Concentración y colusión en el Ayuntamiento de Madrid
El Ayuntamiento de Madrid, con un presupuesto de más de 6.000 millones de euros es una de las empresas que más contrata en el conjunto del país. Este impulso en la contratación, al margen de su propia evolución demográfica y económica, tiene que ver con un proceso de externalización de multitud de servicios que otrora estaban municipalizados. Ejemplos hay varios, el antiguo Instituto Municipal de Deportes, la gestión de centros culturales, la gestión de centros de mayores, la atención domiciliaria, la recogida de basuras, la limpieza viaria, y lo último la gestión de licencias municipales, competencia ésta arrancada a las Juntas de Distrito.
Este proceso de externalización ha supuesto un cambio estructural en la gestión económica y empresarial en la ciudad de Madrid, pero también en otras administraciones y municipios. La razón última de este proceso, que ha sido abrazada por diversos partidos políticos en el poder municipal, era la ganancia en eficiencia, el ahorro en costes y el abaratamiento del servicio, amén de la mejora en la prestación para el ciudadano.
La experiencia acumulada nos dice lo contrario. En el caso de Madrid se ha producido un claro proceso de concentración en pocas manos, un proceso de colusión en precios y una apropiación de rentas públicas, por parte de un reducido número de empresas privadas, en general siempre las mismas. La teoría económica es clara en este punto. El grado de concentración de empresas y la colusión en precios son dos elementos muy negativos para el funcionamiento de una economía y provocan una apropiación del excedente del consumidor por parte de las empresas beneficiarias. Si estos factores se dan en la contratación propiciada por las Administraciones públicas, se podría asegurar que se estaría produciendo un trasvase de renta desde el sector público a un núcleo reducido del sector privado, con la consiguiente pérdida de eficiencia para el conjunto de la población y un sobreprecio sobre el que sería precio de equilibrio o precio competitivo.
Las consecuencias para el devenir económico de la ciudad son claros. En primer lugar, pérdida de eficiencia, en segundo lugar, creación de núcleos oligopolísticos con clara extracción de rentas por parte de estas empresas y por último, un encarecimiento de la contratación, lo cual redunda en un aumento de deuda y reducción de fondos para su uso en otras actividades. En un análisis meramente descriptivo desde el año 1999, se observa que el volumen de contratación ha aumentado considerablemente, especialmente a partir del año 2003.
Sin embargo, y como primera aproximación, este incremento de la contratación ha llevado parejo, una reducción drástica del número de contratos y del número de empresas contratadas. Así mismo se ha producido una notable aumento de la mediana del montante del contrato, estadístico que mide mejor la distribución, así como del coeficiente de asimetría, llegándose a un mínimo de la serie en 2008. Esto nos estaría diciendo que, al margen de que muchos contratos son plurianuales, se contrata menos, por un montante muy superior. Esto es el primer indicio de la existencia de concentración en la contratación. Los distintos indicadores utilizados en la literatura económica, como el Índice de Gini o el de Entropía de Theil dan fe de este resultado, avalando los resultados obtenidos.
Todo este proceso de concentración o creación de oligopolios y sobreprecio en los servicios ha sido constatado recientemente por el Tribunal de Cuentas o la propia Intervención General del Estado. En ellos se destaca la falta de transparencia, la complejidad de los pliegos, los errores de adjudicación, los modificados y los irregulares criterios de valoración.
Por tanto, una asignatura pendiente en muchos ayuntamientos españoles, pero en el de Madrid en particular, es analizar en profundidad los costes asociados a la externalización de servicios, pues en muchos casos superan con creces los de mercado o a los municipalizados, lo cual es incongruente con la demanda de más financiación.
Hay ejemplos muy contundentes en la ciudad de Madrid, con servicios como la limpieza rápida cuyo coste excede en más del 20% al de mercado. Al margen de esto, conviene demandar a los ayuntamientos, y al de Madrid en particular, un verdadero plan estadístico y de transparencia que permita conocer realmente la situación económica, financiera y de servicios actualizada.
En resumen, Madrid, que es el ayuntamiento más endeudado de España, es uno de los que más grado de concentración en la contratación presenta y más colusión y sobreprecio paga en los servicios externalizados, pero es el que más se queja de la falta de financiación. Y eso, que también incumple en el grado de transparencia estadística. En pocas palabras, la antítesis de la buena gestión y contraria a la supuesta ideología liberal del regidor.
Alejandro Inurrieta. Concejal en el Ayuntamiento de Madrid y profesor en el IEB