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Automoción

El coche del futuro se revestirá de cobre (reciclado)

El desarrollo del vehículo eléctrico duplicará la demanda de cobre de la industria automovilística

Es el único metal que puede reciclarse hasta el infinito sin perder ninguna de sus propiedades, de ahí que el 80% del cobre en uso circula por todo el mundo, gran parte en forma de chatarra. Con el despertar de los países emergentes a la economía de la globalización, el metal rojo ha ganado demanda y ha subido de precio. "Si hace cinco años el precio de la tonelada se situaba en los 2.000 dólares, ahora el crecimiento de China e India está empujando el cobre a precios astronómicos", explica José Ramón Morales, director del Centro de Información del Cobre. Ahora la tonelada se cotiza a 7.000 dólares, "su máximo histórico", añade.

El consumo de este metal, que se codea en la tabla periódica de los elementos químicos con sus iguales de mayor prestigio, el oro y la plata, está sirviendo para levantar las infraestructuras básicas de India y China. Precisamente, Pekín es uno de los principales consumidores de chatarra procedente de la Unión Europea. "Lo idóneo sería exportarlo transformado en producto para darle mayor valor", explica Morales. Rusia, por su parte, ha puesto aranceles a la exportación de cobre, para fomentar el consumo entre los fabricantes nacionales.

Pero no sólo los países emergentes están empujando el valor del cobre en el mercado. De erigirse en el futuro de la industria automovilística, el coche eléctrico duplicará el consumo de este metal por sus cualidades de excelente conductor eléctrico.

Si el vehículo medio impulsado a base de combustibles fósiles tiene unos 29 kilos de cobre, en el futuro coche eléctrico puro, es decir, aquel que sólo será impulsado por electricidad, esta cantidad se duplicará, según las previsiones de la industria, que sin embargo, se reserva un cierto margen de error porque la tecnología está avanzando muy rápidamente.

Hasta los rincones más insospechados del coche del futuro llegará el metal cobrizo. Sobre todo al motor y al sistema de cableado. Si en el vehículo tradicional la potencia se transmite a base de dispositivos metálicos conectados a las ruedas, "en el eléctrico, la conexión entre el motor y las ruedas es más directa y necesita cobre para hacer llegar energía desde la batería al motor", explica Fernando Nuño, especialista en el coche eléctrico dentro del Centro de Información de Cobre.

El convertidor de potencia también estará bañado de cobre. De este dispositivo depende la adaptación de la corriente eléctrica a las necesidades del motor. E igual suerte para el sistema de control de la velocidad. Se trata del pequeño cableado que gestiona la aceleración y frenado del vehículo. En los modelos eléctricos no se pierde energía en el frenado tras una aceleración, "sino que el sistema es capaz de recuperarla para recargar la batería. Los motores ejercen de generadores eléctricos", añade Nuño.

Si en la carrera por desplazar al motor de combustión ganan las baterías de ion-litio frente a otras tecnologías, como parece que será el caso, el cobre añadirá un uso en el coche eléctrico. Este nuevo oro no sólo ocupará el interior del coche. El grueso del futuro negocio para este sector residirá en las infraestructuras de recarga, de alimentación de electricidad y en los edificios. "Hoy no es seguro que estas infraestructuras paralelas al desarrollo del coche eléctrico estén adaptadas ya", añade Nuño. Y el cobre, una vez más, ocupará uno de los principales peldaños en la escalera hacia la nueva industria automovilística, quizá más verde que la actual.

El automóvil ecológico no será tan 'verde'

La euforia verde tan bien colocada ante los ojos del consumidor medio, que ha alzado la palabra sostenible a rango de nuevo Dios pagano, ha expandido la idea de que el coche eléctrico es sostenible por definición.Lo es en una situación teórica. Por sí mismo, y al impulsarse por energía eléctrica, el motor de estos vehículos no emite dióxido de carbono, el gran enemigo público.Pero hay un pero, y es que este coche necesita una fuente de electricidad para alimentar su motor. Si la energía extra que los coches del futuro consumirán procede del carbón, del gas natural o de la energía térmica, el índice de contaminación incluso crecerá.Los coches más eficientes en el mercado actual impulsados a base de gasolina emiten 120 gramos de dióxido de carbono por kilómetro recorrido. Si el coche eléctrico puro recibiera la electricidad del carbón, esta relación aumentaría a 192 gramos de CO2. Si el carbón fuera de importación, esta cifra bajaría a 169 gramos por kilómetro recorrido.El ciclo combinado de gas natural reduciría la emisión de gases contaminantes a 96 gramos. De recargar los coches con energía eólica, la emisión de gases contaminantes se reduciría a 2,8 gramos.

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