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Análisis

Apremia restaurar la confianza sin perder inversores

España tiene el ciclo a favor y está a tiempo de poner sus finanzas públicas en orden.

España empieza a sufrir los perniciosos efectos del contagio griego. El mercado es muy caprichoso y si hace unas semanas centraba su ira en los problemas financieros de Grecia, en las últimas sesiones la atención ha girado a otros países europeos con situaciones fiscales delicadas. El desplome del Ibex esta semana y la escalada de la prima de riesgo a máximos son un claro reflejo de la falta de confianza. La capacidad de pago de España sigue inalterada pero el miedo se ha extendido y si el deterioro del mercado se acentúa en exceso un problema virtual puede hacerse real.

Lo vivido en Grecia recientemente lo dice todo. La rentabilidad del bono griego a 10 años ha pasado del entorno del 6 % al 12% en mes y medio, un repunte que ha eliminado la posibilidad del país de financiarse en el mercado. La última colocación de deuda a 5 años de España se emitió al 3,5% esta semana, un tipo asumible que refleja que el mercado aún diferencia entre los dos países.

Un repaso a los números dice mucho. Grecia concluyó 2009 con un déficit del 13,6% y una deuda sobre PIB del 115%, mientras que España acabó con un endeudamiento del 53,2% -inferior a la media europea del 73,6%- y un déficit del 11,2%. Y tal y como recordó esta semana el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el coste de financiación supone al Estado el 2% del PIB frente al 3% de Alemania o Francia. Una variable que para Grecia ha pasado del 5% del PIB al 10%, según Credit Suisse. De ahí el miedo a que el nerviosismo sobre España se prolongue en el tiempo.

El mercado parece temer la rapidez a la que se han estropeado las cuentas públicas. En algo más de dos años España ha pasado de tener un superávit del 1,9% a cerrar 2009 con un déficit del 11,2%. Un deterioro consecuencia del coste de los planes de estímulo aprobados para combatir la crisis, un mayor incremento del gasto en prestaciones por desempleo y unos menores ingresos procedentes tanto del sector de la construcción como del consumo.

En Europa todos los países se han visto obligados a incurrir en fuertes déficit para combatir la crisis. Sin embargo, la velocidad del deterioro de las cuentas públicas en España supera al resto y de ahí que se empiece a cuestionar su capacidad de reducir el déficit hasta el 3% para 2013, tal y como ha prometido en el plan de estabilidad.

España juega con la historia a su favor. Entre 1993 y 1997 se dio un proceso de consolidación fiscal similar al que se afronta hoy y el déficit público pasó del 7,4% del PIB al 3,4%. El mercado, de momento, no parece valorar la capacidad de reacción pasada y la brutal escalada del paro no ayuda a mitigar las crecientes dudas sobre la solvencia del país. Con más de 4 millones de parados y una tasa de desempleo esperada este año del 19,7% frente al 10,3% de la zona euro, la economía tiene ante sí un importante lastre para los próximos meses, pues esta variable siempre va por detrás de la recuperación. Y el gasto en prestaciones de desempleo contribuye a agrandar el agujero presupuestario.

"Pensamos seriamente que España no es el siguiente en caer ya que sus perspectivas cíclicas están mejorando. A pesar de que el desempleo es alto y el país necesita un ajuste fiscal, la productividad está mejorando gracias a la pérdida de empleos y la competitividad podría sorprender a aquellos que siguen siendo escépticos", explican desde Société Générale.

El ciclo juega a favor de España. Los últimos indicadores confirman la recuperación tanto a nivel europeo como nacional y la Comisión Europea acaba de mejorar tímidamente las previsiones para la región. Bruselas estima que la caída del PIB en España quedará en el 0,4% este año frente al 0,8% estimado en otoño. Eso sí, prevé un crecimiento del 0,8% en 2011 frente al 1% previsto con anterioridad. En cuanto a la UE esperan un repunte del 1% en 2010 frente al 0,7% estimado antes y del 1,7% para 2011, una décima más.

El viernes se conoció, además, que en el primer trimestre el PIB de España pasó a crecer un 0,1% en tasa intertrimestral tras seis trimestres consecutivos de bajadas, según el Banco de España.

Otros datos publicados a lo largo de la semana también confirman la mejora. La producción industrial, corregidos los efectos de calendario, subió un 5,4% en marzo, lo que supone el primer incremento desde abril de 2008. Una cifra que sin ajustar se elevó al 6,8%. La destrucción de empleo, por otra parte, ha elevado la productividad el 2,7% entre 2007 y 2009, la tasa más alta dentro de la UE.

"Hay factores que confirman que España está mejor preparada que otros países para afrontar las turbulencias", aseguran desde BBVA. "No hay riesgo de que los niveles de spread actuales impacten en la trayectoria de la deuda, dado que empieza a un nivel bajo sobre el PIB. España fue uno de los primeros países en poner en marcha un plan de consolidación fiscal, los esfuerzos se han centrado en el recorte del gasto, lo que aumenta sus posibilidades de éxito y mientras que en otros países los desequilibrios persisten, España ha ajustado su saldo por cuenta corriente -ha pasado del -9,6% de 2008 al -5% de 2009-, lo que reduce el riesgo de pérdida de competitividad".

El Gobierno no se ha quedado de brazos cruzados. Dado que el potencial de crecimiento de los ingresos es limitado en una época de menor actividad como la actual, las propuestas se centran en la reducción de gastos. El Gobierno ha planteado un recorte de 50.000 millones de euros hasta 2013 que afectará a las inversiones y al gasto corriente, al tiempo que acarreará la reorganización de algunas áreas de la administración.

No han sido las únicas actuaciones encaminadas al equilibrio presupuestario. En los presupuestos para 2010 aprobó una serie de modificaciones fiscales que incluyen la deducción de los 400 euros en el IRPF, incrementos del IVA a partir de julio, así como un aumento de la fiscalidad sobre las rentas del ahorro.

El problema es que el mercado pide más acción. "Los planes de consolidación de España son creíbles y las perspectivas fiscales son sólidas. A pesar de que hay riesgos, en particular la dificultad de crecimiento del país y la fragilidad de parte del sistema financiero, el país está bien preparado para hacer frente a los problemas y limitar el deterioro fiscal. En cualquier caso el Gobierno haría bien en acelerar algunas reformas pendientes para tranquilizar los miedos de los inversores", explica Goldman Sachs.

El mercado clama por un mensaje de confianza del Gobierno, una mayor unidad política y avances tanto en la reordenación de las cajas como en la reforma del mercado laboral. Peticiones a las que se suman otras como la del FMI instando a acelerar el plan de ajuste. El pacto político alcanzado esta semana entre Zapatero y Rajoy referente al futuro de las cajas no logró calmar los ánimos. El presidente del Gobierno y el líder de la oposición se dieron un plazo de tres meses para promover la fusión pendiente en algunas cajas y promover la reforma de la ley orgánica que regula el funcionamiento de estas entidades. El tiempo apremia pues el 30 de junio finaliza el plazo del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria para pedir ayudas públicas.

La reforma laboral es el otro gran reto. El Ministerio de Trabajo ha insinuado esta semana que el mes no acabará sin que se tomen medidas cuenten o no con el consenso de sindicato y patronal.

El Gobierno necesita dar confianza. ¿Qué más puede hacer? "La publicación trimestral sobre la recaudación y el gasto y como compara con los planes del Gobiernos, la preparación de un plan de contingencia fiscal que se pueda aplicar de forma inmediata en caso de necesidad y una reforma de formación de salarios son medidas que podrían ayudar a asegurar a los mercados", asegura Goldman.

El Gobierno aún debe pedir unos 130.000 millones al mercado este año por lo que el riesgo de no tranquilizar puede resultar devastador. Queda esperar que el mercado se calme y vuelva a fijarse en los datos reales de España. En caso contrario las salidas que quedan son pocas. El papel de BCE retomará el protagonismo y deberá aplicar medidas de emergencia para garantizar la liquidez.

Un problema europeo más que español

La evolución de los mercados esta semana se ha seguido con asombro desde las diversas casas de análisis. "El castigo a España es absurdo. No tiene sentido. No hay un problema de liquidez. Incluso con un crecimiento un 40% inferior al esperado la deuda sobre PIB aún sería inferior a la media europea el próximo año", explica una entidad extranjera.Nadie esconde que España se enfrenta a años de crecimiento bajo con una tasa de paro elevada y un mercado inmobiliario con excesos pasados aún por purgar. Obstáculos importantes en la carrera por la estabilidad presupuestaria pero no imposibles de superar."No es un ataque contra España, es un ataque contra el euro. España a nivel de fundamentales no está para pensar en un default. Vamos a vivir un problema de colocación de deuda a nivel global. En esta competencia feroz por obtener recursos hay lobbies anglosajones que tratan de colocar su deuda y la de sus empresas. Han empezado por Grecia, el más frágil, y a partir de ahí atacan las economías más débiles", explica Lorenzo Dávila, jefe de investigación del IEB.Muchos, por tanto, ven los últimos acontecimientos como un problema europeo más que nacional. Y la esperanza está precisamente en que una vez se calmen los nervios sobre la situación griega, el mercado vuelva a fijarse en los fundamentales de la economía española.Los expertos coinciden en que España debe trabajar para restaurar la confianza pero añaden que la necesidad de transmitir una mayor unidad tanto política como fiscal a nivel europeo crece también día a día. El futuro del euro está en juego pues si bien el coste de rescatar a Grecia es asumible, la caída de una economía grande como la española arrastraría consigo a las principales potencias europeas, altamente expuestas a la deuda española.

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