Era la segunda vez que la cúpula de CAM se reunía para dar el visto bueno al acuerdo, después de que al primer intento fuera rechazado el contrato en los términos en que se había redactado y presentado al Banco de España.
Las diferencias entre CAM y Cajastur se centraban en el poder del futuro consejero delegado, que por el contrato corresponde al presidente de Cajastur. Una parte del consejo de CAM empezó a movilizarse cuando comprobó sobre el papel los poderes que se le otorgaban a Manuel Menéndez y la complejidad se revocarlos.
El sistema de mayorías reforzadas acordado entre las cajas para decisiones clave afectaba también a la posibilidad de cambiar al máximo responsable del grupo, lo que, en resumen, implicaba que si Cajastur no quería, no había cambio en la dirección ejecutiva del nuevo banco.