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Análisis

España esquiva la segunda crisis de la deuda

El mercado presiona a Irlanda y Portugal, pero esta vez el peligro de riesgo sistémico es mucho menor.

Creo que la crisis que afecta a España y a la zona euro en general ha terminado", manifestaba esta semana el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero durante su visita a EE UU. Un optimismo que los inversores no comparten tal y como evidencia la escalada de tensión que se ha vivido en el mercado de deuda europeo esta semana. La desconfianza sobre Irlanda y Portugal se ha acrecentado, las primas de riesgo de ambos países alcanzan cotas históricas, y si bien España ha conseguido desligarse del grupo de países que más miedo genera, los expertos advierten que lo peor de la crisis probablemente aún no ha pasado.

La prima de riesgo de España concluyó en los 180 puntos básicos el viernes y si bien es cierto que ha caído desde los máximos de junio -220-, sigue en cotas elevadas en un momento en el que aún no se descarta que el mecanismo de rescate de la UE deba ser activado si persiste la tensión sobre Irlanda y Portugal, países cuyos bonos a 10 años ya cotizan a más del 6%, un punto por encima de lo que cobraría el fondo (5%) a los países que soliciten préstamos.

"España ha conseguido afrontar los compromisos de pago en julio. El mercado lo ha valorado bien y ha comenzado a centrarse en los problemas de Irlanda y Portugal pero sigo siendo pesimista. Los fundamentales son lo que importa y siguen siendo débiles. No descarto nuevos episodios de volatilidad", advierte Jamie Stuttard, responsable de renta fija de Schroders.

España sin duda ha comprado tiempo. El paquete de medidas de ajuste fiscal anunciado en mayo -entre ellas la reducción de las retribuciones del sector público un 5% de media, una reducción de la inversión pública estatal y ahorro en las Administraciones públicas-, la fijación de un techo de gasto (122.022 millones de euros) para los Presupuestos Generales de 2011, la aprobación de la reforma laboral y la vuelta a la senda del crecimiento han contribuido a mejorar la percepción de riesgo del país. Eso sin contar con la gran ayuda que ha supuesto la publicación de los test de estrés a la banca a la hora de reducir las dudas sobre la solvencia del sector financiero.

El mercado valora las medidas tomadas y ha dado una tregua a España para centrar sus miedos en los problemas de Irlanda y Portugal, países cuyas primas de riesgo superaron los 400 puntos básicos esta semana, un nivel que Grecia rebasó en enero para continuar con una escalada estratosférica que situó el diferencial en 965 puntos básicos meses después, una cota insostenible que terminó forzando en mayo el rescate del país, al cerrarse por completo su capacidad de financiación.

Esta segunda oleada de la crisis es diferente. Los problemas de Grecia arrastraron a todos los países periféricos, llegaron incluso a afectar a Francia en determinados momentos, provocaron el desplome tanto del euro como de la Bolsa y cerraron los mercados mayoristas. "No es un momento de tensión sistémica tan preocupante. La Bolsa está fuerte y España e Italia aguantan mejor", añade Stuttard. "Esta vez el corto plazo no se pone en duda gracias a las ayudas", comenta Quentin Fitzsimmons, especialista en renta fija de Threadneedle. El mecanismo de apoyo aprobado por la UE en mayo y dotado con hasta 750.000 millones de euros para salvaguardar la moneda y rescatar a países afectados ha ayudado a contener el nerviosismo. El euro, de hecho, lejos de caer a los niveles de 1,19 que marcó en junio ha repuntado hasta los 1,347 esta semana, favorecido por la debilidad de EE UU.

"Una repetición con Irlanda de la tormenta desatada por Grecia es poco probable", asegura Goldman Sachs. "Los riesgos de refinanciación ya están en los precios para Irlanda". En esta ocasión, además, el BCE puede mitigar la tensión comprando deuda directamente en el mercado, un programa que se puso en marcha en mayo y mediante el cual ya ha realizado compras por valor de unos 60.000 millones.

La tensión sobre Irlanda, sin embargo, va en aumento y el país se ha convertido junto con Portugal en el foco de tensión. El mercado teme que la reestructuración del sector bancario irlandés suponga un coste excesivo a las arcas públicas y dificulte los objetivos marcados por Irlanda para reducir su déficit, un miedo que se acentuó esta semana tras la publicación de los datos de PIB del segundo trimestre. La economía irlandesa se contrajo un 1,2% con respecto a los tres primeros meses del año y se revisaron a la baja las cifras de crecimiento del primer trimestre hasta el 2,2% desde el 2,7% debido a la contracción de la demanda, la caída del consumo y la inversión.

La noticia no pudo venir en peor momento pues las dudas sobre la solvencia de la banca irlandesa y en particular los interrogantes que rodean a Anglo Irish Bank, entidad que fue nacionalizada en 2009, llevan semanas en el punto de mira. Barclays, por ejemplo, cifra el coste de reestructuración del sistema financiero irlandés entre el 24% y el 31% del PIB -entre 38.000 y 48.000 millones-, de los cuales Anglo Irish necesitaría entre 25.000 y 35.000. Está por ver, además, si el gobierno irlandés deja de respaldar la deuda de esta entidad a final de mes, un temor que acrecentó aún más el nerviosismo. "Si diluyen o dejan de ofrecer garantías podría ser un precedente para otros países", avisa Fitzsimmons.

En este contexto, las ventas de deuda irlandesa se aceleraron el viernes, lo que situó la prima de riesgo del país en los 413 puntos básicos. Irlanda, no obstante, pudo seguir financiándose en el mercado esta semana, eso sí a un precio elevado. Emitió 1.500 millones en bonos a cuatro y ocho años a tipos medios del 6,023% y del 4,05%, al tiempo que colocó también otros 400 millones en letras con vencimiento en febrero y abril de 2011 a tipos medios del 1,907% y 2,23% respectivamente. Operaciones que suscitaron mucha demanda.

Portugal, el otro protagonista de esta segunda oleada de la crisis, también centró las ventas esta semana por temor a que no logre cumplir sus objetivos tras la decepción que causó el incremento del déficit fiscal en agosto -aumentó a 9.190 millones-. "Se ha visto contagiado por su reducido tamaño", argumenta Juan Ignacio Crespo, de Thomson Reuters. En este contexto la prima de riesgo del país alcanzó los 401 puntos básicos el jueves y el viernes cerró en 399. "Llevar el déficit del 9,3% de 2009 al 7,3% va a ser difícil y va a requerir una mayor austeridad fiscal este año", advierte Barclays.

El país, no obstante, también logró emitir deuda aunque optó por colocar el importe mínimo previsto, 750 millones de euros frente a los 1.000 barajados, después de que el mercado exigiera un punto más sobre el 5% al que Portugal recibiría, en caso de necesitarlo, dinero del fondo de rescate europeo. En concreto emitió bonos a cinco años al 6,24% y a 10 años al 5,321%.

España ha logrado evitar las iras de los inversores esta vez pero los expertos recuerdan que aún no hay que cantar victoria pues hay muchos obstáculos por superar. La revisión del rating por parte de Moody's, la única agencia que aún mantiene la triple A, se espera antes de final de mes. Y aunque se da por hecho que la rebaja llegará, la confirmación de la noticia probablemente generará volatilidad. Está por ver, además, si la herida no llega a más y al menos se mantiene la perspectiva en estable.

La imagen de cara al exterior del Gobierno español, que se enfrenta esta semana a una huelga general, contribuirá a afianzar o estropear la confianza de los inversores respecto a la capacidad del Estado para acometer las dolorosas medidas de ajuste necesarias. "España ha conseguido diferenciarse de Irlanda y Portugal pero a medio plazo hay que ir viendo que se corrigen los desequilibrios. Si hay sorpresas negativas el mercado reaccionará", advierte Borja Gómez, de Inverseguros. "España tiene problemas serios que atender pero no asusta como Irlanda o Portugal. Parece que se han tomado las medidas necesarias. Hay que vigilar ahora que no se suavicen los objetivos fiscales", comenta Fitzsimmons.

El reto es enorme. La débil creación de empleo con una tasa de paro por encima del 19%, la amenaza que supone para la recuperación del consumo el aumento de la presión fiscal que se avecina y las restrictivas condiciones crediticias aún vigentes son factores que limitan el crecimiento y dificultarán la tarea del gobierno. Las previsiones apuntan a que el déficit de España concluirá este año en el entorno del 9% -cerró 2009 en el 11,2%-, caerá hasta el 6% en 2011, para alcanzar el objetivo del 3% en 2013.

El Gobierno ha ganado tiempo y ahora queda por ver si logra sus objetivos antes de que el mercado vuelva a mostrar, con más o menos razón, toda su severidad.

Campaña para mejorar la imagen exterior

Mantener la confianza de los inversores extranjeros, tenedores del 44% de la deuda española es clave. El Gobierno, consciente, redobla esfuerzos por mejorar la imagen del país y esta semana el presidente José Luis Rodríguez Zapatero se reunió con algunos de los principales ejecutivos de Wall Street para presentar sus planes para recortar el déficit y sanear las cuentas públicas. Una iniciativa que se suma a otras giras realizadas este año por Asia o Europa.El Tesoro español ha emitido ya cerca de 151.000 millones de euros este año, lo que implica que ha cubierto cerca del 70% de las necesidades de financiación que se estima necesitará en 2010 para cubrir la generación de déficit y los vencimientos de deuda.En Schroders calculan que, de media, los estados europeos ya tienen cubiertas cerca del 77% de sus previsiones de financiación para este año, pero la competencia por captar recursos irá en aumento los próximos años. En 2011 el Tesoro español deberá emitir alrededor de 200.000 millones para cubrir los vencimientos, cifra a la que deberá sumar unos 70.000 millones de deuda nueva. De ahí la importancia de encauzar las cuentas públicas y seguir generando confianza entre los inversores.

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