nueva Unidad de Emergencias y Gestión de Riesgos del Patrimonio Cultural. El objetivo era evaluar las actuaciones necesarias de manera inmediata para salvar el patrimonio de la ciudad que estuviera más dañado por el movimiento sísmico. Los puntos que se decidieron reforzar desde esa misma noche fueron la torre del espolón del castillo, partes de la muralla y la cúpula de la iglesia de Santo Domingo. En apenas unos días, equipos de Acciona, bajo la dirección de un arquitecto que ya ha trabajado en patrimonio en la zona, Francisco Jurado, llevaban a cabo las primeras labores, y se conseguía financiación también de Ferrovial, Aldeasa y las cajas de ahorros para presupuestar un millón de euros para un plan de recuperación que se prolongará en los próximos cinco años, incluyendo más refuerzos para el castillo y la reconstrucción del dañado Museo de Arqueología."La idea de esta Unidad surgió el pasado año, cuando tuvimos que acudir a revisar unos daños en la muralla de Toledo", explica la directora general de Bellas Artes, Ángeles Albert. A lo largo de 2010, por ejemplo, Patrimonio actuó en ocho emergencias distintas, por lo que se estimó necesario crear una estructura propia que diera respuesta a estas situaciones. "No existen unidades similares en el mundo, aunque países como Chile, México o Japón tienen reguladas las reacciones ante situaciones de este tipo", comenta Albert. En el caso de Lorca, ninguno de los bienes dañados son de titularidad estatal, por lo que la Unidad solicitó y obtuvo el permiso de las autoridades locales para actuar.Otro caballo de batalla de Bellas Artes en este sentido es el de la prevención, sobre la que el ministerio ha publicado varios manuales específicos. En particular, inquietan los bienes de la Iglesia situados en lugares poco visitados.
El peso de la cultura en la economía
Ángeles Albert admite que hay quien encuentra un tanto frívolo que, en medio de un desastre natural como el de Lorca, se destinen esfuerzos a la recuperación del patrimonio. "Sin embargo, se pierden de vista dos cosas: que la atención necesaria a las personas no es incompatible con que haya quien también se ocupe de los monumentos, y el peso que tiene el patrimonio para la economía española".Los datos que facilita Ángeles Alastrué, subdirectora general de Protección del Patrimonio Histórico, señalan que el sector aportó un 1,2% del PIB. Los siete millones de turistas que visitaron España para conocer el patrimonio cultural -un 13,4% del total- dejaron a su vez 5.871 millones de euros, sin olvidar que la mitad de los turistas restantes realizaron alguna visita de este tipo. En conjunto, el patrimonio supone de esta forma aproximadamente un 4,5% del PIB, más de 61.000 millones de euros.España es el país del mundo con mayor número de lugares declarados como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Sin embargo, los propios españoles no parecen apreciar del todo la riqueza de nuestro pasado, ya que son en cambio apenas un 7,2% de los viajes domésticos los que se realizan con la cultura como motivación.