Menos citas, más madera y algún retorno
Vuelve Rock in Rio, pero no lo hacen Festimad o Summercase. El regreso de bandas míticas y un perfil rockero acaban de completar el mapa.
Queda oficialmente inaugurada la temporada de verano en el panorama musical peninsular. El Primavera Sound, una de las citas con mayor poder de convocatoria y tradicionalmente de las primeras en las que mandan las camisetas de manga corta, echa el cierre el domingo. Delante queda, eso sí, un estío repleto de citas para los amantes de la música y de la acampada.
Aunque menos que otros años. Si en 2009 ya cayeron Festimad y Summercase, este año se suma el Extremusika a la negativa lista de bajas que inauguraron festivales como el Doctor Music o el Espárrago Rock.
Eso sí, tras un año de ausencia (por celebrarse en Portugal), vuelve el gigante Rock in Rio. Guste más o menos el cartel, nos parezca mejor o peor su concepto, sus cifras hablan por sí solas: sus 200.000 asistentes en 2008 (los organizadores esperan superarse) y 30 millones de euros de inversión ningunean al resto de citas. En cuanto a las bandas, el eclecticismo es la ley: desde Metallica a Shakira, pasando por Bon Jovi o Miley Cyrus.
Paradójicamente, son sus impresionantes números los que posibilitaron su nacimiento en Brasil hace 25 años. Roberto Medina, su creador, define el festival como "un proyecto de comunicación, no de música". "Cuando empezamos, Brasil no tenía las infraestructuras necesarias para montar un festival, por lo que los costes se duplicaban", comenta. "Para poder asumirlos teníamos que llevar allí un millón de personas, así que creamos una ciudad del rock". El cartel tenía que ser "democrático" para que la gente se animase a ir a pasar el día allí. La fórmula, al parecer, tuvo éxito.
Pero es una excepción dentro del panorama musical español. El FIB de Benicàssim, que ha logrado hacerse un nombre en buena parte de Europa Occidental, es el único que puede presumir de haber llegado a los 150.000 asistentes, aunque eso fue en 2007. Este año apuesta por Gorillaz como cabeza de cartel. En la estela del gran evento musical levantino encontramos también el Low Cost de Benidorm, con Placebo como reclamo.
Para los que prefieran la música más dura, la oferta es variada. El Bilbao BBK Live y el Sonsiphere de Getafe -este último se celebra en 11 países- podrán presumir de contar con la primera actuación de los californianos Faith No More desde que la banda de Mike Patton se volvió a unir en 2009 tras una década de silencio.
Al margen del resto, tanto por propuesta musical como por concepto, tenemos al Sònar, que este año se presenta por primera vez en A Coruña además de en Barcelona. Es un festival de música electrónica, urbano (se celebra en pleno centro de la Ciudad Condal) y más pequeño que otros (tiene un promedio de 75.000 visitantes y este año cuenta con un presupuesto de 3,75 millones de euros). Durante el día hay actividades para dar o tomar, desde clases de DJ hasta conferencias o proyecciones de documentales musicales. Y por la noche, los conciertos.
"El Sònar es un festival para venir a descubrir cosas que no oyes normalmente", resume Ricard Robles, codirector del evento. De ahí que, a pesar de contar con nombres consagrados (este año destacan The Chemical Brothers, Air y LCD Soundsystem), gran parte del cartel sea para muchos desconocido.
Especialización y concentración
El de los festivales musicales no deja de ser, al fin y al cabo, un mercado como cualquier otro. De ahí que la propia competencia haya hecho que se tengan que especializar y diferenciar o morir. "Creo que actualmente todos los festivales estamos muy bien definidos y nos diferenciamos entre nosotros", apunta Robles.
Efectivamente, el mimetismo en los carteles no es una opción, ya que en igualdad de oferta el espectador tenderá a acudir al más consolidado.
La crisis, que también afectó a los festivales, y el exceso de oferta explican la desaparición de tres citas musicales en tres años. Pero hay más. "Hay que saber entretener a la gente más allá de la música", subraya Medina. Su Ciudad del Rock, en la que desfiles de moda conviven con pistas de skate o incluso atracciones como una noria, es un perfecto ejemplo de ello.
Pero aunque sea el que tiene las más espectaculares, no es el único. Pocos son los que no cuentan con autos de choque, una de las sensaciones veladas del FIB y BBK Live. Y, las que pueden, ofrecen algo que hace las delicias de los jóvenes (el núcleo duro de festivaleros se mueve entre los 20 y los 30 años): la playa. Agua, música y amigos. Buena propuesta veraniega.