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El plan de recorte de Alemania
Tribuna
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Europa, hora del ajuste

Ahora son Alemania y el Reino Unido las que toman en la mano el bisturí del reajuste. Embridar como sea el déficit, recortes, reestructuraciones, reformas y ahorro público más bien en gasto o partidas sociales. Este es el camino que ha decidido la canciller alemán, y tras ella irán el resto de países. En el punto de mira también los funcionarios, reducción y recorte. Es la receta. No hay otra por el momento. De esta crisis irrumpe una lección clara. Alemania gana. Lidera y lo hará a su manera. Veinte años después de la reunificación y el peso de la misma en la economía alemana y europea, y diez de iniciar la denostada y olvidada agenda Lisboa, Alemania toma de nuevo el timón de esta vieja Europa que no termina de situarse en el lugar que le corresponde internacionalmente. Anuncia lo que está dispuesta a hacer y exigir a sus consocios europeos. Cameron con su Gobierno bicolor tampoco irá a la zaga. Como buen comunicador advierte a la ciudadanía que vienen años duros, que el déficit está desbocado.

¿Por qué ahora actúan los Gobiernos y no antes?, ¿son válidas estas mismas élites políticas que consintieron con su renuencia y su pasividad llegar hasta este desastre?

Europa se enfrenta a la hora del reajuste, a la hora de un vital saneamiento financiero, presupuestario y público. Dispendio y derroche han acompañado la burocracia y política bruselense. No menor es el enroque de los Gobiernos nacionales que huyen de toda fiscalización y control europeo. ¿Ha quebrado el Estado de Bienestar o al menos como lo hemos entendido?, ¿debe Europa ser rescatada de sí misma, de la burocracia imperante, de los lobbys del poder económico, de un incipiente soberanismo nacional? La falta de liderazgo, de valentía para saber con decisión y firmeza hacia dónde se va, cómo y con quién, han enjaezado el discurso europeo en los últimos años. Esta crisis económica no es sino el epígono final de una más amplia pero que ahora carga contra la moneda y devuelve discursos nacionalistas en algunos países.

Europa pierde peso, protagonismo y arrumban más que nunca las diferencias explícitas entre unos y otros. El eje geopolítico ha dejado de ser el Atlántico y es ahora el Pacífico. El salvavidas a Grecia ha llevado un oneroso peaje pero también una enorme desconfianza y tardanza entre socios. La cuestión húngara hiberna por el momento, pero es un mal mensaje. Es cierto que la lenidad fiscal y financiera de los Gobiernos europeos debe cuestionarse y recriminarse, pero cuidado con hacer pagar las desidias de unos pocos a toda una generación. Es el comienzo de la catarsis, de la hubris de un drama que se reescribirá en los próximos años.

Hablar hoy de más Europa o menos, es incluso ridículo. ¿Cómo salir de esta crisis y qué va a pasar una vez se supere, son lecciones que sólo el futuro vislumbrará?

Abel Veiga Copo. Profesor de Derecho Mercantil de la Universidad de Comillas

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