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Columna
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EE UU y la reforma de las hipotecas

La financiación hipotecaria de Estados Unidos necesita una nueva estructura. Claro, la reforma de Fannie Mae, Freddie Mac y de los préstamos privados hipotecarios es crucial (y es un proceso que va progresando). Pero la crisis tenía una tercera etapa: los acreedores se adelantaron a sí mismos.

En la década del dinero fácil antes de que las tasas hipotecarias se dispararan a un 69% en 2004, desde un promedio histórico y muy estable del 64% desde 1960, unos 110 millones de hogares en EE UU tenían una hipoteca. Esto significa que cinco millones de propiedades fueron entregadas a personas que nunca debieron comprar una vivienda, por el auge de los préstamos. A partir de junio, la tasa había bajado a cerca del 67%, lo que supone que una parte del excedente había sido planificado.

No es nuevo que algunas futuras burbujas podrían ser limitadas. Primero, los acreedores tendrían que abonar un pago inicial decente. Segundo, los prestamistas deben concentrarse en la capacidad del acreedor para pagar el préstamo en lugar de incrementar el valor potencial de su propiedad. La burbuja ya ha impuesto algunas disciplinas en el mercado. Pero cuando las exigencias crediticias se suavicen de nuevo, los reguladores deberán estar dispuestos y preparados para frenar cualquier imprudencia.

Una idea no tan obvia: otorgar a las entidades crediticias recursos para cuando se estropeen los préstamos hipotecarios de los acreedores, no sólo el de la propiedad. Es lo que ha hecho Canadá, por ejemplo, que han tenido un descenso menos severo.

Una cuarta idea sería reducir la capacidad de los prestamistas para refinanciar. El mercado de EE UU es casi el único que ofrece 30 años y la refinanciación de hipotecas de tasa fija a un coste muy bajo por las agencias gubernamentales como Fannie Mae y Freddy Mac. La última idea sería reducir o eliminar la deducción de intereses hipotecarios para fines fiscales.

Todas estas medidas harán que las hipotecas sean más difíciles de conseguir o que sean más caras. Pero tomando en cuenta el daño reciente que causó la creencia ciega del sueño de tener una casa, esto no sería malo.

Antony Currie

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