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Columna
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Idas y venidas en la banca europea

Que los tipos interbancarios en Europa estén más altos es algo bueno. Mientras las entidades de crédito reducen su dependencia del BCE, unas tasas en aumento son la señal de que las cosas están volviendo a la normalidad. Sin embargo, los tipos crecieron considerablemente en enero y volvieron a caer a principios de febrero. La volatilidad pone de relieve los desafíos de sacar al sistema financiero europeo de su modo poscrisis.

En los últimos años, el BCE ha estado proporcionando a los bancos una gran cantidad de liquidez de repuesto. Los bancos han tendido a percibir más de lo que necesitan -un fenómeno llamado exceso de liquidez-. Pero a medida que el banco central cierra gradualmente el grifo, los bancos tendrán que pedir prestado más dinero en el mercado. Esto es lo que ha parecido suceder en enero. Durante el mes pasado, los bancos redujeron el exceso de liquidez de 106.000 millones de euros a solo 7.500 millones, el nivel más bajo en 18 meses. Eso ayudó a empujar hacia arriba el tipo interbancario a un día -llamado Eonia- de 0,4% a 1,3%. Pero entonces el mercado fue marcha atrás. Los bancos se apresuraron a incrementar sus préstamos del BCE, empujando el exceso de liquidez a 40 millones. El tipo a un día ha caído desde entonces hasta el 0,5%.

Las razones de este comportamiento no son claras. Una explicación es que los bancos se están desenganchando del BCE. En ese caso, los giros recientes son parte de la vuelta a la normalidad. Otra posibilidad es que algunos bancos estén siendo animados -tal vez por sus bancos centrales nacionales- a reducir los préstamos del BCE. Después de todo, el BCE ha dejado claro que quiere tomar medidas contra las entidades de crédito "adictas" que dependen excesivamente de su financiación. Una tercera teoría es que uno o más bancos se hayan quedado sin garantías aceptables. El BCE ha introducido recientemente mayores recortes en las garantías de menor calificación, dificultando que los bancos débiles tomen prestadas grandes cantidades.

Cualquiera que sea la verdadera razón, hay dos conclusiones. En primer lugar, es demasiado pronto para decir que el sistema bancario europeo ha vuelto a la normalidad. En segundo lugar, la recuperación va a ser volátil mientras los bancos dejan el goteo del BCE. La esperanza es que una nueva ronda de pruebas de estrés e inyecciones de capital refuercen el sistema y alivien las preocupaciones de financiación. Hasta entonces, lo anómalo puede ser lo normal.

Por Neil Unmack

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