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Columna
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El tamaño sí importa en los bancos

El problema de "demasiado grande para quebrar" está resultando muy difícil de solucionar. El mundo de los reguladores reconoce la necesidad de hacer frente a los grandes bancos que representan un peligro para el sistema financiero. Pero la cumbre del G-20 ha culminado sin ninguna decisión acerca de qué instituciones están en esa categoría, por no hablar de la obligación de cómo mantener capital adicional. Las autoridades locales deben tener cierta flexibilidad para interpretar las reglas. Pero a menos que haya un estándar global claro, el problema del riesgo moral persistirá.

El peligro que representan los bancos "demasiado grandes para quebrar" es quizá el mayor desafío que enfrentan los reguladores financieros. Debido a que su colapso podría hundir al mundo en otra crisis como la de Lehman, grandes entidades cuentan en la actualidad con el apoyo implícito de los contribuyentes. Esto les permite pedir prestado más barato que sus rivales pequeños, fomentando la renovación de riesgos. Una solución es obligar a los bancos a la reestructuración de manera que puedan aliviar la herida sin el apoyo de los contribuyentes. Pero esto significa reescribir las leyes nacionales de insolvencia, un proceso que tardará años en completarse.

La mejor solución es que los bancos estén más seguros, obligándoles a tener más capital. Esto tiene el beneficio añadido de anular la ventaja de financiación que disfrutan en la actualidad. Pero hay poco acuerdo sobre el tamaño que el colchón debería tener o la forma que debe adoptar. Algunos países actúan de forma independiente: Suiza ha declarado que UBS y Credit Suisse deberían tener una tasa de capital Tier 1 del 19%, casi tres veces el mínimo impuesto por las nuevas normas de Basilea; aunque buena parte puede ser en forma de capital contingente.

Otros países son más reacios a identificar a sus bancos "demasiado grandes para quebrar" o para ser explícitos, acerca de cuánto capital adicional tendrían que tener. Hay algo de mérito en esto. Los reguladores nacionales pueden animar, si quieren, a los grandes bancos a reestructurar mediante la imposición de un colchón más bajo en aquellos que puedan demostrar una amenaza menor. Pero a menos que haya un estándar global, los bancos se verán obligados a impulsar un trato más indulgente para los reguladores locales. A pesar de que es difícil llegar a un consenso, los "demasiado grandes para quebrar" siguen siendo muy importantes para ignorar.

Peter Thall Larsen

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