Carteras para 2010
La renta variable es, probablemente, el activo más atractivo para el año entrante.
Justamente hace un año en estas mismas páginas repasaba cuáles eran las perspectivas que en mi opinión se presentaban ante los inversores para el año, que cuando salga publicado este artículo, acaba de terminar. Entonces, hacía una defensa de los activos de riesgo en general y de la renta variable en particular y sugería su sobre ponderación en las carteras del 2009.
Una decisión de aumentar la exposición a activos de riesgo no era fácil en el entorno en que nos movíamos a primeros de año. Sin embargo, la teoría intuitiva de comprar en momentos de máxima aversión al riesgo y pesimismo volvió a reportar excelentes ganancias si nos atenemos a lo acontecido desde primeros de marzo. No sólo eso sino que la caída libre de las Bolsas y el crédito (la renta fija corporativa) había situado varios de los principales indicadores relativos a estos dos tipos de activo en unos niveles que invariablemente (excepto en la gran depresión de primeros de los años treinta del siglo pasado) suponen sólidas señales de compra.
En el caso de la renta variable algunas de las señales eran una caída de alrededor del 50% para los principales índices desde los máximos anteriores, una muy elevada rentabilidad por dividendo o un ratio PER en niveles mínimos cuando el análisis tomaba datos históricos normalizados. Este último dato es importante ya que muchas de las previsiones de beneficios por ejemplo suelen subirse a la tendencia de corto plazo e ignoran la velocidad con que las cosas se dan la vuelta hacia el final de las recesiones. La clave realmente era decidir si nos encontrábamos ante una gran depresión (que podía justificar valoraciones incluso bastante más por debajo de las existentes en aquel momento) o sólo en una recesión severa. En mi opinión, una abrumadora cantidad de datos apuntaba a la segunda opción y si éste era el caso el final de la recesión no podía estar muy lejos.
Claro esta, ha pasado un año y ahora nos encontramos en un escenario muy diferente. La principal pregunta en lo que se refiere a carteras de inversión para el 2010 es si vamos a disfrutar de ganancias adicionales tras las verticales subidas de dos dígitos en Bolsa y crédito o por el contrario es el momento para volverse más prudentes y reducir su sobre ponderación en las carteras. La respuesta se encuentra en buena medida en la economía.
El escenario más probable que manejo es el de un crecimiento económico más que aceptable (con Estados Unidos a la cabeza) y sin recaídas en las economías desarrolladas. Incluso, uno de los riesgos o desviaciones posibles para este escenario es el de un crecimiento vigoroso. De hecho, la historia de los ciclos económicos apuntaría con fuerza a esta posibilidad. En Estados Unidos, el crecimiento económico a la salida de las dos recesiones que por longitud más se parecen a la actual (primeros de los años setenta y primeros de los ochenta) se situó en tasas anualizadas superiores al 5%. El hecho de que el primer trimestre de crecimiento (el tercero) se haya situado en poco más del 2% y que el cuarto se situará probablemente en una banda del 3% al 4%, al calor de unos estímulos históricos, no apunta inicialmente a una repetición de aquellas tasas en los próximos trimestres. La falta de crédito fluyendo al sector privado y la digestión del apalancamiento tras la recesión más profunda desde la segunda guerra mundial también sugiere que los crecimientos puedan ser esta vez más modestos.
Sin embargo crecimiento moderado y mantenimiento de tipos bajos es un entorno positivo para la renta variable. Por ello, este activo sigue situándose probablemente como el más atractivo cara al año que viene. Por supuesto, habrá que estar atentos a las políticas de los gobiernos (subidas de tipos anticipadas pueden ser letales) y a la propia posible escalada de los índices. Ganancias adicionales más allá del 30% o el 40% sobre los niveles actuales serían difíciles de justificar tanto desde un punto de vista de análisis de ciclos como de valoraciones.
La situación con el otro gran ganador del 2009, la renta fija corporativa, no es tan clara. El entorno económico no le desfavorece pero el estrechamiento de diferenciales ha sido tan brutal que el recorrido potencial se anticipa limitado. Las posibles subidas de rendimientos en la deuda tampoco le ayudan. En divisas, el dólar, contrariamente a la opinión de bastantes analistas, no tiene malas perspectivas. La confirmación de la salida de la recesión le favorece y contra el inestable euro podría apreciarse. Un fondo monetario en dólares o aumentar la exposición a fondos de Bolsa norteamericana pueden ser buenas alternativas.
En el lado negativo las perspectivas para los fondos de deuda pública de plazos medios y largos no son buenas ante el exceso de oferta y la probable subida de rendimientos. Por último, dejarse deslumbrar por el brillo de los fondos de oro en el 2009 podría ser peligroso.
Posibles sorpresas positivas
Todos los años existen categorías de fondos que sorprenden por un comportamiento especialmente bueno o malo. Acertar con ellas entra en el terreno de lo aleatorio o lúdico.La renta variable japonesa pudiera ser una de las sorpresas positivas tras tres años de castigo y valoraciones demasiado bajas incluso para la anémica economía nipona.Los emergentes en en sus excesos suelen copar el ranking de más y menos rentables. Existen factores que, de materializarse, amenazan a la renta variable rusa. Corea, por el contrario, podría situarse en el polo opuesto.