La deuda emergente deja de ser marginal
Son varios los argumentos para convertir la deuda de mercados emergentes en un elemento esencial de las carteras. Empezando por los fundamentales, el crecimiento de estos países superará el 5% en 2010. Pero más atractivo que las cifras son las tendencias que las generan. Los altos porcentajes de deuda sobre el PIB de los mercados desarrollados probablemente alcancen el 100% en 2011, según el FMI. Los niveles de deuda sobre el PIB de los emergentes apenas han alcanzado un tercio de ese porcentaje, y los controles en su gasto gubernamental han mantenido el déficit en cifras de un solo dígito.
Las perspectivas de crecimiento también son favorables. Desde los primeros índices de referencia para mercados emergentes en 1993, el universo de deuda emergente ha crecido desde 60.000 millones de dólares hasta convertirse en un mercado muy líquido de un billón de dólares.
En cuanto a la sostenibilidad de esta trayectoria, las autoridades financieras en los mercados emergentes están perfeccionando las disciplinas que pondrán a sus economías y mercados en una buena posición para el futuro. Por ejemplo, la creciente estabilidad económica ha permitido a sus bancos centrales hacer frente a errores en las políticas monetarias que en su momento supusieron un obstáculo a la participación en el crecimiento mundial.
Ya se están dando tendencias que ayudan a las economías emergentes a superar su fama de volátiles. Entre ellas, la consolidación de las finanzas nacionales, las mejoras de las políticas financieras y los progresos en la profundidad e infraestructuras de los mercados. Un legado de la crisis de 2008 es que se ha cuestionado la distinción entre emergentes y desarrollados, y los inversores se han dado cuenta de que, en carteras diversificadas, los emergentes ya no son algo marginal.
Owi Ruivivar. Directora general de renta fija de GSAM