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Los demócratas consiguen unidad

El Senado de EE UU cierra un acuerdo para aprobar la reforma sanitaria

EE UU está más cerca que nunca de reformar su caro e insuficiente sistema sanitario. Los demócratas, que controlan directa e indirectamente 60 votos de los 100 que hay en el Senado, consiguieron ayer unidad en su partido, algo que no siempre es fácil. Son votos que impiden a la oposición republicana detener el proceso. Para conseguirlos, las negociaciones entre demócratas conservadores y progresistas han diluido en buena medida la reforma.

Tras 13 horas de negociaciones que comenzaron el pasado viernes, el senador demócrata por Nebraska, Ben Nelson, se acercó el sábado por la mañana ante las cámaras de televisión apostadas en el Congreso y anunció solemnemente que aunque los cambios "nunca son fáciles, América lo necesita y es por eso por lo que tengo la intención de votar a favor de la reforma de la sanidad". Unas horas más tarde, el presidente Barack Obama convocó a la prensa para leer un comunicado en el que expresó su satisfacción porque se "está a punto de que la reforma de la sanidad sea una realidad en EE UU".

Nelson era el último voto demócrata que quedaba por sumar para asegurar que en la votación final, prevista para la víspera de Navidad, la reforma sanitaria salga adelante. Hasta ayer, el legislador por Nebraska se había negado a conceder su voto, entre otras razones, porque se oponía a que el Estado interviniera en una sanidad que permitiera abortos. Esa era su principal preocupación pero, en sucesivas intervenciones, Nelson hizo constar que tenía más objeciones al proyecto de ley que la mayoría apoyaba. Finalmente, una mayor restricción a los seguros que cubren abortos (pero no su prohibición) y una ampliación de la ayuda federal para financiar el Medicaid (sanidad sufragada por el Estado para los pobres) en su estado permitieron que Nelson se alineara con la mayoría.

El de este senador ha sido el último voto en sumarse al consenso mayoritario y para ello ha sido necesario que se implicara el propio presidente, que se ha reunido con él hasta en tres ocasiones. Pero no era el único reacio. Joseph Lieberman, senador independiente (antes demócrata) que siempre ha votado con la mayoría en cuestiones sociales, también señaló que se iba a unir a la minoría republicana, lo que significaba que la reforma no saldría adelante.

Las negociaciones con Lieberman, senador por Connecticut (un estado donde las aseguradoras tienen su sede) han sido duras y han sido la puntilla para eliminar del texto el pasaje más querido por los más progresistas: la creación de un seguro público, algo que se ha conocido simplemente como la opción pública.

La reforma crea la obligación de que todos los americanos tengan seguro médico. Algunos lo conseguirán con la ampliación de la cobertura del Medicaid y las personas con bajos o moderados recursos podrán tener un subsidio para poder permitirse un seguro privado. De no tener ese seguro habrá que pagar una multa.

El proyecto del Senado crea dos planes de salud llamados nacionales que están creados siguiendo el modelo de los que se ofrecen a los trabajadores federales y los legisladores. Aunque serán ofrecidos por aseguradoras privadas, estarán supervisados por el Estado y al menos uno de ellos debe estar operado bajo la premisa de que no haya ánimo de lucro.

Además se imponen regulaciones en las aseguradoras para impedir que denieguen coberturas a personas enfermas o la retiren a personas que enfermen como hasta ahora. Adicionalmente se impondrán límites a los incrementos de primas.

Una vez que el proyecto se apruebe tiene que conciliarse el texto salido del Senado con el de la Cámara de Representantes, que son radicalmente distintos porque el de esta última contiene la opción de seguro público. Es algo que se prevé que sea muy contencioso. En la cámara baja hay muchos legisladores que son de la opinión de Howard Dean, el expresidente del Partido Demócrata y un especialista en el sistema sanitario. Dean lleva una semana diciendo que tal y como ha quedado el proyecto de ley en el Senado, no merece la pena que sea aprobado.

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