El dibujo deja de ser cosa de niños
El elevado número de proyectos y su reconocimiento internacional dan constancia del éxito de esta industria.
Producimos para niños pero debemos demostrar que ya no somos ningunos niños", reconoce Carlos Biern, productor ejecutivo de BRB/Screen 21, productora española reconocida con dos premios por sus series Kambú y Suckers en la última edición del certamen MipJunior dedicado a la programación infantil, que se celebró a finales del pasado año en Cannes.
Aun cuando España cuenta con un sector productor de animación muy potente y bien posicionado en el mercado internacional, la realidad es que el mercado propio es más débil de lo deseable. "El problema es que nuestros principales clientes, tanto las televisiones públicas como privadas dedican una parte mínima de su presupuesto a inversión en animación. De esta manera, dejan habitualmente de lado la calidad para valorar el factor precio", reconoce Julio Fernández, presidente de Filmax.
Durante los últimos años las televisiones han crecido tanto en número como en canales pero eso no se ha traducido en una mayor inversión, puesto que sus presupuestos también se han fragmentado. "Que haya más canales temáticos infantiles es a priori positivo, pero si no pueden financiar animación de calidad acabarán comprando 'al peso' dibujos producidos en Asia por muy poco dinero. La única alternativa es la creación de series con identidad propia y, por tanto, con un valor mucho mayor de mercado", puntualiza Fernández.
Dado que la animación llega ahora desde todas las partes del mundo, el sector necesita que se apliquen unas medidas proteccionistas que ya se dan en otros países de nuestro entorno para poder seguir en igualdad de condiciones. Este es el caso de Alemania, Francia, Italia o Reino Unido, donde se facilita que las creaciones independientes se beneficien de una financiación preferente, lo que les permite acceder a la producción o coproducción y a la comercialización con un riesgo mínimo.
"El mercado español podría estar en una situación similar a las del europeo, si al igual que éste hubiera adoptado la televisión sin fronteras. Con ella defendieron la totalidad del sector audiovisual, sin exclusión de programa alguno en favor del cine, algo que sí ha ocurrido en España", explica Enrique Uviedo, presidente de la Federación Española de Productores de Animación (Diboos). En su opinión, la legislación ha ignorado a una buena parte del sector de nuestro país, algo cuanto menos curioso cuando " una serie de dibujos de tipo medio se vende a 20 y 25 territorios mundiales como mínimo y en cambio, dependiendo del año, entre el 50% y el 65% del cine que se produce anualmente no se vende en más de tres o cinco territorios", concluye.
En licencias, merchandising y consumo televisivo España es el quinto país del mundo en importancia para la animación y el sector infantil tras Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Alemania, pero por encima de Japón, Canadá o Italia. Pese a ello, "carecemos de una gran distribuidora paneuropea capaz de estrenar conjuntamente en los grandes países europeos y ya no digamos a nivel mundial. Entre todos tenemos la obligación de intentar impulsar este proyecto", afirma Manolo Gómez, director de Dygra.
En vista de la falta de apoyo dentro de nuestras fronteras y de lo mal que se vende la animación en comparación con el cine, las productoras nacionales se han visto en la obligación de conocer y conquistar al público internacional. De hecho, algunas de nuestras series se han ido haciendo un hueco en las televisiones de todo el mundo y en la actualidad se están emitiendo en cadenas como la británica BBC, la francesa TF1 o la estadounidense Discovery Kids, entre otras. Es el caso del fenómeno Pocoyó de la productora Zinkia o de Las tres mellizas de la catalana Cromosoma.
En la actualidad el sector de la animación sigue en manos de los grandes grupos de comunicación y con ellos de las majors americanas que deciden qué se ve en las pantallas grandes y pequeñas, por lo que la concentración e integración vertical las hace imbatibles.
Las majors necesitan el mejor producto y muchas veces no lo encuentran en sus propias factorías, por lo que deciden venir en busca de proyectos europeos y españoles. Los últimos ejemplos de producciones nacionales que han conquistado al público norteamericano han sido el largometraje Planet 51, estrenado a finales del año pasado por Sony y la serie Suckers, que ha hecho lo propio recientemente de la mano de Disney. Y más recientemente la granadina Kandor Moon, seleccionada para luchar en los Oscar en la categoría de mejor cortometraje de animación por la obra La dama y la muerte (galardones que al cierre de esta edición aún no se habían otorgado).
Carlos Biern, ejecutivo de BRB, reconoce que "una sola serie nacional puede estar muy por encima en ingresos mundiales que todas las series de ficción nacionales estrenadas en un año en todas las cadenas de televisión públicas y privadas en la franja horaria de mayor audiencia. El error en nuestro país es pensar que esa es la única fuente que debe financiar una serie cara en lugar de tener en cuenta las ventas internacionales o el merchandising". Por otra parte, la realidad autonómica ha supuesto en la práctica un impulso para promover estudios y productoras en Cataluña, Galicia, Valencia o Andalucía, aunque "no se puede hablar de que exista deslocalización del sector. Lo que sí existe es la coproducción entre productoras ubicadas en dos o tres comunidades autónomas en busca de financiación", afirma Uviedo.
Las productoras de animación, en su afán por conseguir una mayor y mejor aceptación y lograr ser más competitivas, están dedicándose a potenciar sus departamentos de I+D+i, imprescindibles para el desarrollo de nuevos contenidos y para la mejora de la calidad de la producción. Uno de los obstáculos con los que tropiezan es la carencia de escuelas específica que formen a los futuros creadores de nuestro país. "El sector ha llamado la atención sobre este asunto porque la mayoría de los jóvenes artistas se ven obligados a formarse en escuelas privadas o en estudios de animación ubicados en Estados Unidos y en Francia y, por regla general, los talentos se quedan fuera de nuestras fronteras", apunta Ignacio Pérez-Dolset, presidente de Ilion Studios y productor de Planet 51.
El análisis de la facturación y del empleo que generan las productoras de animación independientes sigue entrañando una gran dificultad debido a la ausencia de datos oficiales dentro del sector audiovisual. Además, la propia dinámica operativa del sector, la alta tasa de trabajo temporal y la variabilidad en el número de producciones que las empresas generan cada año dificultan el estudio aún más si cabe.
No obstante, desde Diboos apuntan a que en 2009 la inversión se situó en 90 millones de euros, repartidos en un 65% en cine y un 35% en series de animación. En cuanto a la facturación, podría estar en torno a los 115 millones de euros, teniendo en cuenta que la totalidad de estos ingresos corresponden a inversiones realizadas, no sólo a lo largo del año pasado, sino a aquellas que se hicieron en los tres ejercicios anteriores.
La cifra
90 millones es la inversión aproximada que se hizo en 2009, repartidos en un 65% en cine y un 35% en series de animación.
115 millones facturó la industria el pasado ejercicio, producto de inversiones realizadas, durante los últimos tres años.
Diboos. "El desarrollo del sector compete a todos"
Para la Federación Española de Productores de Animación (Diboos) es preciso que todos los organismos implicados tomen en consideración una serie de propuestas que propicien el buen desarrollo del sector.Su presidente, Enrique Uviedo, considera imprescindible la puesta en práctica del control de cobertura de cuota de programación europea en los canales de televisión. En esta misma línea reclama que se cumpla la ley, en cuanto a la inversión televisiva, tanto en las cadenas públicas como privadas. "Es preciso conseguir definitivamente la firma del convenio entre TVE y el sector que ayude a financiar una parte de los costes de las series de animación mediante inversión (coproducción) ,y otra, mediante la compra de derechos de emisión a un plazo de entre siete y diez años", afirma.En su opinión, el sector evolucionaría de forma favorable si el Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales dotara de un fondo de protección a las series de animación de forma proporcional a la inversión del productor hasta alcanzar la cifra anual de siete millones en 2012 e incrementar un mínimo de un 7% anual a partir de aquella fecha.Del Icex requieren que "suba su apoyo económico para la promoción exterior por la asistencia a mercados, distribución y publicidad". Y solicitan una mayor preparación técnica del personal que desarrolle técnicas de animación 3D y los cambios que conlleva la integración de la tecnología digital.