Empresas punteras, sol, gente amable... y desempleo
Un grupo de estudiantes del MBA de Oxford visita España para conocer el clima empresarial. Así nos ve la futura élite económica.
Formamos líderes desde hace 800 años. Por pretencioso que parezca su eslogan, hay que reconocer que la Universidad de Oxford es de las pocas del mundo que pueden lanzar tal proclama sin mancharse las manos. La lista de alumnos ilustres de la institución privada británica es tan larga como los laberínticos pasillos de sus bibliotecas.
De ahí que resulte especialmente interesante ver qué opinan los estudiantes del MBA de la Escuela de Negocios de Oxford (Saïd Business School) acerca de España. Es decir, del atractivo económico de nuestro país, de la fortaleza o debilidad de su estructura empresarial y de la imagen que proyecta en el exterior. Y, por qué no, de las oportunidades laborales que ellos mismos ven en el mercado español. Sus valoraciones nos pueden servir como una suerte de barómetro -eminentemente subjetivo- realizado por los que están llamados a formar parte de la élite económica de la década que acabamos de estrenar.
Un grupo de 20 estudiantes del citado MBA de Oxford estuvo de business trek (viaje de negocios) por Madrid el pasado fin de semana. Y su balance es, cuanto menos, interesante. "A todo el mundo le gustaría trabajar en un país como España", opina uno de ellos. "Aunque no sé si habrá trabajo para nosotros aquí".
El tour comenzó el viernes con la visita a dos de las mayores corporaciones del país: Santander y Telefónica. En sendas sedes asistieron a presentaciones -no todo lo participativas que hubiesen deseado, según confiesan algunos de los alumnos- en las que les contaron cuál es su valor añadido frente a sus competidores, cómo han afrontado la crisis económica mundial y cuáles son sus retos de futuro. Visitas, por cierto, que algunos de ellos aprovecharon para establecer contactos, elemento éste connatural a todo MBA.
Al día siguiente, y tras una serie de visitas culturales y de ocio, entre ellas el Museo del Prado y algunos bares del centro, los estudiantes asistieron a una conferencia en el Instituto de Empresa a cargo de Gayle Allard, vicerrectora de investigación. æpermil;sta esbozó un breve recorrido por la historia económica reciente del país y perfiló el cuadro macroeconómico actual. Durante el coloquio que siguió a la conferencia, así como en los corrillos formados en torno al aperitivo servido a continuación, una palabra brilló sobre las demás: desempleo. "Nunca imaginé que la tasa de paro española estuviese al borde del 20%", subraya casi boquiabierto Michael Ferguson, natural de Chicago y con experiencia en la gestión de patrimonio. La rigidez del mercado laboral español fue el argumento explicativo más repetido tanto por ellos como por la ponente.
Otra cuestión debatida por la profesora Allard y los alumnos fue cómo podría mejorar España su déficit de cuenta corriente. "Se podrían subir los impuestos a las inversiones inmobiliarias para fomentar la orientación exterior de las empresas", apunta un estudiante. "Debería haber medidas que estimulen el ahorro de las familias para recortar así la inflación", sostiene otro. "Indudablemente, España debería reorientar su sector exportador hacia las altas tecnologías, ya que las frutas y vegetales son mucho más sensibles a los vaivenes de la crisis y a la competencia", comenta Sumi Sran, de Australia.
Pero una y otra vez el debate vuelve al mercado laboral. Influencia, quizá, de la tradición anglosajona de la universidad en la que estudian, y de la propia procedencia de la mayoría de ellos. Con los actuales costes del despido, se argumenta, en momentos de crisis se despide no a los menos productivos, sino a los menos caros de despedir, que normalmente no son los mismos. Y se favorece la temporalidad, ya que los contratos no suelen sobrepasar los dos o tres años de duración.
"Nosotros teníamos antes un buen sistema de protección social del que se aprovechaba demasiada gente", comenta refresco en mano Sran en el tiempo de los aperitivos. "Se acabó recortando y ahora sólo tienen derecho a él los que acaban de perder su empleo y durante un tiempo corto. Quizá eso ayudaría aquí".
La disciplina fiscal de España es uno de los aspectos que más impresionan a los estudiantes. Los años de superávit coinciden además con tramos de déficit en varios países europeos. Y cuando Allard muestra las cifras que señalan que se mantuvo la balanza fiscal por encima de la de Reino Unido hasta que irrumpieron los programas de estímulo de la crisis y los costes de los subsidios de desempleo, un disimulado suspiro de admiración recorre la audiencia.
Santander y Telefónica
Pero lo que realmente le interesa a todo estudiante de MBA son las grandes empresas. Y, en este sentido, lo que más llamó la atención a la expedición de Oxford de España, además de descubrir lo fácil que es acabar "por error" en un bar hasta las seis de la mañana, fueron las visitas al Santander y Telefónica, a pesar de que muchos de ellos confesaron que antes de volar a Madrid no sabían que se trataba de corporaciones pertenecientes al top-10 a nivel mundial de sus respectivos sectores.
"Me ha impresionado mucho el modelo de negocio del Banco Santander", resume Nikolina Ionova, una búlgara con experiencia en el sector hipotecario neoyorquino. "Cuesta creer que en plena crisis tanto Telefónica como Santander hayan seguido creciendo", apunta Abrar Chaudhury, un consultor paquistaní.
¿Cómo resumirían el carácter empresarial español, si es que existe? "Creo que el carácter conservador español ayudó a las dos multinacionales que visitamos a capear la crisis", opina un joven sudafricano. "Eso les hizo concentrar el gasto en el negocio básico y seguir con su política de crecimiento en Suramérica", señala. "Esta actitud, según me han contado, está presente en muchas otras compañías españolas".
Ferguson vuelve al expansionismo en Latinoamérica cuando se le pregunta qué conocía del entorno empresarial español antes de efectuar la visita. "Mi país y el suyo tienen muchos puntos comunes: nos gusta América del Sur, hemos sufrido una burbuja inmobiliaria y luchamos contra el paro. Aunque nosotros apostamos más seriamente por la tecnología y la educación", matiza con una tímida sonrisa.
Y razón no le falta. "No veo por qué España no podría competir con la tecnología alemana", añade Sumi. "Lo que a España le hace falta es planificar a largo plazo y concentrarse en las altas tecnologías". Llama la atención, sin embargo, que ni Sumi ni sus colegas mencionan la apuesta por las energías renovables, sector en el que España es una potencia mundial, como uno de los posibles objetivos de la reorientación estratégica de las exportaciones. Quizá ese asunto tenga que esperar a la siguiente hornada de MBA de Oxford.
Daniel Fernández, el estudiante del MBA que ha organizado la visita del grupo, resume la mezcla de sensaciones de sus colegas de la siguiente manera: "Cuando hablas de España todo el mundo sonríe". Dicha reacción ha quedado matizada ahora en sus compañeros por un conocimiento general del severo cuadro macroeconómico y por la dimensión de dos de las multinacionales de bandera. "Pero también se van convencidos de que sin hablar español no hay nada que hacer aquí", señala con un punto de resignación. "Nos guste o no, en las empresas españolas el inglés sigue siendo algo secundario". Otra tarea pendiente.
Orientación multicultural
Los 170 alumnos del MBA de la Saïd Business School (Universidad de Oxford) provienen de 50 nacionalidades diferentes.Muchos de los estudiantes más ilustres de Oxford también son de fuera de Reino Unido. De sus aulas han salido 47 premios Nobel y 25 primeros ministros, desde Margaret Thatcher a Benazir Bhutto, pasando por Bill Clinton.
Claves. Mezcla de antigüedad y vanguardia
La Universidad de Oxford está considerada la cuarta más antigua del mundo, sólo por detrás de la Universidad de Hunan, fundada en China en el año 976; de la egipcia Universidad Al-Azhar (988), y de la Universidad de Bolonia, de 1088. La de Salamanca, establecida en 1218, sería la séptima, teniendo las de París y Módena por delante, aunque fue la primera de Europa que ostentó el título de Universidad por el edicto de 1253 del rey Alfonso X de Castilla y León.Las primeras evidencias de actividades de enseñanza en Oxford se remontan a 1096. Y el prestigio de la institución está fuertemente consolidado desde hace al menos dos siglos. Según el ranking que elabora el diario británico The Times (The Times World University Ranking) en base a la calidad de la investigación, la capacidad de un graduado de obtener empleo, la presencia internacional y la proporción de académicos sobre estudiantes, Oxford no baja del cuarto puesto. En 2008 sólo la superaron Harvard, Yale y Cambridge.Pero si la edad del centro británico roza el milenio, su escuela de negocios (Saïd Business School), inaugurada en 1996, se cuenta entre las más jóvenes. Y, pese a su juventud, destaca en los rankings: puesto 16 a nivel mundial para el Financial Times, puesto 25 para el Washington Post y el BusinessWeek la incluye en el top-10 de las escuelas de negocios no estadounidenses.Los student treks (viajes de estudiantes) como el de Madrid forman parte del programa del MBA. Consisten en visitas organizadas por los propios alumnos a ciertas partes del mundo para "conocer el entorno empresarial, a potenciales empleadores y antiguos alumnos que trabajen en el país". El cultivo de contactos de toda la vida.